
Me pregunto el por qué no desapareces para siempre y dejas que cure las heridas que has provocado.
Hoy mi paz interior es inexistente, pero no te preocupes, no sólo tu juegas con un as bajo la manga.
Yo mientras empeño varias vísceras para seguir apostando en este estúpido juego siempre al doble o nada en el que solo mi ineptitud me empuja a soñar con un mundo inexistente, irreal.
Algún día diré que me planto, y ya no jugaré más. Se acabará la diversión y recuperaré mi dignidad. Mientras tanto sigo sangrando.
Comentarios