Director: Francis Lawrence
Duración: 146 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Jennifer Lawrence, Liam Hemsworth, Jack Quaid, Taylor St. Clair, Sandra Ellis Lafferty, Woody Harrelson, Josh Hutcherson, Paula Malcomson, Willow Shields, Donald Sutherland, Elizabeth Banks, Bruce Bundy, Nelson Ascencio, Lenny Kravitz, Stanley Tucci, entre otros.
" Katniss Everdeen y Peeta Mellark se convierten en blancos del Capitolio, después de su victoria en los septuagésimo cuartos Juegos del Hambre, lo que provoca una rebelión en los Distritos de Panem."
Recuerdo que hace algunos años (cuando este filme apareció) escuché que esta segunda parte era mejor que la entrega inicial de la saga y ello me provocó una leve emoción. Claro, me había gustado la primera película y aunque jamás llegué a pensar que era una obra maestra, podía sostener que era entretenida y ligeramente interesante. Así que me senté en mi sillón naranja y vi esta película por segunda vez (si la memoria no me falla).
He aquí mi sentir al respecto.
Algunas historias en su concepción se basan en la pasión como elemento principal, algunas otras en la valentía y otras simplemente en la esperanza. Muy rara vez en temas de narrativa (incluso en el ámbito cinematográfico) se presenta la oportunidad de encontrarse de frente con una historia de amor, que además resulta estar incrustada en una especie de concurso que envuelve asuntos de vida y muerte.
En este caso, la película nos introduce en el mundo de Katniss Everdeen en la que fue la segunda entrega de una trilogía muy discutida. Dicho mundo refleja los sentimientos más inocentes que se encuentran aprisionados allá en las profundidades de nuestro corazón. Pff... vaya copla a la cursilería me ha salido.
Como sea, nuestra protagonista nos mete al bolsillo de la simpatía, nos gana desde la primera escena en la que aparece, porque nos parece muy familiar, porque ella es uno de nosotros. No es su atrevimiento e insolencia lo que la convierte en una heroína, sino su evidente vulnerabilidad que la lleva a que se perciba como un personaje digno de afecto de nuestro lugar como audiencia. El público se enamoró de Katniss porque es una chica que le tiene miedo a lo desconocido, al igual que nosotros. Lo que la transforma en una heroína es su enorme convicción y su espíritu rebelde, lo que la lleva a embarcarse en un extenso viaje el cual solo tiene un propósito: la búsqueda del amor y la fe.
Ocurre que en algún momento de ese periplo que la atención ya no está puesta en la actriz que le da vida al personaje (en este caso Jennifer Lawrence) y su victoria, sino que aquello se olvida y el interés se vuelca en lo que ahora se comprende que es la propia Katniss y su convencimiento, lo que genera en el espectador que la obra haya ganado algunos puntos de aceptación desde los créditos de apertura.
Su nombre es Katniss, Katniss Everdeen. Una joven mujer que ha sido criada en una sociedad inclemente. De tal manera que ser parte de ella equivale a tener que luchar cada día contra todos aquellos males relacionados con el perfil racial; un lugar en el cual vivir significa pelear contra los residentes del mismo distrito que son la misma clase de seres despreciativos educados bajo el mismo enfoque de todo el país. Y básicamente todo se trata de darle sentido al hecho de existir en un mundo en el que se queman casas, en el que se intimida a la gente en la escuela y se observa cada día por la televisión un falso espectáculo de simpatía. De este modo, ella se inclina por la doctrina del Sinsajo, que le enseña que hay dos clases de personas en su mundo. Por un lado están los que son buenos desde el fondo de su corazón y que si se les brinda la oportunidad perfecta hasta una paleta te ofrecerían; por el otro están los que son malos y son capaces de apuntar con un palo o con un filoso cuchillo a quien tengan enfrente suyo. Es decir, en ese país no hay castas, credo o religión, sino personas que dan forma al mundo. Dicha forma de apreciar su pequeño universo es la que impulsa a nuestro personaje en su odisea repleta de amor y fe, al que pinta como si de un collage se tratara de una manera alternada de luz y emociones oscuras; juegos de sombra de la naturaleza humana que la guían al complicado mundo o tal vez, guía al propio mundo hacia ella.
A pesar de que todo lo que he expresado hasta este punto, da la impresión de ser positivo, me gustaría desmenuzar la cinta, examinarla con más detalle y minuciosidad.
En un primer momento manifestaría que rara vez he estado tan desconcertado con una creación del séptimo arte.
Primero, este ejercicio (del extinto) celuloide emprende una tarea casi inaudita para lo que podría considerarse como un thriller de ciencia ficción: realiza un regreso notable en su segunda mitad, después de un primer acto que describiría como aburrido, pero de manera desastrosa. Esto es inusual si se considera que la mayoría de producciones de esta escala (y de este género) abren de manera efectiva el relato y luego avanzan en un incuestionable piloto automático en la ultima media hora del metraje total. No sé, llegado a este punto me pregunto ¿si iría contra el código del critico de cine sugerirle que en cintas como esta se apareciera una hora tarde? No sé, solo es una recomendación, ya que en este caso si se podrían estar haciendo un gran favor a sí mismos.
La primera hora del filme es (para decirlo de una manera suave) una lucha constante por mantenerse sentado. Aquellos sesenta minutos consisten en una serie larga y tediosa de escenas diseñadas especialmente para ponernos al tanto de lo que ha ocurrido desde los Juegos del Hambre del año pasado, mientras iba sentando las bases para la secuela que saldría en años posteriores. A saber, nos enteramos de lo que se ha hecho Katniss Everdeen, la inocente y soñadora portadora del arco y flecha que fue la ganadora del año pasado de los Salvajes Juegos; los cuales logró ganar sin matar a nadie (es divertido preguntarse como es que aquello ocurrió).
Pero bueno, ha pasado algún tiempo y ahora es una influyente celebridad, que se dedica a recorrer los distritos oprimidos con Peeta, aquel compañero que sobrevivió junto con ella, y con el que debido al interés de los altos mandos del país es incitada a fingir que mantiene una relación de tipo romántico.
Sin embargo, Katniss también se ha convertido en un problema para el gobierno. Su victoria en los juegos la ha convertido en un faro de esperanza para las masas esclavizadas que desean respirar libremente. A consecuencia de esto, cuando a algún integrante de los oprimidos, le llega un impulso rebelde, los hombres de armadura blanca aparecen rápidamente para acabar con ello y volverlo un ejemplo. Esas ordenes vienen aquellos cabecillas que dirigen al gobierno y que construyen toda una estrategia para deshacerse de la heroína estableciendo otros Juegos, nada más que ahora serán lo más parecido a un Juego de estrellas con los sobrevivientes y ganadores del pasado.
Hasta ese sitio, la película es un lastre. Se arrastra a paso de caracol y realiza diversas pausas en las escenas que se alargan, ya que los personajes explican la trama entre sí en un dialogo monótono e incoloro que solo se interrumpe cuando uno de los drones del gobierno despecha a una pobre alma por salirse de la fila. Hay que decirlo: el director conduce estas escenas como si estuviera dormido.
Filmó todas aquellas secuencias de una forma apurada, por lo que no nos muestra la real dimensión de ese cosmos y parece estar trabajando desde una paleta de distintos tonos de grises.
Después de una hora o algo cercano, por fin, los Juegos del Hambre comienza y la película se despabila. Esto se suscita gracias a que los jugadores son lanzados a la selva donde deben lidiar con primates enloquecidos, gas venenoso, rayos y olas que suben con la marea; mientras que se ven obligados a adentrarse en su propio juego mental y cruel que se sustenta en la premisa de ¿En quien confías?
Asimismo el hecho de que cada uno de los jugadores sean todos ganadores de concursos anteriores, da a la trama una sensación superior de drama, a diferencia de lo que ocurría en la primera entrega en la que despistaba la descabellada situación de cómo podía ser posible que se esperara que una pequeña niña de doce años pudiese sostener una batalla y venciera finalmente a un muchacho de dieciocho. Aquí, los participantes son todos sobrevivientes expertos, cada uno tiene una personalidad y ello provoca que el drama funcione. Y yo aseguraría que cuanto menos se hable de estas escenas, mejor.
En algún lugar de este pantano de altibajos esta Jennifer Lawrence, cuya carrera tomó un gran giro desde que protagonizó esta saga. Ahora ya tiene un Oscar y la libertad de elegir cualquier película que se le antoje. Me atrevo a asegurar que es una de las más destacadas y naturales actrices de su generación, por lo que cuando se le ve aquí con ese maquillaje estilo Cleopatra y llamas artificiales, se le nota incomoda. Es una actriz que no necesita maquillaje ni efectos especiales. Su talento natural es todo lo que necesita. ¿Cual es el nivel de su talento? Eso si no lo sé.
Pero insisto en que se percibe incomoda por momentos, atrapada en un papel que no le permite mostrar sus mejores dones naturales. Es casi como si la propia forma de la cinta estuviera reteniéndola. Vamos, que Katniss puede ser un emblema perfecto de la moda actual de que lo que significa el poder de una mujer, no obstante de alguna manera la película la mantiene a raya.
Por lo menos a mi me queda claro que ella no es una asesina a pesar de su victoria en los juegos. Y sin embargo, sigo esperando ese instante en el que la chica salvaje surgirá.
Esta película resulta ser un excelente ejemplo de cómo Hollywood se apropia de una obra con mucho potencial y le quita todos los nutrientes que pueda tener hasta que se termina convirtiendo en un montón patente de algo muy parecido al estiércol de elefante. No voy a explicar esto último, solo diré que si primero se desea disfrutar de cualquier película, seria recomendable alejarse de las opiniones de otros, para evitar sentirse ofendido o ultrajado en los correspondientes gustos.
Entonces, ¿cómo recomendar este filme?
Para conseguirlo diría que atesora la mitad de una buena película con una protagonista que parece incomoda con el papel que le han dado. Hay suficiente en esta obra para que valga la pena invertir en ella el tiempo que dura, aunque a riesgo de parecer grosero o un tipo desagradable aconsejaría que es mejor aparecerse un poco tarde a la función y evitar los bostezos de la primera parte. En serio, le prometo que no se habrá perdido una sola cosa relevante. Hasta la próxima.
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