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Sorry to Bother You (2018)



Director: Boots Riley

Duración: 112 minutos

País: Estados Unidos

Elenco: LaKeith Stanfield, Tessa Thompson, Jermaine Fowler, Omari Hardwick, Terry Crews, Kate Berlant, Michael X. Sommers, Danny Glover, Steven Yeun, Armie Hammer, Robert Longstreet, David Cross, Patton Oswalt, Lily James, Forest Whitaker, entre otros.

" En una versión alternativa a la actual situación que vive la ciudad de Okland, el vendedor telefónico de nombre Cassius Green descubre una clave mágica para alcanzar el éxito profesional, impulsando con ello su carrera directamente a otro mundo repleto de codicia."

Se trata de una singular película que resulta ser el producto que floreció de la particular mente de un tal Boots Riley, un productor musical y artista de rap que en esta oportunidad decidió aventurarse en el cine por primera vez. El tal Riley, según la vilipendiada pero muy consultada Wikipedia, nació en una familia cuyos padres se dedicaban al activismo social, y por ello determinó cubrirse bajo el mismo manto y continuar con el noble legado de sus progenitores, al promover causas de izquierda a lo largo de su carrera, principalmente en la ciudad de Oakland que se sitúa en California.
Es necesario recalcar que Riley no carece de talento para el delicado quehacer de la cinematografía, particularmente en el asunto de ser capaz de ofrecer una heterogénea a la vez que creativa mezcla de estilos visuales (al parece su amplia experiencia a través de los años en la creación y producción de vídeos musicales lo ha beneficiado en ese fin). 
Además, se las arregla para conseguir algunas actuaciones decentes en el tono de la comedia de buena parte del elenco con el que cuenta en esta obra, incluidas luminarias como Danny Glover o estrellas en pleno ascenso como Tessa Thompson, quienes son acompañados de otro actor que se encuentra en franco progreso y que reconozco porque forma parte del reparto de la espléndida serie Atlanta, su nombre LaKeith Stanfield.
Sin embargo, más allá del impresionante diseño de producción, habría que señalar que la escritura de guiones de Riley simplemente deja mucho que desear. 
Como se ha dicho, haciendo eco de su inclinación hacia la izquierda en temas políticos, la historia de Riley gira alrededor de su protagonista, un tipo llamado Cassius Green (a quien los amigos apodan Cash), quien luego de obtener un empleo al arranque de la cinta, asciende en la escalinata corporativa de la empresa en que labora y que se dedica a las ventas por teléfono, su nombre RegalView.
Luego de un inicio complicado en el negocio, Cash encuentra la llave del éxito después de recibir el consejo de un veterano de la empresa, un sujeto llamado Langston, que le sugiere que adopte lo que el denomina como una voz blanca cuando realice toda clase de presentaciones en la odiosa transacción de las ventas por teléfono.
Mientras tanto, Riley aminora este concepto casi machista de que existe una voz blanca, haciendo burla también de la cultura negra (Cash, por ejemplo, es presentado como un perdedor que reside en el garaje de su tío)
Gracias a una serie de inusitados ensamblajes logrados con un excéntrico trabajo de edición, Cash impresiona a sus superiores al convertirse de manera repentina en un exitoso teleoperador utilizando esta nueva voz blanca que fue encontrada debido a la enorme fortuna con que cuenta (en realidad Stanfield goza de una voz doblada por un actor blanco).
Más adelante, Langston le recomienda a Cash que de igual manera debe sonar feliz y optimista (con esto, el director parece sostener la sabida tesis que cierta gente de piel blanca suena de esa manera debido a su éxito en el apartado económico, aunque fuese logrado a expensas de todos aquellos desfavorecidos en el mismo aspecto).
Consideremos ahora que, después de conocer todas estas circunstancias de la historia que se narra, cualquiera podría creer que la notoriedad conseguida por Cash depende únicamente de las técnicas de persuasión empleadas junto con esta citada voz blanca, lamentablemente no es así, ya que de manera insólita en particular es solo la fuerza de esta voz la que le gana a Cash su ascenso a Un Vendedor de Potencia, poderoso, joven, fuerte, inteligente.
Por supuesto, la implicación de toda esta excepcional coyuntura es que si alguien es blanco, en automático posee la ventaja de avanzar a un nivel superior en la estratosfera corporativa. Por consiguiente, la sátira de Riley se transforma de modo simplón en un argumento muy débil, dado que no toda la gente de raza blanca en el mundo real avanzará por ese motivo, solo aquellos con algún talento para la cordialidad mientras se esmeran en el mundo del telemarketing.
En este caso, Cash no demuestra tener conocimientos extraordinarios sobre ventas o atesorar algunas técnicas persuasivas para conseguir su anhelada promoción. Si Riley hubiera imaginado o urdido algunas, la dinámica ascendente de Cash habría resultado más creíble y el acercamiento al personaje hubiese sido más desde la comprensión o la empatía.
En la misma línea, la diatriba de Riley empeora aún más en la segunda mitad.
En ese punto Cash obtiene su anhelada promoción y finalmente es presentado con Steve Lift, el CEO (el director ejecutivo en castellano) de la espeluznante y muy influyente compañía WorryFree, una empresa que indudablemente parece estar inspirada en Amazon.
Es precisamente WorryFree quien garantiza la comida y el alojamiento para sus empleados de modo gratuito (o eso creen), a expensas de un contrato de por vida. Sí, los empleados trabajan en condiciones de servidumbre y todo a merced a de un contrato virtual.
Justo en ese punto, Riley viola un precepto fundamental de toda buena sátira que se precie de serlo: respeta a tu adversario. En cambio, convierte a Lift en un espeluznante megalómano de dibujos animados, responsable de transformar a sus empleados en una criatura bautizada ingeniosamente como equisapiens. Es decir, unos híbridos que mantiene encadenados en una oscura mazmorra, mitad caballo y mitad humano.
Tal vez, debió haber ridiculizado a esta nueva generación de directores ejecutivos a través de un humor poco amable, pero en su lugar Riley recurre a sugerir que son mucho más perversos de lo que realmente son. De tal manera que, el director activista está tan convencido de que en el lado de la ribera en el que permanece de pie posee toda la verdad, tanto que pierde de vista cualquier tipo de visión equilibrada del asunto.
Además, en este relato los sindicatos son entes sagrados y no son capaces de realizar nada perjudicial contra sus miembros o los patrones dueños del tinglado, mientras que por otro lado cualquier persona involucrada en el mundo corporativo es responsable de todo tipo de maquinaciones siniestras.
Así mismo, hay otra subtrama sin trascendencia que involucra a la novia de Cash, una extravagante mujer de nombre Detroit, una artista del perfomance que pertenece al grupo radical The Left Eye, concebido únicamente para oponerse a la influencia de la poderosa WorryFree. Un elemento que de forma inevitable me hizo recordar a la decadente Mr. Robot. 
En síntesis, este filme puede ser tan oportuno y relevante como divertido e irreverente, tan progresivo como radical y tan inventivo como confiado, de acuerdo a las posturas y a la experiencia de cada subjetividad.
Explorando ese punto donde confluyen la raza y la economía desde un punto de vista que pretende ser satírico, la película ambiciona condenar y simpatizar con aquellos que optan por venderse de alguna manera para ascender en la escala del éxito. Ahora, a sus cuarenta y tantos, Riley es un veterano manifestante político, un agitador que sabe leer y escribir sobre Chomsky, un sujeto que afirma que la división más significativa en los Estados Unidos no es entre blancos y negros, sino entre aquellos con dinero y aquellos que no lo tienen. 
Es probable que al sugerir que el deseo de cruzar esta brecha pueda conducir a una mentalidad de rebaño, la cinta argumente que la fuerza laboral nunca debe olvidar su fuerza colectiva y nunca debe enfrentarse entre sí, ya que en tal situación, la gerencia optará por usar trabajadores como caballos. Habrá que seguir meditándolo.

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