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Gohatto (1999)


Director: Nagisa Ôshima

Duración: 100 minutos

País: Japón / Francia / Reino Unido

Elenco: Takeshi Kitano, Ry­­­uhei Matsuda, Shinki Takeda, Tadanobu Asano, Yoichi Sai, Jiro Sakagami, Koji Matoba, Masa Tommies, Masato Ibu, Zakoba Katsura, Tomoro Taguchi, Chikako Aoyama, Yoshiaki Fujiwara, Daisuke Iijima, Yoichi Iijima, entre otros.

" El nuevo miembro de una tradicional unidad de la milicia samurai causa conmoción al interior del destacamento cuando varios de sus colegas se enamoran de él, amenazando con ello de alterar el rígido código de su escuadrón."


Corre el año de 1865, estamos justo en la era Shogun que Japón atravesó en algún punto de su extensa historia. En un arranque conocemos a Kano Sozaburo quien es admitido en una academia de élite samurai. A medida que se acerca el siglo veinte, dichas tradiciones van desapareciendo paulatinamente, mientras que las recien surgidas fuerzas reformistas están ocupadas tocando algunas puertas.

Este filme fue dirigido por Nagisa Oshima, un realizador identificado principalmente por su obra conocida como El imperio de los sentidos que generó gran controversia en el momento de su aparición en el año 1976 gracias a su contenido sexualmente explícito. Debido a tan eximio precedente, algunos afirmaron en aquel momento que esta nueva creación de Oshima era otra película sobre sexualidad, en especifico la supuesta homosexualidad de Sozaburo quien es el protagonista del relato (a mi juicio Sozaburo no es gay), pero a mi modo de apreciar las cosas, esto no es del todo cierto.
Hecha esta salvedad, diría que Sozaburo es un personaje que físicamente cuenta con diversos rasgos andróginos que son innegables, pero que suele navegar por la cinta de Oshima como un claro objeto de deseo que digamos que se encuentra disponible. En la rebuscada teoría lacaniana, de modo típico se le denominaría como un objet petit (Objeto a en castellano), es decir un objeto de deseo inalcanzable o un simple objeto que es la causa del deseo, cuya mera apariencia provocaría la necesidad de que algún secreto tuviese que salir a la luz o ser simplemente expresado. Sin embargo, más allá de que se trata de un hombre muy agraciado y obviamente bastante habilidoso como espadachín, cada estudiante o superior en el rango en la propia academia que se cruza con él, inmediatamente se encuentra compitiendo por el afecto de Sozaburo, no por lo que el talentoso joven es o posee como ser, sino por lo que todos esos individuos proyectan en el como su objeto de deseo. En ese sentido, el amor, entonces se revela definido por la imaginación, como un concepto más parecido a un fetiche. Esto suele ser un elemento característico en el trabajo de Oshima. 
En otras palabras, los intentos de seducción estética del director se personifican en el personaje principal que es Sozaburo, de tal manera que la película despliega un sainete para que el espectador participe en una serie de obsesiones, antes de revelar cómo todas estas descabelladas atracciones hacia el joven aprendiz de Samurai resultar ser explotadoras en el peor de los casos, casi impulsos narcisistas inconscientes en el mejor de ellos.
En consecuencia, brotan todos estos dispares afectos que van desde el amor cortés, a los anhelos construidos a la distancia, hasta generar las mutuas ventajas que traigan un beneficio que no es otra cosa que una violación inmediata (y un conjunto de otro tipo de relaciones complejas), pero que en cada caso el punto esencial que las define sigue siendo el mismo. Dicho de otra manera, se trata únicamente de un inventario de tabúes porque en todos esos vínculos el permiso es lo último que se busca como propósito amoroso.
De donde resulta que el famoso tabú al que se aludió en el título de la cinta no es, por lo tanto, el tema de la sexualidad (y por lo visto el fallecido señor Oshima prácticamente lo mencionó de forma descarada en múltiples entrevistas). De hecho, por lo visto la homosexualidad fue abiertamente aceptada en la milicia imperial. Por esto, el verdadero tabú en esta creación no es otra cosa que la violencia, con la preponderancia que se le da en la historia a los tipos psicológico y la que va más allá de lo físico a la agresión. Es precisamente este aspecto, lo que motiva a Sozaburo a buscar venganza en la batalla cuerpo a cuerpo.
Por un lado, el personaje es en su forma más arquetípica un hombre extraño, misterioso y vengativo con un pasado que permanece oculto; por el otro, es un hombre que se está sacrificando para devolverle algo al mundo siendo ese tabú de lo estético, un mundo que advierte como repleto de superficialidad y pretensiones. Para Sozaburo, el amor como idea y la apreciación de la belleza en general son un par de asuntos velados y que gozan de un componente de violencia. Esto es, el amor es un acto esencialmente de agresión, el privilegio que cualquier ser puede disfrutar siempre a expensas del otro. 
De hecho, Sozaburo, un individuo profundamente amargado y con un cúmulo de cicatrices a cuestas, es capaz de atraer a los hombres precisamente porque en algún punto se percata de que el amor es una especie de transacción estéril de signos (se transforma así en la versión masculina de los anteriores héroes de Oshima), señales que ahora ha resuelto relacionar de forma vengativa con el control (a este respecto observar cómo se niega a cortarse el pelo, dado que su flequillo tiene fuertes connotaciones culturales en la civilización japonesa). Por supuesto, el desprecio que Sozaburo muestra ante todos sus pretendientes, aunque no es necesariamente reprobable, no es el meollo genuino del asunto. Más bien, pretender, o fingir, es de modo paradójico un asunto central para la compasión (el ponerse en el lugar del otro, el impulso de la representación presente en los niños y en el arte).
Mientras tanto, Oshima más adelante amplía su creación de tal manera que la vida en la academia sirve como un microcosmos para el Japón de fines del siglo XIX. Por lo visto, se supone que la narración tiene lugar durante un periodo en el que el mentado shogunato había tomado el control de la nación que lideraba el emperador. Por lo que, el shinsengumi, una clase de milicia samurai que servía al shogunato como una especie de fuerza policial especial, comenzó a reclutar nuevos miembros provenientes de la clase campesina. Esto produjo una peculiar situación en la que los campesinos tenían la tarea fundamental de mantener a otros campesinos bajo control. Como el orden social está sujeto a las tentaciones humanas, dicho orden obviamente resultó ser un intrincado asunto.
Y aquí llegamos a otro elemento inconfundible de Oshima, en esta oportunidad es la extraña e irónica situación en la que se permite cualquier indecencia, ya sea la homosexualidad o el asesinato, con tal de mantener la nombrada decencia pública. 
Como si esto no fuese suficiente, Oshima en otra parte de su filme contrapone la cultura altamente estética de su país de origen con el código brutal y marcial del guerrero de aquellas épocas. En este sentido, Sozaburo se transforma en un objeto estético, una obra de arte casi hecha de porcelana, cuya belleza desencadena un grupo de emociones reprimidas y retorcidas en la psique de la cultura japonesa. De modo que pone al descubierto la violencia poética como tesis (simbolizada en la pantalla a través de los cerezos en flor y los árboles siendo cortados).
A manera de cierre, apuntaría que si bien esta película es una sugerente obra de Oshima, su estética llamada (nadie sabe quien la bautizó así) como poética manierista ha sido desvirtuada hasta alcanzar el grado de lo kitsch por innumerables cineastas que le siguieron, e innumerables películas de samurai y animes o mangas. Desde luego, cualquiera puede argumentar que eso era justamente lo que el difunto realizador buscaba conseguir. Por consiguiente con sus sedosos quimonos, sus flores de cerezo, sus fastuosos conjuntos, Oshima esperaba servir como una especie de inspiración para un romanticismo de samurai que gradualmente se volvió muy trillado.
En suma, no se si funciona más en el apartado teórico en lugar de aquello que concierne a lo visual, me parece que todo depende de qué tan familiarizado se esté con las películas que versan sobre esos peculiares seres que fueron los samurais.

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