Director: Sam Mendes
Duración: 119 minutos
País: Reino Unido / Estados Unidos
Elenco: Dean-Charles Chapman, George MacKay, Daniel Mays, Colin Firth, Pip Carter, Andy Apollo, Paul Tinto, Josef Davies, Billy Postlethwaite, Gabriel Akuwudike, Andrew Scott, Spike Leighton, Robert Maaser, Gerran Howell, Adam Hugill, entre otros.
" Durante la Primera Guerra Mundial, a dos jóvenes soldados británicos se les asigna una misión imposible: entregar un mensaje en lo profundo del territorio enemigo que evitará que una gran cantidad de hombres, entre los que se encuentra el hermano de uno de los soldados se trasladen directamente hacia una trampa mortal."
Han transcurrido más de setenta años desde que Alfred Hitchcock concibió su famosa obra Rope (que por estos lares se conoce como La Soga), en la que de forma ambiciosa pretendía relatar la emocionante historia de un asesinato que ocurría al interior de un elegante departamento ubicado en Nueva York con la menor cantidad de tomas posibles, para ello el célebre director escondió de forma astuta cualquier empalme que existiera entre cada corte, haciendo uso de ingeniosos trucos visuales.
Para esta aventura ubicada en la Primera Guerra Mundial cuyo título alude al año en que sucedieron las peripecias que atraviesan el par de protagonistas del relato, Sam Mendes logra la misma ilusión que el reconocido director inglés consiguió en el pasado, solo que con las ventajas propias de la tecnología existente en el siglo XXI, lo que significa que su película es mucho más fluida y capaz de cubrir más terreno: para ser más precisos los vastos campos de batalla del norte de Francia, donde los cabos Tom Blake y William Schofield reciben la difícil tarea de entregar una carta a las tropas británicas que avanzan hacia una trampa que podría costar miles de vidas humanas.
Desde luego, no se puede negar que este filme es una hazaña técnica por donde se le mire, con muchas tomas impresionantes en las que, por ejemplo al comienzo de la trama tanto Blake como Schofield arriesgan la vida y las extremidades, con tal de cumplir con su tarea de dirigirse hacia el territorio enemigo. En ese sentido, tanto el director como el fotógrafo Roger Deakins lograron lo que parece ser imposible en muchas ocasiones, la cámara deslizándose y barriendo sobre superficies embarradas por la guerra, dentro y fuera de las trincheras, y a través de numerosas ruinas, rara vez alejándose de los protagonistas y siguiendo sus pasos a cada minuto. Claramente, todo esto es el resultado de una impecable planificación, que es evidente debe haber llevado mucho tiempo.
Como tal, la obra es en su mayor parte, una experiencia inmersiva de modo casi inconcebible, dado que coloca al espectador justo en el centro de toda la acción intensa y visceral, precisamente al lado de los héroes que son los protagonistas de este acontecimiento histórico. Sin embargo, ocasionalmente todo se vuelve demasiado conveniente para su propio bien (si es que se entiende lo que pretendo expresar), con algunos momentos que se vuelve tan asombrosos en el apartado técnico que tendían a sacarme de la propia historia, para quedarme preguntando en ese instante cómo es que habían logrado determinadas tomas y escenas.
Por supuesto, parece que esto de la magia de hacer películas, se transforma en una clase de espada de doble filo.
A su vez, el sencillo guión también funciona a favor y en contra de la propia cinta. Llegado a este punto, hay muchos que han comparado la historia de 1917 con la de un videojuego cualquiera con temática bélica, de esos que son del estilo o suelen ser nombrados como de tirador en primera persona, donde el jugador controla a un personaje que debe completar una misión superando para ello, varios peligros y distintos enemigos en el camino. Evidentemente, no hay en ello algo que pudiese calificarse como demasiado profundo; todo se trata de ir del punto A al B sin ser asesinado, y eso es todo. Por otro lado, el hecho de que la trama sea tan elemental y carezca de tanto artificio, significa que existe en ella una buena cantidad de acción, lo que en mi caso provocó que me divirtiese bastante, así que no puedo quejarme demasiado sobre ese asunto.
Sin embargo, como en todos los filmes, siempre quedan en mi mente algunos inconvenientes menores, y teniendo en cuenta la increíble atención al detalle que tuvieron en lo que respecta a las imágenes que se nos mostrarían en la pantalla, hubiese querido que tanto el director y la mujer con la que escribió el guión Krysty Wilson-Cairns (labor por la que por cierto, ambos están nominados) hubiesen podido sortear un poco los problemas que a continuación comentaré.
En primer lugar, el hecho de tomar la decisión de confiar en un piloto alemán que viaja en un avión que acaba de ser derribado desde el cielo es poco menos que ingenuo, es una completa estupidez si alguien se atreviera a preguntarme mi opinión.
Número dos, el tema de la leche. Resulta que un soldado determina caminar un poco sobre el campo despoblado y encuentra un balde repleto de esa bebida, que simplemente está ahí, nadie se la bebió y se le olvidó hacerlo. Más adelante, entendemos que no fue gratuito y que la ocurrencia se vuelve idónea para una escena conmovedora en la que emerge un bebé entre la oscuridad.
Y por último, un batallón entero estaba sentado sobre el hermoso césped que cubría una pequeña colina con muchos árboles, sin que a ninguno de ellos se le ocurriera que alguien debería de estar vigilando; lo que a mi parecer es como si todo el pelotón estuviese rogando para que les vinieran a disparar.
A pesar de lo que considero sus naturales desperfectos, sería capaz de recomendarla (aunque ese nunca haya sido mi cometido en este lugar), especialmente a aquellos interesados en todo el proceso de la relación de una película: es decir todo lo que tiene que ver con los decorados, los vestuarios, la acción cuidadosamente coreografiada y el trabajo de la cámara son asombrosos y por sí solos valen el precio de la entrada.
En resumen, si consigues involucrarte con los personajes y la peligrosa misión a la que han sido enviados, sería un añadido por el que merece la pena darle una oportunidad.
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