Director: Jim Henson
Duración: 101 minutos
País: Reino Unido/ Estados Unidos
Elenco: David Bowie, Jennifer Connelly, Toby Froud, Shelley Thompson, Christopher Malcolm, Natalie Finland, Shari Weiser, Brian Henson, Ron Mueck, Rob Mills, Dave Goelz, David Alan Barclay, David Shaughnessy, Karen Prell, Timothy Bateson, entre otros.
" A una chica de 16 años se le dan 13 horas para resolver el enigma que resulta ser un laberinto y rescatar a su hermano menor, cuando en un principio su deseo era que se lo llevaran los Goblin y el Rey de la Tribu se lo ha concedido."
¡Oh querido Jim Jenson!, por estos lares te extrañamos bastante. No necesariamente porque te hayas ido antes de tiempo, o incluso en circunstancias que podría llamar descompuestas. No, es debido a que a diferencia de los que suministran lo denominado como entretenimiento familiar en estos días, tu labor en ese ámbito fue realmente entretenido y en verdad estaba hecho para toda la familia. Cuando era niño, solía pensar que esta clase de películas eran pueriles y condescendientes. Sin embargo, si se le compara con lo que ahora parece estar dirigido a esa clase de audiencia, este material es inmenso, es digno de aplauso. Y ahora me doy cuenta de que era mucho más brillante de lo que yo creía, en este momento le doy el crédito que no le di anteriormente.
De hecho, si se le confronta con aquel enunciado que expresa no eres bueno si no tienes buenos sentimientos, basura propia de aquel dinosaurio morado de nombre Barney que llenaba las mentes de niños en todas partes del mundo, las producciones de Henson merecen una medalla.
En esencia, esta cinta es una sencilla fábula acerca de cuánto extrañamos a algo o alguien, una vez que ya se ha ido. Así que, en este caso una muchacha desea que su hermanastro insoportable desaparezca, sólo para darse cuenta que cuando esto ocurre, ella comienza a desear que regrese con toda su alma. Ahí es cuando aparece el Rey Goblin en escena (interpretado con astucia por David Bowie) decretando un desafío para la chica y que casi suena como si de un videojuego se tratase.
De hecho, un popular juego de la época el Commodore 64 (una especie de consola que poseía infinidad de videojuegos) estableció la competencia de recoger las piezas que conducirían a resolver a un rompecabezas que resultaba ser clave para salvar al mundo en un cierto periodo de tiempo. Es más, incluso esta obra fue adaptada para volverse un juego para la mentada consola. En el laberinto del filme, el relato está centrado en esta joven llamada Sarah, interpretada con cierto tipo de notoriedad por una adolescente Jennifer Connelly, quien se ve enfrentada a caminar a través de un enredo monumental del que debe salir en menos de trece horas, antes de que su hermano se convierta en uno de los Goblins.
La idea suena muy simple, y en realidad lo es. Lo que transformó en un clásico poco apreciado a esta creación de Henson, está en los detalles. Como se indicó anteriormente, los protagonistas alcanzan cierto grado de brillantez. Veamos, mientras que David Bowie desmenuza el paisaje como si no hubiera un mañana, Jennifer Connelly está tan sumergida en su personaje que provoca que parezca perfectamente natural cada vez que interactúa con algunas de las creaciones más absurdas del director. Como muestra de ello aquella escena en la que la heroína rescata una criatura similar a un Yeti gigante llamada Ludo, que es una de las bestias mejor construidas en la historia de las películas infantiles. También vale la pena señalar que, en contraste con la normalidad que proclamaba el antes mencionado monstruo púrpura y sus semejantes, las creaciones de Henson nos enseñaron la valiosa lección de que las apariencias no son la suma total de la naturaleza o la personalidad de una criatura viviente, cualquiera que esta sea. De tal manera que, Ludo en un inicio parece que con un solo intento podría desgarrar a nuestra protagonista, pero su modo de ser y su discurso lo muestran como uno de los personajes más apacibles y adorables que hayan aparecido en la historia del cine.
Como usted seguramente ya lo ha adivinado, si se está hablando de una película en la que aparece David Bowie como la estrella en primer plano, debe de haber en ella algunos números donde haya canciones y baile. En efecto, los hay. Y algunos de ellos, como la escenita de la danza mágica, son inmortalmente incómodos (por no decir otra cosa). O al menos, lo serían si no fuera por dos cosas. En primer lugar, la anulación de toda duda que el director logra con sus títeres que es un verdadero placer. En segundo lugar, la voz dorada de Bowie que bien podría encantar la pintura de las concernientes paredes. Cuando canta Vi a mi bebé, llorando tan fuerte como solo un bebe puede llorar, aparece como un indiscutible recordatorio de por qué este hombre solía ser capaz de firmar contratos con disqueras dignos de decenas de millones de dolares. Incluso, puede generar que alguna lágrima aparezca en los ojos del espectador.
Ahora bien, si la película tiene alguna debilidad, esta debe ser aquella que aparece en los instantes de cierre. Por esa razón, la canción final de Bowie extiende la escena más allá de su aparición, pero se recupera adecuadamente una vez que Sarah vuelve al mundo real. O el caso en el trabajo de composición en la secuencia donde aparece un hada es pésimo, y la historia parece detenerse cuando proceden a cantar y a realizar un número de baile. Sin embargo, su canción y la escena de danza siguen siendo divertidos para ver, aunque suene contradictorio.
A pesar de ello, le daría a la cinta un siete de diez estrellas posibles. Es más que evidente que no es perfecta. De hecho, me pregunto si quien fue elegido para diseñar el traje que Bowie porta durante toda la aventura no le estaba tomando el pelo, o le estaba jugando alguna clase de chiste muy elaborado. No obstante, más allá de todos sus problemas, estamos ante un filme que ya se ha convertido en un clásico de culto pero continua siendo menospreciado por el gran público.
Estamos ante una de las pocas películas que se anuncia de manera desinteresada como un proyecto para todas las edades, y confirmo que puede entretener a las audiencias de la mencionada descripción. Una gran luz se apagó en nuestro mundo cuando falleció Jim Henson.
Acotación: Al final, Sarah se da cuenta de que todas las rabietas infantiles y los juguetes que tanto atesora no son más que vestigios de lo que otrora en su vida fuese una etapa conocida como infancia. Por lo cual comienza a tropezar con la única realidad que le señala que las cosas realmente importantes son la familia, los amigos y la responsabilidad que conlleva tomar decisiones maduras. Así que se despide de su inmadurez y el egoísmo infantil que la gobiernan, para conseguir salvar a su hermano y por lo tanto poner sus pies en el camino correcto, aquel que la conduce a la edad adulta y la madurez.
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