Llegó el momento de asistir a una de esas fiestas familiares en las que, una niña se convierte en mujer o es de esa manera en la que nos venden la idea de los famosos quince años de una señorita. No voy a escribirlo con números romanos porque me parece una verdadera estupidez.
Acepté ir simplemente porque no tenía nada mejor que hacer. En esta ocasión fue con la familia paterna. Esa aclaración es innecesaria, ya que ahora que lo pienso nunca (y realmente es nunca) acudo a fiestas por el lado familiar materno.
La verdad es que me gustaría ir, sólo por el hecho de comprobar si son menos aburridas de lo que son de este lado de mi origen.
A la una de la mañana la mayoría de los asistentes se encontraban comodamente sentados en sus asientos, mirando (porque no observan) a los demás invitados bailar las cumbias o las típicas rolillas de cajón que ya me tienen hasta la madre como 'el venao'.
Lo más ameno del convite fue tener la oportunidad de apreciar a algunas féminas envueltas en esos vestidos que sólo pueden encontrarse en celebraciones como esas. Uno halla cosas o únicamente ve lo que quiere ver. Lo adoro. Mi perversión me lleva hacia caminos insospechados.
Lo peor fueron los comentarios de los familiares, que si he engordado, que si me recuerdan o no, ¿qué mas da? yo los recuerdo pero eso no significa nada en mi existencia. Por supuesto no puedo olvidar que no deje de pensar en los problemas mentales que parecen no tener fin, debo hacer algo con eso o voy a terminar cometiendo algo peligroso para mi salud o matando al primero que se cruce en mi camino. Se ha vuelto toda una obsesión.
En cuanto al banquete hicieron acto de presencia las cremas baratas, los espaguettis grasosos y la carne de origen desconocido acompañada de puré de papa y algunas verduritas. De beber un poco de brandy o en su defecto la bebida que aborrezco: el tequila con refresco de toronja.
Como mis pensamientos no me dejaban en paz, envié a una de mis primas a que me consiguiera un bendito cigarro. Al volver, llegue a creer que deseaba mentarme la madre simbólicamente con ese cigarro de tamaño exiguo. No me importó y me lo fumé, total, algo siempre es mejor que
nada.
Me encuentro en un estado cercano a la embriaguez. Sin embargo, no voy a llegar a el. Me estoy preparando un café, para que este pedo se me baje. Después no sé que voy a hacer o que voy a pensar.
Porque ustedes no lo saben o tal vez no lo conocen o tal vez no se los haya contado, pero tengo mucho que pensar. Estoy exhausto, no sé que decisión tomar. Me siento entre la espada y la pared.
Quiero estar y quiero no estar, ya saben, es como ese dilema de Hamlet: "ser o no ser".
Lo que me recordó el guateque es que estoy necesito de mucho cariño, casi urgido por él y en esa situación como persona yo soy capaz de hacer cualquier cosa por obtenerlo, de manera honesta.
¿Quién será capaz de brindármelo de manera abgnegada?
¿Quién será la primer persona que no sea aprovechada, arribista, avara, calculadora, ególatra, individualista, interesada, materialista, que conozca?
No soy una víctima, solamente mi vacío me mueve a hacer cosas para llenarlo. Puro dolor, sentimiento puro.
Para cerrar, retomo la frase de uno de mis tantos alter egos, que aunque lejano yo lo percibo como una persona próxima a mi, una cuestión de química personal.
MIENTRAS LA PASAS BIEN YO LUCHO, QUE DIFÍCIL ES QUE PIENSES QUE TODO ES TUYO, INCLUSIVE YO.
Tengo los sentimientos a flor de piel. Lo cual me hace sentir vivo y no me arrepiento. Hay que amar y volver a amar.
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