
Director: Francis Ford Coppola
Duración: 113 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Gene Hackman, John Cazale, Allen Garfield, Frederic Forrest, Cindy Williams, Michael Higgins, Elizabeth MacRae, Teri Garr, Harrison Ford, Mark Wheeler, Robert Shields, Phoebe Alexander, entre otros.
" Harry Caul, un detective cuyo prestigio como especialista en vigilancia y en sistemas de seguridad es reconocido por sus colegas en todo el país, es contratado por un magnate para investigar a su joven esposa. Deberá escuchar sus conversaciones con un empleado de su cliente, del que parece estar enamorada."
Una película que comienza con una investigación pero que, poco a poco, va introduciéndonos en la torturada inestabilidad emocional de Caul, interpretado por un Hackman colosal, dada la personalidad taciturna y solitaria de ese hombre católico que arrastra el peso de la culpa. Lo que realmente importa al final es la obsesión del protagonista y no tanto el resultado de sus indagaciones como técnico de seguridad privada o el vuelco final.
Mientras la veía no podía dejar de sentirme admirado por la realización de Coppola. Para mí demuestra su clase como director y el estado de gracia en que estaba en los 70, casi ninguna secuencia está filmada para cumplir simplemente, en todas deja algo de su maestría. La puesta en escena es de una precisión apabullante. Sólo el eternamente largo y lento plano picado de la presentación de la película ya merece la pena, aunque no se viera nada más.
La sensación que queda al final es de haber visto una película muy particular, apasionante por momentos y claustrofóbica en otros, pero sobre todo completamente libre. Por ello digo que es muy de los 70, una década en la que las obras cinematográficas gozaban de una libertad que ahora sólo encontramos en el cine independiente y en autores que, pese a estar consagrados, siguen manteniendo su compromiso con el cine personal.
La perfección del suspenso que cubre cada imagen de esta cinta solo es comparable con el maestro Hitchcock, pero a diferencia de otros Coppola acompaña ese suspenso de algo muy personal, de puro terror, de una incómoda sensación de que algo está mal. Ya desde esa primera famosa escena con el mimo y el vagabundo, tuve la sensación de estar atrapado y con algo que me removía las entrañas.
Con la sabiduría que siempre le ha caracterizado a la hora de dirigir, Coppola conduce la historia con un ritmo lento, manejando los tiempos sabiamente, y utilizando la música como hilo conductor de la historia. Sin ella posiblemente el personaje principal no tendría la fuerza dramática de la que goza, ni los largos silencios serían tan elocuentes, la música juega un papel vital en esta historia, le otorga diversos matices y una carga trágica que solamente con palabras sería imposible de alcanzar.
En definitiva, un preciso relato de la soledad y sus secuelas, del remordimiento y el confinamiento, a través de un minucioso e intimista relato.
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