Director: Peter Bogdanovich
Duración: 102 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Ryan O'Neal, Tatum O'Neal, Madeline Kahn, John Hillerman, P.J. Johnson, Jessie Lee Fulton, James N. Harrell, Lila Waters, Noble Willingham, Bob Young, Jack Saunders, Jody Wilbur, Liz Ross, Yvonne Harrison, Ed Reed, entre otros.
" Durante la Gran Depresión, un estafador se encuentra atrapado con cuidar una niña que puede o no, ser su hija, y a partir de ahí los dos forjan una asociación que un inicio parecía poco probable. "
La cinta de Peter Bogdanovich nos ofrece una hermosa historia a través de auténtico arte y una deliciosa capacidad para sorprender. Insisto en el elemento de la sorpresa porque realmente nada se da por sentado: después de leer una breve sinopsis sobre ella, se espera encontrar con una road movie con diversas estafas presentadas por episodios, pero la trama te sumerge en el dúo padre-hija conformado por Ryan O'Neal y la niña Tatum. Y cuando se esperaría que la película evolucionara en campos más melodramáticos, nunca traiciona su genuino espíritu cómico más profundo.
La película cuenta con la dosis perfecta entre comedia y drama, nunca es demasiado sensiblera o demasiado melosa, y no cae en la trampa de la bofetada gratuita, aunque tenía todos los ingredientes para hacerlo. Me parece que esto se debe a que el director, consciente del enorme potencial de un verdadero dueto padre e hija, permite que el núcleo emocional del proyecto dependa de esa relación, en lugar de centrarse en la chica que es el personaje principal de la novela en la que está basada (y que se titula Addie Pray). Hoy en día, podría parecer muy arriesgado juntar a una gran estrella de Hollywood con su inexperta hija en una película importante. Sin embargo, el director logra extraer únicamente cualidades de este potencial riesgo. La química entre Ryan y Taum es simplemente algo que yo jamas había visto en una obra que representara este tipo de relacion. Son dos actores comprometidos con sus personajes, pero su relación consanguínea le da más fuerza y vuelve más solida la interacción. Los niveles por separado de amor, admiración, aversión, dependencia, independencia y desesperación sentidos tanto por Addie como por Moze son evidentes todo el tiempo. Y ninguno de los O'Neal vacila en mostrarlos.
Si el asunto se trata de Ryan diría que se encuentra en lo más alto de sus capacidades como interprete. Esto es, en muchos niveles, se puede percibir la resistencia de su personaje a ceder a los encantos de la niña, incluso cualquier afecto que el le expresa también contiene algún elemento de desdén. Sin embargo, al final no puede dejar de ser conquistado por el gran encanto y valentía que atesora su hija.
Y el publico tampoco lo consigue. La joven Tatum se roba la cinta con lo que parece ser un mínimo esfuerzo. Se desliza a través de la narración, emanando un encanto increíble. Si la actriz alcanzo cierto nivel y por ello se convirtió en una promesa de la actuación o no, es irrelevante en términos de su interpretación. Además de su encanto y genuina simpatía, ofrece al mismo tiempo una actuación con una gran cantidad de matices. En otras palabras, a pesar de su incuestionable simpatía, Tatum logra mantener al publico consciente de que Addie es una chica triste y solitaria en esencia que solo anhela el afecto paterno, y lo tomará de la manera en que pueda, desde el principio. Es simplemente una chica que nunca aceptaría menos de lo que exactamente desea. Sin lugar a dudas se merece el título de ganadora más joven del Oscar. Una representación atemporal que va más allá de una niña etiquetada como estrella infantil. Ese fue el mejor momento de Tatum como actriz.
El verdadero deleite del filme proviene precisamente de la evolución entre Moze y Addie, quienes pasan de la antipatía a la colaboración, y de la colaboración a la complicidad. Por otra parte, el aspecto cómico se produce por la forma en que se rechazan mutuamente: Moze solo se encarga de Addie porque le promete que va a enviarla lo más pronto posible con un pariente a un lugar cercano, sin admitir que ella es su hija. Aunque la mocosa tiene su ingenio, sus talentos, su mandíbula e incluso parece ser más astuta que él en su propio negocio. Por el contrario, Addie se ha vuelto insensible por la pérdida de su madre y no quiere dejar a Moze hasta que le proporcione los doscientos dolares que obtuvo del hombre que accidentalmente acabó con la vida de su mamá, un dinero que decidió gastar en las reparaciones de su propio auto. Ambos se dedican a timar a las personas y lo viven juntos sin disfrutarlo, utilizando para ello un viejo cliché, todo se trata de negocios y nunca de asuntos personales.
La época de la Gran Depresión ofrece un ambiente bastante adecuado para el relato, ya que fue precisamente un periodo repleto de desilusión en el cual la gente podía ser engañada con facilidad, un componente que descubrimos también en el espíritu de la cinta The Sting, lanzada el mismo año. Es decir, la pareja protagonista estaba realizando negocios a través de crímenes sin victimas (las victimas más considerables nunca fueron en esencia personas inocentes). La primera de las estafas consiste en vender a las viudas del lugar una Biblia que supuestamente era adquirida por los maridos que acaban de fallecer. Esta forma de proceder parece despiadada si se mira con detenimiento, pero la niña le agrega un sentido de profesionalismo cuando incrementa los precios de acuerdo a lo que observa en la víctima e incluso a veces, por esa misma razón, se atreve a desistir del engaño. El equipo trabaja de forma maravillosa y consigue ganarse nuestra estima, puesto que cuenta con una ética intachable y consigue triunfar con artimañas fascinantes, en especial aquella en la que confunden a los empleados de las cajas. La primera vez que la farsa es llevada a cabo con éxito construye de manera eficiente la sociedad, mientras nos muestra claramente los fascinantes métodos para confundir a un cajero. De hecho, algunas de sus trampas son difíciles de lograr en un primer intento, aunque sabemos que tarde o temprano alguien caerá en ellas. Y como todo aquel primer engaño termina con un auto cayendo en pozo de arena, sabemos finalmente que ahora ya son socios.
En lo que podría denominar como el segundo acto del relato, el vínculo se consolida cuando es elevado a un triangulo amoroso, en el que aparece una bailarina llamada Trixie Delight interpretada de forma maravillosa por Madeline Kahn, quien se roba literalmente algunas de las escenas. A lo largo de ese viaje, se vuelve literalmente un apoyo histérico. Una prostituta que piensa en si misma y en nadie más, y de quien Moze se enamora profundamente. La comedia y la habilidad de Kahn como una de las mejores actrices en el género, resultar evidente cuando se enfrasca en una discusión con Addie después de convivir en un picnic.
Cuando esta mujer aparece, Addie tiene que sentarse en la parte trasera del coche junto a la criada afroamericana que la acompaña. Esta segunda parte goza de una especie de ambiente de vaudeville que combina el ingenio de la mencionada The Sting con un sutil dramatismo. En este punto, Addie utiliza su talento para tener a su hombre de vuelta, el mismo hombre que no quiso ser fotografiado con ella bajo una luna de papel, durante la miserable feria donde conoce a la danzarina Trixie. La forma en que la chiquilla consigue tener éxito en su aventura, y ayudar a la muchacha negra para que pueda abandonar a la mujerzuela no es exagerada; y la conclusión casi resulta triste porque nos acostumbramos a la pronunciación irresistible de estructura ósea y a la presencia de la sirvienta a la que nunca más veremos. El segundo acto concluye con el automóvil avanzando bajo una lluvia torrencial, Moze y Addie juntos de nuevo en el camino, de nuevo socios, con algo más que una incomoda sensación en sus corazones.
Este es el tipo de película que basa todo su potencial en la química de sus dos protagonistas, tanto que es difícil hablar de ella sin caer en la exageración, especialmente en el aspecto de las actuaciones. Pero debo aseverar que la cinta es impecable en términos generales y en todos los niveles. El dialogo es totalmente ácido y sarcástico, aunque también muy fiel al periodo en el que esta situado y a los personajes. Los insultos y las ocurrencias se sienten reales, así como de alguna manera genera la sensación de venir de un lugar sensible y sincero. Y la dirección de Bogdanovich es inmejorable. Desde la elección de filmar en blanco y negro, pasando por el casting y ni que hablar del ritmo que le implanta a su creación. Es simple. Este es un clásico.
Una película de visionado obligatorio por todos aquellos que se tildan de fanáticos del cine, y que están buscando presenciar en una pantalla, la química perfecta que ha sido capturada entre dos actores.
Asimismo debe verse por la simplista perfección que es en su conjunto. Una verdadera delicia.
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