Director: Alfonso Cuarón
Duración: 106 minutos
País: México
Elenco: Daniel Giménez Cacho, Ana López Mercado, Diego Luna, Gael García Bernal, Nathan Grinberg, Verónica Langer, María Aura, Giselle Audirac, Arturo Ríos, Andrés Almeida, Diana Bracho, Emilio Echevarría, Marta Aura, Maribel Verdú, Juan Carlos Remolina, entre otros.
" En México, dos adolescentes y una atractiva mujer madura se embarcan en un viaje por carretera, en donde aprenderán una o dos cosas sobre la vida, la amistad, el sexo y sobre ellos mismos."
Esta película que en el momento de su lanzamiento se volvió una sorprendente producción del llamado de forma desacertada Nuevo Cine Mexicano, título que adquirió básicamente por haber logrado un gran éxito en el mercado cinematográfico estadounidense, es una franca, abierta y desinhibida celebración de la sexualidad en etapas adolescentes, dirigida de forma estupenda por Alfonso Cuarón y representada en un tono muy agradable por un trío de intérpretes de labores destacadas en aquella oportunidad. Considero que merece la pena admirarla, siempre que quien decida hacerlo no se trate de una persona que se pueda sentir ofendido con facilidad por las representaciones gráficas (a veces demasiado) de la actividad sexual entre el terceto que compone a los personajes protagonistas del relato (por lo que habría que tener en cuenta que en su momento no fue clasificada adecuadamente). De alguna manera, el método que Cuarón emplea para filmar las escenas de escenas de sexo tan realista y firme a la vez, las despoja de todo aquello que pudiera denominarse como indecente y ayuda a aportar una nueva perspectiva que se aproxima con franqueza a un tema abordado con gran frecuencia por los cineastas de otras partes del mundo (en especial los estadounidenses), lo cual realizan casi siempre desde el punto de vista frívolo y soso que envuelve la obtención de un mero beneficio gracias al erotismo. Debido a ello, los directores y escritores dan la impresión de ser tan adolescentes en sus actitudes, como los personajes que aparecen en la pantalla. Desde luego, ese no es el caso de este filme.
En lo que respecta a la trama, esta se centra en dos amigos que se conocen desde la infancia, Tenoch y Julio, quienes justo se encuentran en el complejo tramo de la existencia en la que un ser humano está a punto de aventurarse con dirección hacia una larga carrera como estudiante universitario; por lo cual, durante lo que consideran deberá ser un último y glorioso verano, deciden deleitarse en el viaje que es la vida haciendo uso de todo el desenfreno, el hedonismo y la promiscuidad que ofrece la adolescencia tan exenta de preocupaciones. Precisamente en ese sentido, el título de la obra resulta emblemático con respecto a la inmadurez juvenil que poseen ambos personajes.
En vista de que sus respectivas novias se encuentran muy lejos, ya que se hallan de vacaciones en Europa, los dos deciden realizar un viaje a través de México acompañados por Luisa, la atractiva y joven esposa de uno de los primos de Tenoch que resulta ser un escritor con ínfulas de hombre sensato y pensante, cuya realidad es más la de un tipo de talante insoportable y que le es infiel a la mujer originaria de España. Durante la travesía que tiene como destino una paradisíaca playa que ambos con el propósito de ganar su compañía se inventan, los tres no solo se entregan a todos los extraños vínculos de índole sexual que tanto la situación como sus hormonas podrían y deberían ser lo esperado en esa coyuntura, sino que de igual manera terminan por aprender una o dos cuestiones fundamentales sobre la vida, sobre las relaciones y sobre cómo el propio sexo tiene la capacidad de ser utilizado como un instrumento que puede tanto llegar a acercar a las personas, como puede llegar a separarlas más (si el caso fuera que ya estuviesen alejados en algún grado). De hecho, un tema que la película deja muy en claro, en lo que concierne tanto a los personajes como para el propio espectador, es que el sexo es a menudo utilizado como un arma para herir a quienes más nos importan, especialmente si el tema está relacionado con todos aquellos cambios que suceden en quien detenta el poder dentro de las relaciones, incluso en algunas que son relevantes para un ser humano y en ellas no está presente el aspecto de la sexualidad. Al mismo tiempo, los jóvenes también descubren que el propio sexo puede usarse como una especie de sublimación para evitar reconocer lo que un individuo realmente desea en la vida. Este despertar conduce a una escena final que es casi desgarradora en su sentido más sutil, repleta de tristeza y que tiene el poder de generar la más genuina empatía ante el trágico derrotero que tomaron las vidas de algunos de ellos.
Por otra parte, uno de los aspectos más inquietantes (y por lo tanto controvertidos) de la película (y el cual es probable que origine cierta incomodad a muchos en la audiencia) es que es una creación que se niega a adoptar una postura moralista con respecto al comportamiento de sus personajes. Ya que los hermanos Cuarón (responsables directos del proyecto) no aprueban ni condenan lo que realizan estos jóvenes; simplemente se dedican a registrar los acontecimientos disponiendo para ello de una actitud que pretende ser objetiva, y que por lo tanto impide cualquier desaprobación, lo que podría explicarse de mejor manera valiéndose de mecanismos de los que se manejan en estos tiempos actuales que tienen que ver con la manipulación de los dedos. Es decir, si los personajes tuvieran que verse en la penosa circunstancia de aprender alguna lección gracias a las experiencias vividas, lo consiguen estrictamente casi en un nivel involuntario, en un acto prácticamente inconsciente, y lo mismo ocurre con la audiencia.
Otro rasgo que me gustaría destacar es que como director, Cuarón empezaba ya a mostrar una confianza y una agudeza que rara vez se veía en el cine de aquellos tiempos, y que en el actual es completamente inexistente. Como ya lo he mencionado, junto con su coautor, su hermano Carlos, el director optó por seguir un enfoque imparcial ante los eventos, casi de un estilo documental, para permitir con ello que las escenas se descubran de una manera que las transforme y se sientan realistas, espontáneas y casi sin guión. De ahí que determine usar una cámara de mano por ende inestable la mayor parte del tiempo, para mejorar la inmediatez de la experiencia. Es por esto que generalmente se percibe como si se estuviera espiando al interior de las vidas de estos tres individuos tan peculiares. Como resultado, ni un solo momento de la cinta se siente forzado, artificial o fabricado. Quizás, solo el destino de uno dr los personajes parece en relación con el cuadro completo, como demasiado conveniente y poco admisible.
Cuarón no tiene miedo de permitir que la cámara se detenga en una escena o dos aunque solo sea por un instante más de lo necesario, ni es precavido al momento de dejar que la cámara deambule por sí sola de vez en cuando, como cuando se atreve a seguir a una mujer a la parte posterior de una humilde fonda para mostrarnos a algunas mujeres trabajando duro en la cocina. Es más, muchas de las tomas disfrutan de un tono melancólico y se regocijan en él, lo que representa el significado real del viaje para estas atormentadas criaturas.
En particular, Cuaron fue bendecido con la participación de tres actores que realizaron trabajos destacados, y que brindaron a sus personajes de una energía vital fidedigna y entrañable. En tarea se vuelven absolutamente naturales cada uno de sus movimientos, gestos y expresiones faciales, los tres se enfrentan de tal manera que no se duda ni por un momento de la verdad y la sinceridad de lo que se está viendo. Algunos actores nacionales de la actualidad deberían tomar nota.
Finalmente esta obra se trata de un triunfo artístico tanto en la forma como en el fondo. Posee un espíritu juguetón y efusivo, como se refleja en su actitud franca y casi inocente hacia el sexo, su humor irónico, su afecto por la gente y por ese país que es México, sin dejar de lado su atractivo visual e inventiva (Emamnuel Lubezki es el encargado de la fotografía). En fin, la película atesora un corazón, alma y descaro. ¿Qué más podría pedir un espectador cansado?
Para terminar y a manera de breve acotación puedo reconocer que como seguramente se ha notado en este escrito, me cuesta ser objetivo con una obra a la que le guardo un cariño muy especial. El motivo de este peculiar afecto es que esta película fue la primera que adquirí en formato de DVD hace muchos años, la primera integrante de una larga colección construida a base de mucho esfuerzo y con el pasar de los abriles. Eran justamente aquellos días en que todo el asunto era la sensación y las personas comenzábamos a familiarizarnos con esa nueva presentación de las obras cinematográficas. Así que, recién adquirido el aparato y sin contar con discos que reproducir en el novedoso utensilio, decidí comprarla en una tarde de vagancia al salir de la universidad. Sin embargo, esa no es la única razón de ese inusitado aprecio, sino lo que ocasionó su visionado en mi vida. Esa misma noche, en un acto completamente solitario la contemplaría en mi sala. Solo yo y la pantalla. La experiencia provocaría de alguna manera inesperada mi flechazo indiscutible a mi edad adulta con el séptimo arte. Resulta evidente que no es una obra impecable, pero su historia me atrapó, el ensayo rodeado de oscuridad me brindó algo nuevo, un hábito que deseaba repetir y al momento que aparecieron los créditos y sonó la brillante canción de Frank Zappa con la que cierra el filme, ya no era la misma persona que al comienzo de ese viaje. El resto es historia.
Comentarios