Director: Cristi Puiu
Duración: 150 minutos
País: Rumania
Elenco: Doru Ana, Ion Fiscuteanu, Monica Barladeanu, Alina Berzunteanu, Dorian Boguta, Mimi Branescu, Mihai Bratila, Dragos Bucur, Robert Bumbes, Dan Chiriac, Mirela Cioaba, Laura Cret, Dana Dogaru, Bogan Dumitrache, entre otros.
" El señor Lazarescu es viudo y vive solo en un departamento con sus tres gatos. Su hija Bianca se marchó a vivir a Canadá. Una noche, el solitario anciano se siente mal y llama a una ambulancia. Lo llevan a un hospital, y desde allí a otro y a otro más, pero en ninguno pueden atenderlo. Mientras tanto, su estado de salud se va agravando rápidamente."
Dante Remus Lazarescu es un solitario anciano de poco más de sesenta años, jubilado y viudo que vive en unas condiciones bastante precarias, en un departamento sucio y desordenado, únicamente acompañado por tres gatos. Solo tiene a una hija que vive en Canadá, con la que se comunica esporádicamente por teléfono, y una hermana que transfiere mensualmente su pensión.
El desdichado anciano es víctima de una ciudad asolada por el desconcierto, un lugar tétrico para vivir, que se antoja todavía peor para morir dignamente. El personaje del anciano, un borrachín solitario que puede resultar bastante antipático al principio, paulatinamente va creando un sentimiento de empatía en el espectador debido a las vicisitudes por las que le toca pasar. Lo auténtico de los acontecimientos (es una situación que le puede ocurrir a cualquiera) provoca que el espectador se sienta muy identificado con el anciano.
Puiu nos muestra de un modo cercano a Kafka (criticó la burocracia y la administración) una circunstancia cotidiana en la que el ser humano empequeñece frente a las trampas de una sociedad implacable. Nos ofrece una agria critica a la ridícula burocracia institucional, que bien podría extrapolarse, en mayor o menor medida, a cualquier rincón del mundo (no pude evitar recordar un hospital en el que hice servicio). Nos muestra también el caos hospitalario, la indolencia respecto al sufrimiento humano por parte de los miembros del personal médico, y la falta de sensibilidad con la que éstos hablan de la condición del anciano (en cada hospital en el que le "atienden" sale a colación el tema de su olor a alcohol y a orina). No obstante, la crítica no se queda solo en ese punto, la dejadez y la actitud bohemia del viejo hombre tampoco quedan demasiado bien paradas. Y es que renunciamos a la responsabilidad que nos compete como dueños de nuestro propio cuerpo y lo maltratamos con una desconsideración y brutalidad impresionante.
La obra de Puiu tiene un acentuado tono documental y está narrada prácticamente en tiempo real, sería imposible plasmar un proyecto de este tipo sin el hiperrealismo desolador del que hace gala, en el que apenas existe un lugar para el sentimentalismo y la compasión (las escasas veces que se llega a aparecer es borrado sin paliativos mediante la ironía y el humor negro).
Una película que nos cuenta, con total ausencia de argucias, temas de los que tenemos constancia, pero de los que nos incomoda profundamente hablar. Ahora bien, el estilo en el que está filmada es directo y seco (está rodada con una cámara al hombro y con apenas diez escenas durante su extendido metraje), sin regodearse en la miseria; sus conversaciones son creíbles e ingeniosas y están dotados de un sentido del humor muy oscuro. Aunque el metraje puede resultar excesivo, pero es probable que contribuya para aumentar la sensación de agonía que desprende la historia.
Tal vez sería acertado mencionar que la cinta está claramente influenciada por una parte por el neorrealismo italiano, de igual manera por el llamado cinéma verité procedente de la Nouvelle Vague francesa, y el cine independiente americano que surgió a finales de los años sesenta.
Una de las grandes fortalezas de la obra Puiu es la naturalidad en la interpretación de cada uno de los actores. Sin recurrir a personajes malvados, el autor presenta una serie de individuos muy cercanas y genuinos filmados con gran realismo. Cuesta creer que esos personajes que aparecen en pantalla no sean vecinos, médicos o pacientes sino interpretes. Destaca la actuación del desconocido Ion Fiscuteanu (muerto dos años después del estreno de la película), actor que empezó hace casi más de veinte años, y que por fin tuvo el papel de su vida.
En este punto, es cuando yo me sigo preguntando ¿a qué genio especialista en cine, se le ocurriría que esta cinta es una comedia? Este es el problema de los "especialistas", de los peritos, da igual al campo o especialidad al que pertenezcan: como se creen los más doctos en su terreno, desprecian la opinión o los puntos de vista de quienes no pertenecen a su gremio, estamento, corporativismo, circulo o cuadricula mental.
Se hará algo lenta y pesada para mucho, pero sin ánimo de ofender al personal, para los que entienden de cine, no como mero entretenimiento, está cerca de ser un clásico. Una película que nos demuestra que no se necesitan grandes medios, ni efectos especiales, ni grandes presupuestos para realizar una película sensible, auténtica, que con un buen guión, un buen director y unos buenos actores a veces es más que suficiente.
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