
Director: Clint Eastwood
Duración: 141 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Angelina Jolie, Gattlin Griffith, Michelle Gunn, Michael Kelly, Jan Devereaux, Erica Grant, Antonia Bennett, Kerri Randles, Frank Wood, Morgan Eastwood, Madison Hodges, John Malkovich, Colm Feore, Devon Conti, Ric Sarabia, entre otros.
" Los Angeles, año 1928. Christine Collins es una madre soltera de los suburbios cuyo hijo desaparece sin dejar rastro. Meses después la policía dice haberlo encontrado, pero nada más al verlo asegura que ese chico no es su hijo. A pesar de estar segura de ello, y en medio de la confusión, Christine se lleva a casa al niño, pero insiste en que se continue la búsqueda de su verdadero hijo. Tachada de loca e incapacitada por la policía, por fin encuentra un aliado en el reverendo Briegleb, que le ayudará en su lucha contra la mentira del intercambio."
¿Qué decir del maestro? ¡El olvidado maestro!
Siempre que comentamos a los grandes nos olvidamos de su nombre, y sin embargo, siempre está ahí. Regalándonos una joya tras otra sin mesura, sin medida.
A sus 79 años Eastwood es el cineasta más hambriento y arriesgado que existe. Mucho más que esos jóvenes que quieren esconder su cobardía y falta de ingenio con trucos sacados de libros baratos sobre como hacer cine. Recurriendo a mover la cámra sin ton ni son, a multiplicar el número de planos, a recargar de colores y formar los escenarios. Eso no es riesgo, ni innovación, ni siquiera expresión artística. Eastwood no necesita trucos de magia. Eastwood te planta una bandera de Inglaterra en el vestuario de su púgil y ya tiene a Londres.
En 2 planos es capaz de hacer mucho más que otros en 10. En tres notas de piano te deja una herida en el corazón más profunda de lo que muchas sinfonías son capaces de provocar. En su cine hay una verdad tan profunda, tan reflexiva, tan sincera, que no necesita de trucos para desviar la atención del espectador.
Su cine es clásico en la forma pero definitivamente moderno en el fondo. Asume más riesgo en elegir a Jolie para el papel de protagonista que Zack Snyder en relativizar el tiempo de la cámara y moverla a su antojo en un cromo verde.
Porque Jolie es todo lo que no es la protagonista, y aún así, Jolie la hace suya, la maneja bajo un marco melodramático perfectamente medido. Pero, sobre todo, Eastwood asume el mayor de los riesgos tomando un guión digno de la peor telenovela vespertina para luego transformarlo en una muestra de arte y humanidad imperecedero, completamente atemporal.
Por eso es uno de los más grandes, porque todo lo pone en función de un trasfondo humano tan impermeable, tan magnético, tan profundo que cuando termina la película piensas que durante dos horas y media el maestro te ha dado otra lección de cine, el viejo ha sido el más joven de todos, y te levantas de la silla con el corazón encogido y una marca en el pecho que ya nunca se quitará, y entonces, solo puedes hacer una cosa, una última cosa, aplaudir.
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