Director: Pablo Larraín
Duración: 100 minutos
País: Chile / Francia / Estados Unidos / Hong Kong
Elenco: Natalie Portman, Peter Sarsgaard, Greta Gerwig, Billy Crudup, John Hurt, Richard E. Grant, Caspar Phillipson, John Carroll Lynch, Beth Grant, Max Casella, Sara Verhagen, Hélène Kuhn, Deborah Findlay, Corey Johnson, Aidan O'Hare, y otros más.
" Tras el asesinato del presidente John F. Kennedy, la primera dama Jacqueline Kennedy lucha atravesando el dolor y el trauma por recuperar su fe, consolar a sus hijos y definir el legado histórico de su esposo."
El asesinato de JFK se ha convertido para muchos (no solo estadounidenses) en una especie de fábula del siglo pasado. Quizás no sea tan legendaria como una tragedia escrita por el mismísimo Shakespeare, sin embargo si es un claro ejemplo de un caso impregnado de toda clase de teorías de conspiración, que sigue rezumando interés por todos los elementos que la integran y que lleva a toda clase de indagación por nuevos datos en la Internet. Y es que, su breve mandato en la Casa Blanca ha sido analizado y diseccionado como ningún otro, y a pesar de ello, el legado de esta figura histórica (en su momento idolatrada) permanece en gran parte intacta. Dicho legado y su elaborada construcción se deriva de una colección de fuentes. Esta película dirigida por Pablo Larraín centra su atención en una de ellas en particular, su esposa: Jackie Kennedy. La cinta sigue a la apreciada primera dama a través de la semana posterior al asesinato de su marido, relatando su intento de construir una herencia no solo para el difunto presidente, sino también para ella.
La biopic (un término discutible si se utilizara para describir este filme) utiliza una estructura narrativa y de encuadre muy probada, que engloba la entrevista ente un reportero y la Sra. Kennedy sirviendo como una plataforma para contar los eventos ocurridos una semana antes. En ese punto, la película se tambalea un poco, intentando crear un conflicto entre los dos personajes, lo que parecer ser completamente innecesario. Sin embargo, le proporciona a Natalie Portman la oportunidad de agregarle más complejidad a su personaje, jugando dos roles: por una lado la esposa afligida y por el otro, una especie de consejera o asesora política.
En cuanto a los flashbacks, estos se usan de forma no lineal, siendo mezclados con los eventos que ocurrieron a lo largo de su estancia en la Casa Blanca. En ese sentido, la naturaleza convulsa y rota de la película ayuda a capturar la psique de la protagonista del relato; mientras que el asesinato de su marido se yuxtapone con el montaje de un documental acerca de la propia Casa Blanca de 1962 cuando esta mujer quebrada trata de reconstruir su legado en un profundo estado de duelo. Es esa presentación tan peculiar de la historia la que divide a los que tengan la oportunidad de presenciarla, su aparente falta de cohesión implica que en algunos se transforma en una creación de naturaleza episódica y esto le impide ofrecer un estudio de la condición de los eventos suficientemente amplio. No obstante, para todos aquellos que estamos desgastados por cintas del género biográfico convencionales, esta obra debe ser asimilada y alabada como un diamante en bruto.
A causa de ello, este casi estudio de la tristeza que realiza la cinta se captura con primeros planos poco favorecedores de Natalie Portman, filmada en un estilo granulado que refleja imperfección de 16 milímetros y presentada en una relación de aspecto inusual y estrecha de 1:66. Es por esto que el director de fotografía Stéphane Fontaine captura acertadamente el período y la desolación de la circunstancia. Habría que decir también que en las escenas que involucran las entrevistas, el hogar de Kennedy goza de una cierta índole pálida, ya que las tomas están sobre expuestas y el hogar carece de energía, reflejando la concerniente fachada que Jackie intenta crear. La impresionante labor de Fontaine se complementa de manera adecuada gracias a la música creada por Meca Levi que se filtra hasta la piel y que oprime, generando una atmósfera surrealista que se añade perfectamente a la naturaleza caótica de la película.
A su vez, Natalie Portman se encuentra asombrosa en el papel principal, digna de todos aquellos elogios que le llovieron desde que aceptó interpretar a esta complicada mujer. Por ejemplo, la voz tenue y delicada es solo uno de los muchos componentes de esta distinguida representación. La actriz y el director logran condensar el sufrimiento, el miedo y la convicción de Jackie Kennedy con singulares primeros planos, capturándolo todo con un detalle y con una minuciosidad increíble. En otras palabras, la cinta se basa únicamente en su talento y ella lo ofrece en abundancia.
No habrá otro Camelot expresa en algún momento, palabras que, independientemente de su significado o intención, persiguen a esta historia de fantasmas y al propio público que la observa.
Ahora bien, el tema puede parecer poco atrayente para algunos, especialmente para el público más joven que no está familiarizado con la primera dama y su trabajo. Sin embargo, este filme no se trata tanto de la investigación de la personalidad de una celebridad o una figura, sino más bien de la observación de la pena. Me parece que este tema es uno con el que cualquiera o cada uno de nosotros puede identificarse. Es una mirada profunda e íntima a la muerte, a la angustia que causa y a las vidas que puede fracturar cuando hace acto de aparición.
Finalmente, solo me queda por apuntar que se trata de una película de una forma notable muy interesante; su estructura descompuesta le brinda una cualidad onírica que transporta a un mundo tan entrelazado con el mito y la conspiración y que se aferra a la conciencia, como si de un vicio se tratara. En mi caso, la partitura de Levi se quedará conmigo y el hermoso trabajo de Fontaine me seguirá cautivando, pero la espectacular interpretación de Portman me perseguirá, al igual que la historia misma. ¿O en realidad, lo que ocurre es que llevo muchos años obsesionado con este caso?
En términos simples, yo la recomendaría ampliamente.
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