
Director: William Wyler
Duración: 212 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Charlton Heston, Jack Hawkins, Haya Harareet, Stephen Boyd, Hugh Griffith, Martha Scott, Cathy O'Donnell, Sam Jaffe, Finlay Currie, Frank Thring, Terence Longdon, George Relph, André Morell, entre otros.
" En los años del Imperio Romano del reinado de Augusto y su sucesor Tiberio, Judah Ben-Hur, hijo de una familia noble de Jerusalén, y Messala, tribuno romano que dirige los ejércitos de ocupación, se han convertido en enemigos irrenconciliables. Acusado de intentar contra la vida del nuevo gobernador romano, Messala le encarcela junto a su familia. Cuando se llevan a Ben-Hur a galeras, un joven llamado Jesús de Nazaret se apiada de él y le da de beber."
La película explica la historia de un personaje poseído por la sed de venganza, que lucha por su redención y ascenso social, sin renunciar a sus orígenes. No se toma la justicia por su propia mano, sino que espera la ocasión para vencer noblemente a su enemigo.
Su fortaleza física y su habilidad como conductor de cuádrigas, le permiten afrontar su propósito sin prisas. Le interesan, además, otros objetivos, como la recuperación de la familia y la liberación de su pueblo de la tiranía romana.
La obra enlaza la historia de Judah con la de Jesús de Nazaret, de quien recibe ayuda en un momento de extrema necesidad y con quien comparte edad.
El narrador inicial del film, Balthasar de Alejandría,uno de los tres magos, recuerda la situación del pueblo judío en torno al año 1, el edicto de empadronamiento de Augusto y el nacimiento en Belén.
Esther, hija del hombre de confianza de los Ben-Hur, enamorada de Judah, asiste al sermón de la montala y Judah, con la madre y la hermana, al viacrucis y a la crucifixión.
La película exalta las propuestas de amor universal y de perdón de los enemigos, que contrapone a los afanas de venganza que han inspirado la vida de Judah Ben-Hur. Son escenas destacadas la batallas naval, la recepción multitudinaria de Quintus Arrius en Roma y la carrera de cuádrigas, la más emblemática.
Es una de esas películas que te impulsan inexorablemente a amar el cine. Cuando se es niño nadie repara en ello, pero descubrir cintas como ésta no tan sólo no perjudica sino que incluso contribuye a la formación de verdaderos cinéfilos.
Concebida como entretenimiento para masar sin límite de presupuesto, culmina con ella una forma de entender al cine lamentablemente extinguida.
Pero al margen de su trascendencia cinematográfica, de la cantidad de oscars obtenidos, de la memorable banda sonora de Miklós Rózsa, de las espectaculares secuencias de las galeras o del circo y de la interminable legión de estrellas contratadas para esta superproducción, me gustaría hacer nuevamente hincapie en su alcance pedagógico, en su abrumadora capacidad para liberar la imaginación y dejarla revolotear durante más de tres horas por este huracán épico de perenne vigencia.
Eso sí, recomiendo hacerlo con ojos de niño, libres de prejuicio e impostura.
Sigue siendo una película mítica y espectacular que salvó a la MGM de la ruina y convirtió a Heston en el ídolo popular del cine épico.
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