Hereditary (2018)

Director: Ari Aster

Duración: 127 minutos

País: Estados Unidos

Elenco: Alex Wolff, Gabriel Byrne, Toni Collette, Milly Shapiro, Christy Summerhays, Morgan Lund, Mallory Bechtel, Jake Brown, Harrison Nell, BriAnn Rachele, Heidi Méndez, Moises L. Tovar, Jarrod Phillips, Ann Dowd, Brock McKinney, entre otros.

" Una afligida familia que se encuentra atravesando un proceso de duelo, es perseguida por toda una serie de trágicos e inquietantes acontecimientos."

Siempre he conservado un enorme aprecio por el terror, a pesar de que no es mi género favorito en esto del bien llamado séptimo arte, y este filme logró atraer mi atención de modo eficaz, tanto que casi de forma inmediata me interesé en verlo gracias en mayor medida al concepto tan deslumbrante que despliega en la pantalla. Aunque se trata de una creación que entre el público fue acogida de una manera que más bien podría describirse como polarizada, fue precisamente en el terreno de la crítica donde fue bien recibida y reseñada con tono de aprobación, ya que en los comentarios de estos peculiares seres que se hacen llamar especialistas se leyó y se escuchó más de una vez de modo unánime, que se trataba sin duda de una de las mejores cintas del año pasado.

A pesar de haber tomado la compleja decisión y emprender la ardua tarea de reseñarla en este momento, esta es una de esas películas que en mi caso miré hace algunas semanas, pero con tantos compromisos y contando con una lista tan amplia de obras que ver y revisar, el asunto de analizarla y repasarla me ha llevado una cantidad considerable de tiempo.

Ahora, si bien la polarización es comprensible, se me debería considerar otra de esas personas que quedó realmente impresionada por esta Hereditario/a, al punto de casi archivarla en una de esas gavetas especiales de afectos muy personales. De hecho, en lo que respecta a mis visionados de creaciones del 2018, en definitiva se destaca como una de las mejores y no resulta tan difícil llegar a comprenderlo, si se le examina con la mayor consideración posible. 

Del mismo modo, puedo llegar a discernir por qué se le ha comparado con grandes clásicos del género como The Exorcist o The Shining, de las cuales justamente hereda la misma cantidad en temas de poseer una historia rodeada de una atmósfera temible e infernal, y tampoco puedo evitar pensar en otro filme de ritmo pausado del mismo año que de la misma forma dividió opiniones, pero que al final también sería aclamada por la crítica, me refiero a la creación A Quiet Place.

Desde luego que son películas muy diferentes entre sí y ni siquiera comparten el mismo concepto, sino más bien se vuelven similares en el hecho de generar controversia y juicios tan dispares en las audiencias que tuvieron la ocasión de observarlas, aunque en mayor medida se les sigue calificando positivamente y ambas películas a mi parecer están muy bien realizadas, bien actuadas y lo que es fundamental: gozan del valor indiscutible de ser obras desconcertantes.

Por otro lado, cabría destacar que no se trata de un filme perfecto (si es que este adjetivo pudiese ser aplicado en este campo), es muy cierto que ciertas decisiones de los personajes son cuestionables, que el ritmo que se emplea en la narrativa puede volverse tedioso y que ciertos giros del guión toman el atributo oportuno de gratuitos, y que el cierre de la historia es poco menos que problemático son elementos que yo no me atrevería a discutir de ninguna manera. Sin embargo, todos estos aspectos sin llegar a tomar una actitud distendida en el análisis pueden ser pasados por alto y no disminuyen en lo absoluto la calidad de la creación en su totalidad.

Hecha esta salvedad, me resulta complejo saber por donde comenzar a detallar un filme que atesora distintos aspectos que merecen ser destacados. 

Probablemente, el primero de ellos deba ser el apartado visual, dado que goza de un confeccionado sumamente riguroso, por lo cual estamos frente a una de las cintas más audaces en esa materia, cuya estética sobresale sin duda si se le compara con lo que usualmente se entrega en el género en los últimos años. En ese sentido, la fotografía que posee es una pieza preponderante de todo el cuadro construido, y se distingue por ser a la vez un asunto atmosférico de ensueño y de pesadilla; mientras que la cinta está editada con elegancia, además de estar iluminada de manera etérea y la espaciosa casa donde todo sucede, que se transforma en un lugar donde se conjunta lo audaz y lo macabro, que se termina volviendo en un inconfundible personaje del relato.

Otro rasgo primordial es la escalofriante música que se utiliza y que se suma a dicha atmósfera desconcertante, al igual que algunas de las ediciones y el propio diseño de sonido que son de lo más efectivo que se haya visto últimamente, puesto que no suele disponerse de ellos de forma obvia o gratuita y proporcionan la inquietud adecuada para cada secuencia. Así como diálogos que fluyen de modo oportuno, sin buscar la pretensión ni el exceso verbal, a veces incluso provocando ciertas reflexiones, especialmente en lo que desea expresar acerca del dolor y el trauma que cualquier familia puede atravesar ante un duelo.

Como ya lo había mencionado, si bien la cinta se vale de un ritmo lento deliberadamente en gran parte de su metraje no se volvió una experiencia soporífera para mi, lo cual en gran medida está apoyado en el hecho de la atmósfera claustrofóbica de la que se sirve y el equilibrio casi perfecto del drama familiar que se narra, que en cierta medida cuenta con un principio conmovedor en esencia y cuenta con un poderoso golpe emocional aunado al horror de lo que está por venir. En este filme no existe demasiada dependencia hacia ciertos símbolos y lugares comunes del terror que se han vuelto predecibles, ni tampoco hay tácticas de miedo de ocasión, y en cambio lo que vuelve aterrador el argumento y produce cierto desasosiego es el suspenso que se presenta en cada secuencia.

Siempre será interesante poder apreciar el debut en el cine de algunos realizadores y al parecer hay algunos que todavía se esfuerzan por conseguir cierta calidad, aquí aparece el nombre del novel director Ari Aster quien logró combinar notablemente una formidable atención para los detalles y una habilidad para construir la citada y repetida atmósfera opresiva.

En cuanto a la caracterización de cada uno de los personajes, la obra es bastante convincente y se beneficia de un realismo contundente. Se nos entregan actuaciones que son casi perfectas, con Gabriel Byrne haciendo escasas apariciones, pero en general debe ser una de sus mejores interpretaciones en mucho tiempo. En realidad, la figura que se destaca es la de Toni Collette, quien en lo que denominaría como un giro maravilloso a lo que usualmente le conocemos, nos brinda una personificación conmovedora que requiere de una mezcla entre el dolor y el terror, Collette se muestra realmente afligida por el calvario que esta viviendo y a su vez transmite ese espanto con intensidad. También señalaría al hijo Alex Wolff como otro de los destacados por razones similares, aunque sin ninguna duda debería descuidarse la breve aparición de la inusual personalidad de Milly Shapiro quien da vida a la hija que origina toda la tragedia.

Para cerrar, es una lástima que el final tome rumbos apresurados y que lo que en un comienzo merecía solo aplausos pierda su trayecto original en este punto, en cambio se vuelve un poco torpe y da la impresión de que la historia se hubiera quedado sin aire.

Más allá de esto, una buena película que merece ser vista aunque uno se atreva a revisarla de noche, sin compañía, sosteniendo una taza de café en la mano y sentado cómodamente en el mullido sillón naranja.