Director: Bong Joon Ho
Duración: 132 minutos
País: Corea del Sur
Elenco: Kang-ho Song, Sun-kyun Lee, Yeo-jeong Jo, Woo-sik Choi, So-dam Park, Jeong-eun Lee, Hye-jin Jang, Ji-hye Lee, Ji-so Jung, Myeong-hoon Park, Seo-joon Park, Keun-rok Park, Seong-Bong Ahn, Kang Echae, Jeong Esuz, entre otros.
" Ki-taek y su familia, todos desempleados, se ven interesados especialmente en los ricos y glamorosos Park, logrando introducirse poco a poco en sus vidas, hasta que se ven envueltos en un inesperado percance."
Al menos una vez al año, una película aprovecha el momento y se coloca de una forma inmejorable sobre la palestra obteniendo toda clase de elogios; es decir, una cinta cuyo visionado es toda una experiencia y que realmente no se asemeja a nada de lo que se haya visto anteriormente. En esta oportunidad, la última película del cineasta coreano Bong Joon Hoo es justamente la sorpresa cinematográfica del año pasado.
A grandes rasgos, se trata de una obra que está repleta de cautivadores personajes, crítica social, una atmósfera singular, una creativa historia a la vez que retorcida, y suficiente tensión que a cualquiera lo dejaría atónito, hasta el punto en el que en la pantalla avanzan lentamente los créditos finales.
Desde luego, se puede afirmar que el año pasado fue provechoso para el cine, ya que hubo una cantidad considerable de películas a destacar, y esta de la que escribo seguramente será una adición memorable a lo mejor del 2019.
En esta historia, primero conocemos a los Kim, una familia en situación de pobreza que vive en la miseria de un departamento ubicado en un sotano, que posee una pequeña ventana. Dicha ventana está al nivel de la calle y permite que se filtre un poco de luz natural, y también proporciona de forma caustica una visión demasiado clara de los borrachos que acuden al lugar para apuntar a lo que sea mientras alivian sus problemas urinarios.
Por otro lado, el necesitado clan resuelve mantener la ventana abierta para que en el momento en que acuden los rociadores de la ciudad la fumigación se vuelva gratuita, con la esperanza de por fin deshacerse de la molesta invasión de apestosos insectos que reside en su casa (sí, existe una analogía respecto a ello más adelante en la historia).
La familia Kim está compuesta por el padre, la madre, el hijo adolescente que luego tomará el nombre de Kevin y una hija de 20 años que recibirá el apelativo de Jessica, los cuales reaccionan con enorme enfado luego de que pierden el acceso gratuito al wi-fi del sistema de un vecino. Al parecer, la familia gana el dinero suficiente para lo que se transformará en su próxima comida, a pesar de que de alguna manera su productividad ha disminuido en lo que resulta ser la ocupación de todos los miembros: doblar cajas de pizza para un negocio local.
La fortuna comienza a renovarse para los Kim cuando uno de los amigos de Kevin, le invita a que se haga cargo de la tutoría de una adolescente que pertenece a una familia acomodada de la ciudad. Este suceso desencadenará en una ingeniosa serie de eventos, que mutará en un argumento bastante divertido que llevará a que los cuatro miembros de la familia Kim terminen trabajando de alguna manera para los acaudalados Park, la familia mencionada con anterioridad.
Llegados a ese punto, se nos muestra la casa de los Park que se convertirá en el gran escenario de todo este relato será desplegado. La residencia fue diseñada por un famoso arquitecto y se trata de una impresionante casa moderna ubicada sobre una ladera, que cuenta con un exuberante jardín y enormes ventanales que contrastan con aquella pequeña ventana que posee el austero departamento de la ciudad de los Kim.
Por lo que sabemos, el dueño de la mansión es el señor Park, una especie de titán tecnológico al cien por ciento, casado con una angustiada mujer, que también cumple con el rol de ser una madre eternamente ansiosa, la cual por su carácter inestable se ve continuamente sobrepasada por todo lo que ocurre a su alrededor. Sus dos hijos, son la rijosa hija adolescente Da-hye y el hiperactivo niño Da-song.
En la primera hora de la cinta, se vuelve fascinante observar cómo esta familia de farsantes se infiltra en ese hogar de la clase alta tan crédulo y vulnerable a partes iguales, y cómo es posible que logren confiar en ellos con tanta facilidad gracias a las habilidades de las que gozan en el uso de internet, herramientas tecnológicas y una comprensión aprendida únicamente en las calles de cómo leer de modo adecuado a todas las personas. El guión, coescrito por el director y Han Jin Won, explora en algún sentido la vinculación que existe entre ambas clases sociales, dado que los ricos dependen de los pobres para que realicen el trabajo de servicio, y los pobres dependen de los ricos para recibir un empleo y un salario dignos.
Ahora bien, dado el título de la obra, pronto nos damos cuenta de que un anfitrión puede ser capaz de guardar más de un parásito en su interior en determinado momento, algo que bien podría denominarse como el primer gran giro narrativo de la cinta, y es evidente, bien podría calificarse de igual manera como uno de los más salvajes de los últimos años, gracias a una interpretación formidable de aquella mujer que le da vida a la antigua ama de llaves de los opulentos.
Como ya se había citado, la crítica social y la lucha de clases se extienden por todas partes del argumento, y además de aquellas comparaciones que he hecho de las ventanas, así mismo se puede notar que la caminata es cuesta arriba para acceder a la casa de los Park y cuesta abajo (y con riesgo de inundación) para personarse en la morada de los Kim. Y si pudiese agregar algo más, existen múltiples capas dentro de las historias y al interior de cada uno de los personajes como individuos.
Podría decirse que, lo que comienza como una sátira social devastadora se transforma en un episodio brutal y desequilibrado de violencia, sin llegar a perderse ni olvidarse del tema general.
En pocas palabras, una comedia de estafadores familiares estalla en un thriller violento con cierta clase, que parece señalarnos que ese debe ser el precio justo a saldar por la comodidad que no se ha ganado en la vida. Incluso añadiría que el filme no solo es impredecible, sino que nos golpea con ciertos giros discordantes en la segunda parte de su metraje.
Habría que mencionar, además que la cinta me llevó a pensar en todo ese sistema que suele llamarse simple y llanamente meritocracia. Es decir, en una meritocracia, el éxito y la fortuna están reservados para aquellos que lo merecen, aquellos que desarrollan proyectos sólidos de acuerdo con sus talentos y habilidades y que ejecutan esos planes a través del trabajo duro y la determinación. Cualquiera puede llegar a la cima, y para los afortunados que provienen de orígenes humildes, arrancados de las cenizas y ataviados con harapos, la meritocracia representa la elevación de la sociedad igualitaria perfecta. Comenzar con nada, y terminar con todo lo que siempre deseaste; y tú también puedes lograr tus sueños, si solo lo intentas.
Dicho de otra manera, la promesa de un sol sin obstáculos en la cima de la montaña se convierte en una justificación para la amarga competencia, la puñalada, el engaño y la insensibilidad. Se sube la escalera inclinada hasta llegar a la que permanece derecha y luego, tal vez cuando finalmente se sienta cierta seguridad, será momento para permitirse ser amable, confiado y generoso.
Es fácil ser amable cuando eres rico, comenta en algún momento la madre de la familia Kim en esta película.
Sin embargo, es una escalera muy larga y muy torcida, y a veces los peldaños ceden cada que se pisan, y a veces han sido engrasados de manera diestra por aquellos que subieron antes, y a veces la escalera se cae por sí sola, o es derribada por los de arriba o por el que intenta escalar con la misma frecuencia, o por aquellos que miran desde el suelo todo el espectáculo grotesco. Esto es, hay mucha gente tratando de subir esa escalera.
No obstante, en una meritocracia, no se puede culpar a la escalera ni al resto de personas que intentan subir por ella. Tampoco se puede culpar al hecho de que todas las cosas por las que merece la pena luchar, permanezcan en lo más alto de la cima, en lugar de estar más cerca del suelo, donde todos podrían alcanzarlas fácilmente. No, debes culparte a ti mismo. Deberías haber pisado con más cuidado. Deberías haber subido más rápido. Deberías haber contado con un brazo más firme y preciso, que pudiese anticipar los desastres, y que supiera cuando había que saltar. En resumen, si fallas en un sistema como ese, todo es tu culpa. Deberías haberte esforzado más. Mejor suerte la próxima vez.
Pero veamos, el joven Kevin que es el personaje principal de la obra, hace alusión varias veces a metáforas, y la película en sí misma es, por supuesto, una metáfora. Con esto quiero decir que, en un nivel superficial, a los espectadores se nos cuenta una historia de crímenes muy emocionante, atractiva, bien construida y bien planeada. Sin embargo, en todo momento, brotando por debajo de la superficie resbaladiza de la trama, aparecen verdades profundamente personales y significativas que deberían resonar en casi cualquier espectador espabilado. Por supuesto, estas ideas rara vez se muestran en primer plano. De hecho, están tan sutilmente entrelazadas que, si la has percibido de la misma manera que quien escribe, queda la sensación de sorpresa cuando las últimas escenas de la película corren y notas la sensación de estar emocionalmente devastado por la íntima y humanista historia que se acaba de presenciar.
Como sea, los temas de esta historia no solo están localizados en Corea. Son la historia del capitalismo global y el ánima del materialismo estadounidense (y el imperialismo, no hay que olvidarse de los indios que aparecen aquí) que se ciernen sobre la película. Como se ha dicho, la meritocracia nos convierte a todos en caníbales.
Es agradable soñar, y a veces esos soñadores que planean y luchan lo suficientemente bien, pueden ser capaces de salir del sótano y sentir la luz del sol sobre sus rostros, y cuán agradable es el final cuando lo consiguen. Pero, no hay que olvidar que la propia cinta también deja en claro que a veces toda esa planificación y esos sueños pueden ser, quizás, solo caprichos y un exceso de fantasía.
Al parecer, más de lo que queremos creer, nuestros sueños que parecen provenir de alguna cañería, se contentan con dejarnos nada más que con el olor de las aguas residuales que ellas mismas arrojan.
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