Hermosa mañana de sábado. Muy parecida a la que tuve oportunidad de apreciar justo hace ocho días.
Ahora todo es distinto, las cosas se modifican tan pronto que no me alcanza la conciencia para comprender esos cambios.
Una semana transcurrió y todo en este preciso instante se siente tan diferente, como si los años hubiesen caído sobre nosotros.
Todo evoluciona, todo cambia, pero a la vez todo igual a aquella esplendorosa mañaña. Como en aquella ocasión no pude dormir ni un segundo; es extraño porque en la vigilia me siento tan tranquilo y lleno de energía. Cuando cierro los ojos empiezan todas las dificultades: mis pensamientos hacen acto de presencia y como no pueden perder su esencia, se vuelven circulares.
Me imagino tantas cosas, tantas situaciones, diversas circunstancias todas ellas tan penosas, tan mórbidas que me generan una gran repugnancia. Además, con lo que ella mencionó todo ese proceso insalubre se incrementó de manera vertiginosa.
Tampoco creo que sea una congoja real, en el fondo es sólo una cuestión de ego y nada más. Como sea, no puedo brindarte ese indulto porque nunca pensé que alguien pudiera lograr en poco tiempo lo que a mi me llevó meses e incluso años en alcanzar.
Mi primer desayuno fue un cigarro, lo fumé con parsimonia, mientras el perro negro y yo cruzábamos miradas.
Posee una mirada tierna, casi angelical. Me mira como preguntándose por qué me llevo ese largo y pestilente artefacto a la boca. Quizás él esté más consciente que yo de lo perjudicial que puede resultar a la salud la nicotina y sus camaradas toxinas.
Me parece tan recreativo escribir como hace tanto tiempo no lo experimentaba. Mis ideas suenan en mi cabeza y me emociono al extremo cuando las voy plasmando en el papel. Soy de esos que escriben a "la antigua": con bolígrafo, papel y ante un simple escritorio. Y si tuviera una máquina de escribir, no perdería el tiempo para comenzar a usarla.
No puedo dejar de contemplar sus libros, me provocan unas inmensas ganas de leerlos enteros, devorarlos completos.
Algunos de ellos marcaron mi existencia: La Náusea, Así Hablaba Zaratustra, A Sangre Fría, La Tregua, El Diccionario del Diablo, Ecce Homo, El Anticristo, etc.
¡Cuántas ideas regadas por su hogar! Por supuesto todas ellas sumamente valiosas.
Me matan las ganas de salir a fumar esos cigarros ingleses, deseo leer un poco y quiero finalmente escuchar un poco de Rock.
No tengo idea cuál será el orden para llevarlo a cabo, sin embargo estoy en camino de la gloria.
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