
Director: Darren Aronofsky
Duración: 108 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Natalie Portman, Mila Kunis, Vincent Cassel, Barbara Hershey, Winona Ryder, Benjamin Millepied, Ksenia Solo, Kristina Anapau, Janet Montgomery, Sebastian Stan, Toby Hemingway, Sergio Torrado, Mark Margolis, Tina Sloan, Abraham Aronofsky, entre otros.
" Nina Sayers, una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York, vive completamente absorbida por la danza. La rivalidad con una nueva compañera de nombre Lily se agudiza a medida que se acerca el gran día del estreno. Esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión mental que la incapacitan para distinguir entre realidad y ficción."
Darren Aronofsky es uno de los directores que mayor impacto han causado en mi en los últimos años. Todas sus películas me han motivado y sorprendido en algún momento. Es por ello que tras leer alguna crítica y ver algunas imágenes, este proyecto suyo era uno de los que esperaba apreciar con mayor impaciencia.
Con una primera hora elegante e hipnótica, el director nos presenta una historia oscura y poco convencional al convertir el mundo del ballet en un lugar donde la sensualidad y los miedos se toman de la mano. Nos asusta y seduce hasta tenernos en sus manos. Nos arrastra por la superficie de la historia y nos hace partícipes de la paranoia y desazón de la actriz principal, interpretada magistralmente por Natalie Portman.
Porque Nina nos deja entrar en su mente, una muy miedosa y frágil con objetivos definidos y demasiado perfeccionista. Esta mente exánime la absorbe y le transmite ese temor a no ser la mejor, a no gustar, a no soltarse en la vida ni un solo momento, a no dejarse ir, a no ser jamás libre.
Porque el argumento del filme es bastante simple y hasta cierto punto predecible. Pero este director se caracteriza por empapar de su sello propio a todas sus obras, sabiendo que el tema principal se va a quedar en un segundo plano, mientras la atención del espectador se centrará en muchos otros aspectos. En ese sentido, hay algo que no puede negarse de este director y esto es que posee una fuerza visual implacable, que impide retirar los ojos de la pantalla. Visualmente la cinta está muy cuidada, destacando especialmente el juego de los espejos, una realización sin tretas y la elegancia en las escenas de coreografía.
El ritmo de la cinta es el adecuado, ya que va de acuerdo con la evolución del personaje de Portman y su relación con el director representado por Vincent Cassel (quien me pareció el menos creíble en su personaje), aunque creo que se descuidan otros aspectos como la relación con la madre o con la bailarina antagonista.
En definitiva una producción diferente, aunque no podría calificarla como una obra maestra o imprescindible ya que me pareció sumamente inconsistente la historia y algunas actuaciones. Tampoco recomiendo verla porque considero que no es apta para todos los públicos. La propuesta seguirá siendo muy interesante, por supuesto viniendo de un director tan sugerente y arriesgado como Aronofsky.
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