Director: Michael Haneke
Duración: 108 minutos
País: Austria
Elenco: Susanne Lothar, Ulrich Mühe, Arno Frisch, Frank Giering, Stefan Clapczynski, Doris Kunstmann, Christoph Bantzer, Wolfgang Glück, Susanne Meneghel, Monika Zallinger, entre otros.
" Dos violentos jóvenes toman como rehenes a una madre, un padre y su hijo al interior de su cabaña donde suelen pasar las vacaciones, y los obligan a participar en distintos juegos sádicos entre ellos, para su propia diversión."
Luego de una hora transcurrida del metraje con que cuentan estos Divertidos Juegos que dirige Michael Haneke, obra que cuenta la historia de una pareja de clase media quienes son acompañados por su pequeño hijo, que son tomados como rehenes y atormentados en su aislada cabaña donde suelen pasar sus vacaciones a manos de dos jóvenes psicópatas, algo sucede en ese punto (que puede ser tan terrible o en su defecto tan atrayente), que puede llevar a alejarse de la película con horror absoluto o simplemente dejarse atrapar por la audacia de la creación del subversivo director y guionista austriaco.
En pocas palabras, su narrativa corresponde a un filme que se atreve a confrontar a la audiencia con las verdaderas consecuencias de una agresión violenta, sostenida en el tiempo, mientras se niega a mostrar en la pantalla el acto de violencia en sí mismo.
En ese sentido, Haneke ha asegurado que no deseaba realizar una película que tuviese como objetivo el explotar la hipocresía de esa clase de público hambriento por hallar sensaciones intensas en el cine y que suele regocijarse por observar determinado tipo de brutalidad en la pantalla; y fue justamente esa aspiración lo que terminó por llevarlo a hacer este tipo de cinta tan peculiar. En realidad, el filme se basa más en el amago, en el apercibimiento de la propia violencia que en cualquier otra cosa, con los peores horrores que cualquiera pudiese imaginar representados fuera de la pantalla, a menudo fuera del alcance de la cámara.
Sin embargo el trauma resultante de contemplarla, tanto física como mentalmente, persiste en gran medida debido a imágenes tan poderosas como lo es el hecho de observar al esposo prácticamente paralizado, quien es seguido de cerca por la esposa, una mujer que ha colapsado en una especie de muerte emocional a causa de la terrible experiencia, de la pesadilla que le ha tocado experimentar a lo largo de unas interminables horas.
Cuando dicha escena aparece en la pantalla (créame, lo sabrá cuando la vea), probablemente comenzará a comprender mejor, cómo es que se siente esa señora que simplemente se ha roto por dentro.
Ahora bien, por mucho que luego de que la función de excesos haya concluido, alguien pudiera bien sentirse insultado por el punto de vista de Haneke sobre dicho tema; al final, su película es una especie de revulsivo contra la violencia, algún tipo de antídoto contra todo ese ensañamiento y crueldad desinfectadas e impolutas, pero que son bellamente coreografiadas en las películas de Hollywood y con las que el público suele deleitarse en la mayoría de los casos. Así que, en algún sentido la opinión que vierte Haneke en su historia sobre dicho tema, parece ser bastante acertada. Es decir, la gente suele buscar entretenimiento de naturaleza violenta, mientras que la mayoría de los cineastas que crean dicho esparcimiento se niegan a representar las terribles consecuencias de esa violencia, distorsionando así nuestras percepciones de la misma; y todo ello ocurre en una sociedad cada vez más saturada por toda clase de medios y dominada por todo tipo de imágenes.
En otros temas, esta obra se presentó por primera vez en Cannes en 1997 ante un conmocionado público, función en la cual una gran cantidad de asistentes abandonaron la sala durante la proyección.
Desde entonces, la película ha sido igualmente defendida y condenada por una enorme cantidad de críticos que se hallan divididos en sus veredictos acerca de ella, y que se sentían por ende muy ansiosos por advertir a los posibles espectadores de su horrible contenido.
Luego entonces, si prestas la suficiente atención y buscas detrás de las citadas advertencias, entonces descubrirás que Haneke tuvo la razón en todo momento, y su tesis al respecto era más que atinada. Es como reducir la velocidad justo cuando enfrente de ti ha ocurrido un accidente en la calle, muy pocos de nosotros podríamos resistir la tentación de observar, y de saber que ha sucedido: el morbo es una motivación muy poderosa.
Finalmente, más allá de ese enfoque que Haneke emplea sobre el material que presenta y que parece muy directo y casi natural, pero que es mostrado de esa manera de forma engañosa deliberadamente (la cámara permanece inmóvil en la mayor parte del metraje y simplemente observa la acción, mientras que un par de escenas que hacen uso de un suspenso propio de Hitchcock se atenúa el ritmo también de modo premeditado), gran parte del éxito de la película se debe a sus magnificas actuaciones, que están a la altura y son dignas de recibir todo tipo de galardones.
En otras palabras, muy independiente de lo que se pueda pensar de esta producción, no se puede negar la gran personificación de Arno Frisch como ese tipo tranquilo pero amenazante al mismo tiempo, el asesino anodino y sin emociones que es Paul, o la torpe simplicidad de Frank Giering quien encarna al compañero demente de Frisch en el crimen y la postura de desconcierto en cada instante de una de sus víctimas, el lastimado esposo que interpreta Ulrich Mühe (a quien conocemos por su brillante trabajo en La vida de los otros).
Sin embargo, quien hace la verdadera diferencia en ese terreno es Susanne Lothar quien da vida a la torturada esposa, y es que la terrible agonía que exhibe en pantalla, así como sus desesperados gritos son tan convincentes que en algún punto es difícil llegar a creer que solamente está actuando.
De tal forma que, paradójicamente ese que debe ser considerado uno de sus puntos más fuertes, su verdadera vitalidad, es también una de las razones por las que esta cinta puede llegar a ser tan difícil de observar, una experiencia tan insoportable como la que atraviesan cada una de las víctimas de la historia.
En fin, recomiendo ver el filme y que cada quien forme su criterio acerca de ella. Como sea, para acercarse a la cinta hay que prepararse para lo peor y seguro que Haneke recompensará cada expectativa que se pueda tener al respecto.
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