Director: Spike Lee
Duración: 135 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Alec Baldwin, John David Washington, Isiah Whitlock Jr., Robert John Burke, Brian Tarantina, Arthur J. Nascarella, Ken Garito, Frederick Weller, Adam Driver, Michael Buscemi, Laura Harrier, Damaris Lewis, Ato Blankson-Wood, Corey Hawkins, Dared Wright, entre otros.
" Ron Stallworth, un oficial de policía afroamericano originario de Colorado Springs, logra infiltrarse con éxito en la delegación local del Ku Klux con la ayuda de un compañero judío que lo reemplaza y que eventualmente se convierte en su líder. Una cinta basada en eventos reales."
A decir verdad, cuesta tener aunque sean un poco de ganas de realizar una breve reseña sobre esta película. Y es que, al igual que le ocurre a Spike Lee, tengo mis propios puntos de vista sobre el aparente enfrentamiento racial que acontece en la sociedad moderna de los Estados Unidos que se siente un asunto más arcaico que nunca. Sin embargo, prefiero dejar de lado en esta crónica mis opiniones políticas y mejor me tomaré el tiempo de forma estricta para detallar mis apreciaciones sobre el alborotador y poderoso drama creado por Lee.
En pocas palabras, la trama relata la historia de un detective negro que se infiltra en el Ku Klux Klan para evitar cualquiera ataque, que a la postre pueda resultar en una inminente guerra racial. Es decir, un caso absolutamente fascinante que representa de forma metafórica una variedad de temas que poseen diversas dimensiones por las cuales pudiesen ser abordados. Por citar un ejemplo de ello, el hecho de que un individuo negro que forma parte de la policía y que decida unirse a un clan completamente blanco, sin que ellos consigan identificarlo, muestra que todas las razas bien podrían integrarse y residir de manera pacifica en una hermosa convivencia.
Se supone que todos somos ciudadanos respetuosos de la ley, ¿no es así?. Todos somos elementos integrales en la sociedad. Además, todos somos iguales, independientemente del color de nuestra piel.
En este caso el tristemente célebre Clan (que aquí se hace nombrar a forma de clave como la Organización) contrasta con los ex miembros del Partido de las Panteras Negras en el método que determinan emplear para reunir el apoyo que requieren para llevar a cabo sus respectivas tareas. Los primeros y sus procedimientos son comparables a los de una organización terrorista en donde las acciones expresan más que las palabras, mientras que los segundos utilizan el poder de estas para incitar a sus seguidores, no para provocarlos, sino para motivarlos a manifestarse en el camino de alcanzar una revolución. Desde luego, el cuadro descrito no se trata de una representación sesgada de Lee, es un hecho. En un sentido general, no se trata de una imagen sutil donde aparece una minoría que suele disponer de su tiempo para lidiar con los racistas sobrantes de la sociedad.
Dicho de otra manera este es el mensaje que atesora el filme. Un mensaje de poder, liberación y revolución. De tal manera que, entre el grupo conformado por varios guionistas, en el que estuvo incluido el propio el Lee, resolvieron eliminar todas las barreras que tuvieran relación con toda clase de improperios. Por lo cual, casi todas las palabras ofensivas, de connotación racial y despectivas están incrustadas dentro del guión de forma nítida.
Por otro lado, goza de una potencia de modo irrefutable e inmediatamente consiguió transportarme, para quedar patidifuso por ese visceral entorno que se vivía en los años setenta en los Estados Unidos. A su vez, logra ilustrar la ideología racial propia del supremacismo blanco correspondiente tanto a los sistemas políticos como a los socieconómicos y lo realiza en un contexto despreciativo.
Dicho lo anterior, considero que en ese punto se vuelve una obra provocadora, ya que suscita que el activismo que cada espectador pueda guardar en su interior, aumente a medida que avanza la trama.
Afortunadamente, el enfoque del guión en cada minuto del metraje se mantiene sobre la trama, y por ende todo el relato continua produciendo cierta atracción en cada nueva escena que se presenta.
Hay que mencionar, además que se logra apoderar de la complicada misión de equilibrar el astuto humor de estos días con intransigentes discursos donde casi me sentía atrapado por cada palabra que se pronunciaba, presenciando la consagrada perspectiva de Lee sobre el llamado poder negro a través del medio del cine.
Llegados a este punto quisiera aclarar que más allá de haber contemplado algunas de sus creaciones más reconocidas, no estoy abiertamente familiarizado con su filmografía. Aunque esto no significa que sea capaz de negar su talento para abordar cuestiones fundamentales sin conformarse con el mero uso del melodrama, lo cual es digno de aplauso. Mas aún, su rigurosa dirección permitió que el elenco se integrara realmente como parte de la historia.
En ese apartado, en primer plano tenemos a Washington , el protagonista de la historia, quien retrata la ingenuidad a través del sarcástico ingenio y los enérgicos movimientos corporales que permiten que su personaje se convirtiera en una amena experiencia justo a la mitad de un mar de regresión social. Pero, una vez más, Driver se roba algo de la pantalla sin ser aquel sujeto que porta el rol del héroe dentro de la cinta. Su actuación es sencilla y sigue siendo uno los actores más creíbles que existen en la actualidad. Su cadencia cómica, su moderado comportamiento y su certeza emocional se fusionan para crear una representación auténtica del personaje.
Me gustaría dejar claro que no se puede negar que esta es una oportuna creación, cuya aparición resultó ser más importante que nunca dadas las circunstancias actuales, que en esta oportunidad se destacan en la secuencia final cuya duración es de cinco minutos. Sin embargo, tengo algunos problemas con ella desde la primera vez que la vi, y que en este segundo visionado me volvieron a causar las mismas sensaciones.
Pero veamos, muy independiente de los puntos de vista políticos y sociales que poseo y que mencioné en un comienzo, considero que incrustar la opinión personal de modo tan evidente en una película y de manera tan forzada, tomando en cuenta que la base de la obra es la representación de una historia real, todo el asunto se torna en una experiencia muy desagradable. Esto es, es comprensible que Lee utilice aquel caso para comparar las similitudes de la sociedad actual con aquella de los Estados Unidos de la década de los setenta. Pero al hacerlo, lo que en un principio parecen ser sagaces y consistentes comentarios contra la administración Trump terminan por enlodar el tono de la cinta y, en cambio, se transforman en un manifiesto ataque personal. Desde luego entiendo que se trata de una declaración muy personal, y Lee claramente deseaba compartir su punto de vista con el resto del mundo. Solo que en mi caso, me parece que se necesitaba reprender menos para mantener la objetividad y el tono de entendido sobre el tema que se albergó en el resto de la obra.
En ese sentido, no ayudó que aquellas escenas en particular donde se critica con dureza estuvieran enquistadas dentro de la torpe narrativa, fomentando con ello su propio carácter de prescindibles. Sin embargo, la destreza única del filme no debería pasar desapercibida. En aquel instante, gracias a esta película tan conveniente como entretenida, Spike Lee demostraba que estaba de vuelta en plena forma y que tenia algo urgente que decir.
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