Surgió de la nada, esbozó una sonrisa. Fue increíble volver a verle, acababa yo de sentarme en ese lugar preparándome mentalmente para la espera, la cual como en un romance de Hollywood duró unos cuantos segundos.
Me sentía realmente dichoso por volver a verle, por tocarle, simplemente por volver a estrecharla entre mis brazos. Transcurrieron de igual manera unos pocos segundos para que yo lograra despabilarme y es que a esas alturas, unas cuantas noches de insomnio habían vuelto a afectar mi salud.
Volvimos a caminar, a andar como a ambos nos gusta: recorrer grandes caminos, paseando por la ciudad, deambulando de un lado a otro; por momentos lo haciamos con parsimonia, en otros con apresuramiento, sin faltar algunas pausas para besarnos o regalarnos un abrazo y una sonrisa.
Por supuesto en el recorrido de un caminante como los que nosotros somos, no pueden faltar pequeños altos para adquirir agua o comer. Sólo eso nos pudo detener esta vez; como tampoco pueden faltar las largas conversaciones, divertidos diálogos que no se pueden detener cuando empiezan y que necesitábamos en demasía.
Fue un dia increible el de ayer. Un día que no voy a olvidar, entre más te conozco más me doy cuenta que tu y yo nacimos para estar juntos, que con nadie podría tener esa unión tan especial, esa conexión indisoluble.
Y cuando la unión es tan profunda te das cuenta que lo más trascendental, que las experiencias compartidas, que los momentos inolvidables, son las cosas más simples de este mundo. Nada se puede comparar a tomarse un capuccino vainilla a tu lado; no existe nada como caminar tomado de tu mano y sentir que el tiempo no transcurre, que nada más subsiste.
Eres la número uno, la mujer más peculiar, la dama más especial que he conocido y conoceré.
Gracias por el estupendo día que pasamos juntos.
He vuelto a ser profundamente feliz, en cuerpo y alma.Por eso y por muchas otras cosas, Yo te amo tanto.
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