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Kippur (2000)



Director: Amos Gitai

Duración: 117 minutos

País: Israel / Francia

Elenco: Liron Levo, Tomer Russo, Uri Klauzner, Yoram Hattab, Guy Amir, Juliano Mer-Khamis, Ran Kauchinsky, Kobi Livne, Liat Glick, Pini Mittleman, Meital Berdah, Gidi Gov, entre otros.

" Una película que tiene lugar en 1973 durante la guerra de Yom Kippur en la que Egipto y Siria lanzaron ataques en el Sinai y los Altos del Golán. La historia se cuenta desde la perspectiva de los soldados israelíes."


Si bien sería comprensible generarse toda clase de expectativas y llegar a pensar que esta bien podría ser una obra del estilo de Saving Private Ryan o Black Hawk Down (aludo a esta última debido a que la sinopsis revela que un helicóptero termina cayendo), después de todo la narración corresponde a una película de Amos Gitai, y creo que en esa línea su creación se halla más cercana a lo representado por una cinta como Apocalypse Now mezclada en algún nivel con un toque de la sensibilidad indudable de The Thin Red Line, aunque sin contar con nada de la poesía visual que si estaba presente en el trabajo del obsesivo Terrence Malick.
En realidad, se trata de un documental con tintes de drama sobre dos jóvenes israelíes que ayudan a evacuar a los heridos del campo de batalla y al final resultan heridos cuando su helicóptero es derribado.

Sin caer en ponderaciones, eso es todo lo que podría mencionarse en lo que respecta a la trama.
Basada en la propia experiencia de Gitai luego de unirse a un equipo de rescate de helicópteros durante la guerra acontecida en Kippur en 1967, el director crea el personaje del sargento Weinraub y es a través de sus ojos que se desarrolla la historia. El filme está curiosamente sostenido como eje central por el sexo, uno representado de forma gráfica y artística en la pantalla (literalmente, dado que al inicio observamos una escena que involucra un lienzo increíblemente grande y mucha pintura), en la cual Weinraub sacude a su novia mientras yacen postrados en una enorme cama, lo que sucede en una extendida escena, precisamente antes de que ocurra el estallido de la guerra con el ataque de Egipto y Siria que interrumpe su momento de pasión, para después dirigirse a algún lugar para recoger a su amigo y oficial el teniente Ruso, mientras conducen con destino a algún campamento para incorporarse a su unidad.
En el camino se encuentran con una serie de personajes que entran y salen de la historia con la misma celeridad, y pronto se tropiezan con un cuartel al que acceden con suma facilidad, y se ofrecen como voluntarios para unirse a un destacamento improvisado que rescata gente herida de los helicópteros caídos, y es rápidamente ensamblada para volar con dirección a la zona de guerra para recoger a los sobrevivientes malheridos, como una especie de ambulancia voladora encarga de las misiones de rescate.
Debido a esta terrible coyuntura, se aprenden una o dos cosas sobre las evacuaciones de emergencia, así como la política inexpugnable de no transportar a los muertos en misiones como estas en las que el tiempo apremia, llevando únicamente a los sobrevivientes y cumpliendo así con los objetivos de la misión que se les ha asignado.
No obstante, si uno no estuviera consciente de que Gitai se encuentra al mando de la película, bien podría esperar una típica película de guerra, ya que el escenario retratado ofrece muchas posibilidades para ello. Por ejemplo, se muestran toda clase de escenas donde se planea por encima de la línea del frente, pero al pretender llevar a cabo su objetivo práctico e imparcial, Gitai enturbia la pantalla con una diversidad de cuerpos desmembrados que son exhibidos lo suficientemente cerca como para revolver el estómago.
Incluso hay momentos en los que es evidente que se requería algún tipo de acción, pero como son pocos y nuestros soldados están desarmados, la probabilidad de que esto acontezca al transcurrir de los minutos es cada vez menor. 
Ahora bien, para aquellos que gocen de la misma sensibilidad que Gitai, serán capaces de notar su amor por las tomas largas, y en este caso existe una de ellas que es de modo inconcebible demasiado prolongada que involucra un embotellamiento en el tráfico a través de caminos estrechos, cuando Weinraub y Ruso se apresuran a retornar a su campamento.
Por otro lado, la mayoría de las tomas durante la guerra tienen que ver con los apretados interiores de los helicópteros o vistas aéreas de estas aeronaves, pero a través de angostas ventanas, capturando con ello decenas de tanques en vastos y fangosos paisajes devastados por donde alguna vez existió alguna carretera, con lo que se puede imaginar la escala que alcanzó aquella invasión extranjera.
En concreto, la película en términos estéticos es marcadamente ambiciosa. Por supuesto que consigue prosperar gracias al poder presente en sus imágenes, aunque como lo he citado sin alcanzar esos niveles de lírica de Malick. Con todo, quiero insistir en el asunto de que hace mucho que no veía tantas tomas tan largas y estáticas desde aquellos experimentos de Hitchcock a finales de la década de los cuarenta. Incluso al propio Ozu le resultarían extrañas estas agotadoras secuencias durante las cuales, la mayor parte del tiempo no pasa mucho o más bien no pasa nada.
En ellas generalmente observamos a los hombres gritando por encima del ruido proveniente del campo de batalla y atravesando el barro, para trasladarse de un lugar a otro que está usualmente a tres metros de distancia. Es más, después de los créditos iniciales, cuando tenemos la ocasión de contemplar a un hombre y a una mujer dando vueltas y teniendo sexo en una cama salpicada de pinturas de diferentes colores, la escena sigue y sigue, mientras en el fondo aúlla de manera triste un saxofón. Esto, desde luego no es más erótico que las texturas cambiantes de la amorosa pareja que protagonizaba Hiroshima, mon Amour.
En algún punto se esboza un poco de los antecedentes del par de hombres protagonistas del relato, pero no gran cosa, por lo que realmente no es posible identificarse con alguno de ellos. Entre el grupo protagonista, el único del resto de los soldados que pude distinguir fue el médico, y eso se debió principalmente a que gozaba de un gran parecido con Francis Ford Coppola.
A lo largo de la cinta, por extraño que parezca, no hay ningún cliché que se pueda encontrar. Aquellos hombres están luchando contra los sirios, pero nunca vemos a ninguno de ellos, y el enemigo solo es mencionado una o dos veces, después de manera casi casual, no con alguna que pudiera albergar alguna clase de amargura u odio.
Prácticamente no hay bromas entre los hombres, del tipo al que nos hemos acostumbrado tanto en cintas de este género. Nada de bromas. No hay ninguna clase de comunicación, ni por correo ni por teléfono. Todo lo envuelve un paisaje invernal que se caracteriza por ser brumoso, frío, fangoso y totalmente inhóspito. Es decir, la mayoría de nosotros cuando pensamos en un lugar como Israel, ese solitario y atípico paraje occidental, lo imaginaríamos durante la temporada turística, con mucho sol y una gran cantidad de pasto brillante. Pero en invierno, los climas mediterráneos pueden llegar a ser tan miserables como en cualquier otro lugar del planeta, como cualquier buen californiano que se precie de serlo podría asegurarlo.
Llegados a este punto, hablando del Mediterráneo (me alegro de que lo hayas mencionado), el filme nos regala una imagen bastante clara de los ciudadanos de aquella región cultural cuando se encuentran en guerra. Aquí podemos contemplar a estos judíos corriendo, gritando, agitando las manos y discutiendo, mientras los helicópteros casi se sitúan al lado de sus oídos y los tanques retumban como si fuesen camiones de carga. Por otro lado, es prácticamente indudable que los sirios estaban haciendo lo mismo. 
Si bien esto es 1967 y los hombres lucen este aspecto descuidado y traen el pelo largo, parece ser que todos ellos son buenos guerreros. ¿Pero que habrían hecho otros generales históricos conocidos y reconocidos por su severidad como Patton con tropas tan peculiares como estas?
Para muestra de ello la escena más impactante de la narración. Dos hombres llegan tarde a una reunión informativa antes de partir con dirección al frente. El oficial a cargo obviamente está un poco disgustado por la situación y le pregunta a uno de ellos que puede contribuir con su esfuerzo a la batalla en curso. El hombre se pone de pie, un poco inseguro, y le responde con un tono timorato: "Bueno, hemos sido entrenados para cumplir con este deber. Si contamos con un piloto y un hombre más, conseguiremos hacer el trabajo perfectamente". O algo más o menos por el estilo. Desde luego queda claro que su comportamiento no se halla en consonancia con su respuesta que denota tanta seguridad.
Finalmente, no es de ninguna manera una obra que pudiera calificarse de interesante. Más bien, parece ser que tanto el director como el editor se extralimitaron con sus propósitos y redujeron el ritmo de la narrativa al que correspondería a de forma oportuna a un funeral.
En alguna de mis ensoñaciones, hubo momentos en que me encontré esperando que el cliché de la llamada o recibir alguna carta se llevara a cabo, solo para que los hombres pudieran leer los escritos de sus novias que estaban en casa y poder bromear un poco entre ellos. Es evidente que esto jamás sucedió.

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