
Director: Henry Selick
Duración: 76 minutos
País: Estados Unidos
Reparto (voces): Danny Elfman, Chris Sarandon, Catherine O'Hara, William Hickey, Glenn, Shadix, Paul Reubens, Ken Page, Edward Ivory, Susan McBride, Debi Durst, Greg Proops, Kerry Katz, Randy Crenshaw, Sherwood Ball, Carmen Twillie, entre otros.
" Jack Skellington, señor de Halloween, descubre la Navidad y queda prendado de ella. Por ese motivo decide mejorarla, aunque su versión de la festividad sea totalmente opuesta. Para su nueva idea secuestra a Santa Claus y lo sustituye; todos sus sicarios deben trabajar en el nuevo proyecto de Navidad, que resulta bastante macabro. Sólo Sally, ve el error que está cometiendo."
Como todo hijo de vecino tengo mis virtudes, mis defectos, y mis manias, sobre todo manías. Por ejemplo, no me gusta hacer una crítica de cine, ni valorarla siquiera, si no he visto recientemente la cinta en cuestión; pues todos sabemos que la memoria es una conocida traicionera, y aunque el que escribe pueda presumir de una facultad retentiva portentosa, es mejor tener fresca una obra.
Pues bueno, otra de mis manías que deriva de la anterior, es la de volver a observar esas películas que algun día dejaron en mí una buena sensación (más que un buen recuerdo); y aunque sé que suena un poco a contradicción, creo que puedo admitir, que lo más importante que deja el cine en mí son las sensaciones. Sin embargo, me gusta valorarlo liberado del "yugo" subjetivo que acarrean memoria y sentimientos.
Con esta cinta me ocurre una cosa bastante curiosa; ya que, ni suelen gustarme los musicales, ni suele gustarme todo lo que engloba la navidad, pero si suele gustarme todo lo que conlleva en nuestro mundo lo que tenga que ver con el señor Tim Burton.
Porque cada vez que hago un viaje a su mundo, no me queda más remedio que declararme sin tapujos un niño, y rememorar sin complejos los miedos que por entonces me acosaban; esa sombra en mi habitación, ese sonido que salía del armario, ese monstruo acechando en la oscuridad.
Dulces miedos, ahora todos tienen otro nombre, o simplemente son la misma sombra con un aspecto más amenazador, no lo sé; pero lo que sí sé es que me ha encantado perderme en este delirante festival de sombras durante la escasa hora y cuarto que dura.
Me he reencontrado con mis viejos fantasmas y al terminar los títulos de crédito me he dado cuenta lo feliz que era entonces, un recuerdo que para nada me quita que lo siga siendo incluso más hoy día. Un recuerdo que hace al fin y al cabo termine por pensar en que, incluso ahora, quizás las cosas tengan menos importancia de lo que parece, hasta mis miedos, y mis monstruos, hasta mis manías.
Disfruten de este portentoso ejercicio de imaginación; una de las mayores fantasías visuales del cine sin duda. Un clásico, incluso para verlo en mangas cortas como acabo de hacer.
Una pena que su desarrollo a veces se vea un poco estorbado por tantas canciones, pues la historia se trata con un poco de superficialidad; pero bueno, tampoco les hablaba de la cinta perfecta.
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