Director: Peter Jackson
Duración: 161 minutos
País: Estados Unidos/ Nueva Zelanda
Elenco: Ian McKellen, Martin Freeman, Richard Armitage, Ken Stott, Graham McTavish, William Kircher, James Nesbitt, Stephen Hunter, Dean O'Gorman, Aidan Turner, John Callen, Peter Hambleton, Jed Brophy, Mark Hadlow, Adam Brown, entre otros.
" Los enanos, junto con Bilbo Baggins y Gandalf el Gris, continúan su búsqueda en conseguir reclamar su tierra natal Erebor, del enorme dragón Smaug. Mientras tanto, Bilbo Baggins es poseedor de un anillo mágico y misterioso."
Después de ver la primera película de esta innecesaria trilogía, debo admitir que no me podría haber importado menos ver la segunda entrega. Y de hecho me tomó un solo minuto volver a la historia y me sentí agradecido de que la obra en su comienzo me brindara una escena para resumir lo que se suponía que me estaba contando. Y no es que la primera película sea mala (es demasiado costosa para ser mala), pero más allá de acción y desplazamientos constantes sin consecuencias aparentes o realismo que me llevara a involucrarme en el relato, simplemente me quedé observando un videojuego en el que no tenía muchas ganas de emplear toda mi atención. (y lo admito siendo un jugador). No esperaba que la cuestión en general mejorara demasiado cuando me encontré de nuevo con esta secuela y, como suele mencionarse, tal vez esto me ayudó a disfrutar más el filme. Si, porque ya es la segunda ocasión que invierto mi tiempo en ella.
Pero vayamos a la trama, la cual se centra en el hecho de que existan encuentros uno tras otro, para después conectarlo con las producciones posteriores (o tal vez deba decir anteriores) que me parece fue una buena jugada y que me provocó sentir que en este caso había más contenido, aunque sigue siendo engañoso, no negaré que funciona. Con respecto a las secuencias de acción, es justo señalar que padecen los mismos problemas que en la primera película, que básicamente es que nadie se percibe en peligro real sin importar cuánto tiempo dure la caída, cuán bajas sean las probabilidades de triunfo o lo que esté sucediendo en el momento. En ese sentido, la parte positiva es que, debido a que la cinta no goza de una secuencia de escape tras otra, no lo advertí tan a menudo, aunque es innegable que sigue siendo uno de los grandes inconvenientes de esta clase de proyectos. A su vez, los personajes están un poco mejor que en la anterior oportunidad, aunque insisto, tal vez ahora estaba más interesado en ellos. Por lo que se refiere en particular a Smaug, solo queda aseverar que es una gran creación, esto si solo se le enfoca en el aspecto visual y estéticamente hablando hasta elegante podría llegar a considerar a la inmensa criatura.
Ahora bien, al igual que me sucedió en la primera entrega donde mis partes predilectas fueron aquellas donde las secuencias estaban caracterizadas por la calma y cierta tensión con la aparición de Gollum, aquí también ocurre que el punto culminante de toda la película es donde Smaug juega con sus potenciales víctimas y a mi entender es una pena que toda esta dinámica no se haya concretado por más tiempo.
Deseo subrayar que visualmente la película sigue siendo una fiesta, aunque, como su lanzamiento correspondió a determinada época del año, se acerca más a ser una fiesta de Navidad en la que todo se encuentra en un estado inmejorable, pero al mismo tiempo interminable y, finalmente se siente indulgente e insaciable. Y este sigue siendo el caso, ya que la cinta casi nunca se percibe como si hubiese sido filmada completamente en un lugar. Recuerdo que las películas de Lord of the Rings me impresionaron con su belleza natural, pero en estas producciones incluso una toma que involucre personas caminando por un campo, parece haber sido mejorada digitalmente y por mucho que esto a una generalidad le parezca un avance en el cine, en mi caso me aleja un poco de lo que considero el verdadero arte. Precisamente los efectos visuales son impresionantes, sin embargo duele ver a Jackson realizar una labor como director inclinada hacia la escuela de gestión de efectos de George Lucas que más o menos se resume: si podemos hacerlo, entonces deberíamos de hacerlo.
Además, hay que mencionar que los actores realizan trabajos sólidos. Me resultan interesantes los casos de Freeman y McKellan cuando se les permite concretar algo más que efectos especiales. Y sobre los enanos me impresionaron más esta vez, no así los elfos. Para ilustrar mejor esto está Bloom quien permanece rígido la mayor parte de su interpretación, mientras que Lilly (sí, la Kate de Lost) luce el único efecto poco convincente en la película, en la forma tan peculiar de sus orejas. También aparece el gran Cumberbatch proporcionando su potente voz al temible Smaug y se pueden disfrutar las presencias de Fry y McCoy en lo que suele llamarse como papeles secundarios.
Pues bien, dicho brevemente se trata de una superproducción sólida (o también se le puede aplicar el olvidado término blockbuster). Una cinta que disfruta de mucha acción, una historia decente y fuertes efectos especiales; lo cual hay que aclarar no es lo mismo que decir que es una gran película, pero hay que admitir que entretiene. El hecho de que la historia permanezca distante se debe principalmente a sus personajes invulnerables y a su acción carente de consecuencias (pero eso si, muy seriamente presentada), lo que impide, por lo menos en mi caso, que me siente atraído hacia ella.
Por supuesto que, ahora después de algunos años ya estoy considerando seriamente acercarme a la película final. No obstante, espero que se centren más en el peligro que en el espectáculo y se genere tensión, en lugar de solo aumentar el ruido. Ya se verá. Adiós.
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