Directores: Phil Lord y Christopher Miller
Duración: 100 minutos
País: Australia /Estados Unidos / Dinamarca
Reparto (voces): Will Arnett, Elizabeth Banks, Craig Berry, Alison Brie, David Burrows, Anthony Daniels, Charlie Day, Amanda Farinos, Keith Fergurson, Will Ferrell, Will Forte, Dave Franco, Morgan Freeman, Todd Hansen, Jonah Hill, entre otros.
" Cuenta la historia de Emmet Brickowoski, una figurita Lego absolutamente normal y fiel a las normas que es identificada por error como la persona más extraordinaria y la clave para salvar al mundo. Se ve entonces inmerso en una búsqueda épica para detener a un malvado tirano junto a un grupo de desconocidos, una aventura para la que Emmet no está preparado en absoluto."
Esta cinta no es una película cualquiera, y por lo tanto tampoco se merece una reseña común y corriente. Dicho esto, me limitaré a dejar caer algunas ideas que pueden ser tomadas como piezas de una estructura completa, una de ellas tan sólida como la que los directores han construido en un producto que desde este momento debe ser el punto mínimo de calidad exigida, por representar un soplo de aire fresco no sólo al interior del género de la animación, sino también en el grueso de los proyectos salidos de Hollywood.
Juega bien, es el significado danés de Lego, compañía que ha revolucionado la industria de los juguetes con sus bloques de plástico con los cuales, puedes construir infinidad de cosas. Quien nos iba a decir que los norteamericanos tomarían esos bloques y construirían una de las más grandes sorpresas fílmicas que se han visto en años.
Como si estuviéramos delante de un extraordinario prólogo de alguna obra de Pixar, esta película trata de hallar el equilibrio entre la referencia, el homenaje, el entretenimiento, la emoción en un parque de diversiones y un espectáculo repleto de imaginación. Es capaz de reinventarse en más de dos ocasiones, pese a que en el fondo cuenta la historia de siempre (un personaje ordinario que debe convertirse en héroe, consiguiendo encontrar y desarrollar aquel talento que existe en su interior).
La línea central es tan delgada que podría parecer que sus méritos tan forzados y tan artificiosos sean sólo eso, cuando en realidad funcionan como parte de un todo. Como ejemplo de ello, la construcción del personaje de Emmet es perfecta para esta alegoría sobre la creatividad y el poder que se encuentra en nuestras manos.
Es una película que no está hecha para vender juguetes, y es que como ocurría con otras interesantes y logradas obras, existe una labor detallada por parte de animadores, guionistas y los propios realizadores. No es una cinta realizada con un afán mercantilista; hay una visión, una necesidad artística detrás. Dicho de otra forma, no creo que pretenda ser un éxito pasajero, ni que solamente sirva para darle de comer a sus creadores. Por el contrario, cuenta con una entidad propia, una estructura perfectamente funcional y un ritmo cómico (no falla ni un chiste) que ya quisieran tener toda clase de comedias que salen cada año.
En ese sentido, es consciente de lo que pretende y evita cualquier delirio de grandeza. Sin renunciar a tener grandes metas, consigue eludir la mitificación de sus personajes (originales e invitados, como ese magnífico Batman) para convertir cualquier elemento del filme en algo funcional. Y lo consigue utilizando cada uno de sus protagonistas al mismo nivel, sin poner a nadie por encima de otro. Por ello, sus cameos funciona, pues, como suceden en obras como Toy Story, todo está ahí por algo. Y la demostración clara de ello es la propia elección de quiénes aparecen y cómo lo hacen.
Está claro que este producto pertenece a ese tipo de cine de animación que goza de su propia libertad. De igual manera estamos dentro de una producción de estudio con la mirada puesta en el gran público, eso es indudable. Pero como sucedió con otros trabajos reconocidos, no se somete necesariamente a la fórmula habitual para construir su propio ritmo, sus propias reglas. Todos los chistes relacionados con el slapstick, lo anárquico, se imponen a lo convencional incluso a nivel de estructura. Aunque, tal vez diría que va más lejos, lo que acredita que hay verdaderos autores detrás en lugar de parecer una labor hecha por máquinas frías.
La cinta es tan buena que tras dar dos giros de guión formidables, que desarman cualquier convención previa, y caer en cierta medida en el lado cursi, sobrevive con mucha fuerza, porque el viaje que ha propuesto durante unos cien minutos ha sido tan placentero que en ese momento todo puede importar poco.
Si su locura y descontrol pueden resultar excesivos o no, carece de importancia, pues esta deliciosa travesura perpetrada con una notable factura técnica y un maravilloso sentido de la autoparodia, es una de las propuestas más refrescantes y originales del atrofiado género de la animación infantil, acostumbrado a vivir de clichés desgastados hasta el cansancio.
Lo único importante es estar alegre después de apreciarla, recordando lo que suponía ser un niño, feliz de haber vuelto a sentir aquella emoción y algunas cosquillas. Porque no es la cinta de animación más importante de los últimos años, ni la más notable o emocionante. Sin embargo es muy difícil que en la actualidad podamos encontrar una película que nos maraville y nos entretenga tanta a la vez y esta creación lo consigue y con creces.
Una oda a la infancia y a su entrañable magia inventiva. Y también una crítica ferviente hacia el sistema en el que vivimos y a nuestra permisividad cuando entramos en la edad adulta. Un bloque dorado para ensamblar en lo más profundo de la diversión.
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