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The Favourite (2018)



Director: Yorgos Lanthimos

Duración: 119 minutos

País: Irlanda / Reino Unido / Estados Unidos

Elenco: Olivia Colman, Rachel Weisz, Emma Delves, Faye Daveney, Emma Stone, Paul Swaine, Jennifer White, Lilly-Rose Stevens, Denise Mack, James Smith, Mark Gatiss, Horatio, Willem Dalby, Edward Aczel, Carolyn Saint-Pé, entre otros.

" A principios del siglo XIII en Inglaterra, una frágil reina Ana ocupa el trono y su íntima amiga de nombre Lady Sarah, gobierna el país en su lugar. Cuando llega una nueva sirvienta, una mujer llamada Abigail que además es prima de Lady Sarah, su encanto la atrae directamente hacia la reina."

Primero, habría que proporcionar algunos antecedentes para situarnos en el contexto de esta historia. La película está basada en un breve fragmento de la historia de Inglaterra que podría calificarse como livianamente interesante. En este relato no hay asesinatos de hermanos, ni violentas decapitaciones, ni guerras estremecedoras (solo una breve mención a una batalla que acontece de manera circundante). 
En su momento, a los críticos les dio por comparar este filme con el clásico All about Eve, desde luego con cierta justificación, ya que la narrativa gira alrededor de una joven recién llegada a un lugar casi por accidente, de aspecto en un comienzo inofensivo, que termina por usurpar el lugar de una especie de diva bien establecida. Pero, me temo, ahi es donde debe terminar la singular comparación. En aquella afamada obra del séptimo arte, no existe una reina que sea el foco de esta mordaz competencia por convertirse en su favorita.
La peculiar aventura es contada por un realizador cuya labor en el cine los recientes años ha ido ganando cierta popularidad y ha gozado de un evidente prestigio, me refiero al director griego Yorgos Lanthimos quien la divide en pequeños capítulos con sardónicos títulos tomados del correspondiente dialogo del episodio en cuestión (por ejemplo un pequeño problema, soñé que te apuñalaba en el ojo, etc, etc.)
El estilo en la narración proviene de escenas cortas y nítidas que generan un ritmo que compensa en algún sentido de la falta de emotividad genuina (todo ello debido a la mencionada ausencia de violencia y muerte verdaderas).
La dirección artística es el aspecto que más destacaría en la cinta, y por ende se nota de inmediato: el uso generoso de tomas realizadas con esos lentes de gran angular y de ojo de pez, acompañadas de luces y sombras contrastantes; así como la utilización intensiva de una banda sonora que consiste únicamente en instrumentos de cuerdas que suenan con potencia a las que se les suele añadir un particular piano rítmico. Además, se dispone de una edición espléndida que nos regala un montaje prácticamente transversal, que en este caso favorece (por citar una clara muestra de ello) para acentuar el insoportable dolor que la reina padece debido a la gota, que se entrevera con la aventura de la emprendedora recién llegada al palacio mientras se sumerge en el bosque para buscar alguna cura. 
Un poco más adelante, continuando en la misma línea de una innegable y suntuosa edición, una charla entre las dos mujeres que se hallan en competencia por los favores de la monarca, son filmadas como un par de siluetas contra una enorme ventana que se percibe al mismo tiempo como opaca y brillante. Esto se acompaña con un muy lento acercamiento al rostro de la reina lo que la lleva finalmente a un estallido, a un grito que le lleva a expresar con arrojo: ¡detente!
En resumen, donde quiera que mires, esto sucede a lo largo de la película, y yo lo he agradecido de modo entusiasta el par de ocasiones que he tenido la oportunidad de observarla.
Por otro lado, el periodo histórico que abarca la historia de la cinta se trata de un breve lapso menor a la década que duró el reinado de la soberana Anne (a quien interpreta la talentosa Olivia Colman) para terminar tres años antes de su muerte que acaeció en 1714.  
Todo arranca mostrando a la duquesa Sarah Churchill (Rachel Weisz), amiga de la infancia de Anne, quien en la actualidad se halla en un perfecto control de los asuntos estatales de la nación gracias a la intimidad que mantiene con la reina, cuya edad psicológica es probablemente la de una joven adolescente. Además, su majestad está plagada de diversos problemas de salud, particularmente de un padecimiento muy doloroso llamado simplemente Gota. Luego aparece la damisela recién llegada cuyo nombre es Abigail Masham (Emma Stone), se trata de una ex aristócrata (el origen de sus nuevas circunstancias es omitido), que acude al palacio para buscar ayuda de la prima Sarah. Inicialmente empleada como un humilde sirvienta, Abigail termina por impresionar a Sarah con su iniciativa para encontrar un remedio para la emperatriz. Por ello, al percibirla como no más que una pieza que le resulta de ayuda y a la cual poder usar a su conveniencia, Sarah se apoya en Abigail para que se encargue en la demandante tarea de atender a Anne. En ese punto, se nos muestra la superficial inocencia de Abigail que resulta ser obviamente todo un embuste.
Aunque a Sarah no le toma mucho tiempo averiguarlo y con ello vislumbrar todo lo que está por venir, es un poco tarde cuando finalmente llega a comprenderlo. Que empiece el juego.
Las maquinaciones de la farsante son representadas en una escena tras otra y son elaboradas de una forma meticulosa. Como un perfecto depredador, después de ser removida de su condición de humilde criada, Abigail permanece de modo prácticamente invisible, pero al mismo tiempo observa y escucha con la máxima atención todo lo que acontece a su alrededor, como sucede cuando se topa con una discusión entre la reina Anne y uno de los funcionarios dentro del gobierno sobre si se debe ir a la guerra o ese asunto debe terminar (sobre este tema ahondaré más adelante). 
Sin embargo, la advenediza y perversa muchacha, atesora una firme a la vez que diligente voluntad cuando surge una oportunidad. En algún momento, cuando Sarah, quien se halla en extremo ocupada, la envía por un par de horas para que haga compañía a la inestable monarca; Anne de manera comprensible en un inicio no está particularmente emocionada por tener a esta persona desconocida a su lado (aunque sea alguien que ella reconoce como la mujer que palio sus dolores). Por lo cual, sin inmutarse, luego de ser enviada lejos inicialmente por la poseedora del trono, la perspicaz señorita logra reconocer un camino seguro hacia el corazón de Anne, los diecisiete conejos que la reina considera su descendencia. Sin embargo, el asunto de ganarse el afecto de la reina esta lejos de ser una navegación libre de problemas. 
En esta película que está prácticamente desprovista de violencia explícita, aquellos elementos que se emplean con ese carácter son fabricados a través de un valor artístico y tienen a Abigail como su único objetivo. Por ejemplo, aquel subordinado que he se mencionó anteriormente de nombre Harley, al pretender reclutar a la doncella como su espía, la empuja directamente cuesta abajo en una ladera, con el único propósito de persuadirla para sus fines. O cuando Sarah comienza a sospechar algo de sus maquiavélicos planes, casi le dispara a Abigail accidentalmente durante su práctica habitual de tiro. Sin embargo, la inocente virgen pronto se subleva y termina por vencer, durante otra sesión de disparo a alguna indefensa ave, cuando lo hace de forma tan apresurada que la sangre de la presa termina por rociar la cara de Sarah. En ese mismo momento, aparece un sirviente para anunciar la solicitud de la reina. Ante una breve pausa de Sarah, quien continua pensando en la sangre que corre por su rostro, la criada agrega vacilante, señalando a Abigail: la Reina la busca a usted.
Habría que decir también que el cuerpo principal de la obra es indiscutiblemente un tema satírico, una prolongación a veces sardónica del título: la historia de cómo un par de mujeres compiten por ser las favoritas de la Reina Anne y, por lo tanto, el poder. No pienso entrar en más detalles. El telón de fondo del argumento es una cuestión simple. Junto con su esposo, el apoyo de un Lord y un liberal británico, Sarah propugna porque la guerra con Francia continúe, al igual que los elevados impuestos a los terratenientes. Y en la feroz oposición hacia estas posturas, se menciona a Tory Harley, el mismo tipo que ha reclutado a Abigail como espía.
Finalmente, si bien los tres trabajos de las protagonistas de este particular triangulo amoroso resultan fascinantes, los requerimientos de los tres roles varía. En primer lugar, la Sarah personificada por Weisz es de una naturaleza que queda patente en la pantalla: una mujer de clase alta, de una personalidad fría y que posee un control constante de sus emociones. En cuanto a Stone, retrata a una Abigail en permanente evolución, que va creciendo con cada amenaza que se le presenta con cada escena. Sin embargo, la actuación absolutamente fascinante proviene de Colman. Por esa razón, obtuvo el deseado galardón como mejor actriz en la última entrega del Oscar. Con una precisión casi medida, ella entrega una Reina Anne inhibida gracias a sus dolencias, excentricidades y neurosis. Al mismo tiempo, nos acercamos y empatizamos con su personaje gracias a su simplicidad, y obviamente a su personalidad simpática e infantil. Así mismo, hay algunas escenas en las que aparece la genuina monarca que yace en la profundidad, cuando más de una vez la escuchamos pronunciar con un tono acerado: he hablado
En síntesis, la ironía más cruel de toda esta historia es la incapacidad de la Reina para reconocerse a sí misma como víctima de la manipulación de las dos mujeres que supuestamente más la quieren. 

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