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I, Daniel Blake (2016)




Director: Ken Loach

Duración: 100 minutos

País: Reino Unido/ Francia/Bélgica

Elenco: Dave Johns, Hayley Squires, Briana Shann, Dylan McKiernan, Kate Rutter, Sharon Percy, Kema Sikazwe, Steven Richens, Amanda Payne, Chris Mcglade, Shaun Prendergast, Gavin Webster, Sammy T. Dobson, Mickey Hutton, Colin Coombs, entre otros.

" Después de haber sufrido un ataque al corazón, un carpintero de 59 años debe luchar contra las fuerzas burocráticas del sistema para recibir una pensión de empleo y manutención."


Esta película me atrapó desde lo más profundo del corazón, como cualquier otra pieza que haya sido producida gracias a la cooperación de la pareja Laverty-Loach. No es un thriller, no hay giros espectaculares, ni grandes momentos llenos de emoción. Más bien se dedica a mostrar la realidad desnuda de la vida cotidiana con sus grandes dolores y con una pequeña dosis de humor al mismo tiempo. Pero la banalidad de estos grandes dolores es la verdadera fortaleza de la cinta, ya que muestra cómo cada encuentro con el sistema es ese amargo momento en que se enfrenta a la realidad del mismo y se busca a alguien para que consiga tendernos esa mano para ayudarnos a sobrevivir. Por supuesto, esta aseveración resulta válida principalmente para la clase trabajadora de cualquier país.

Para empezar, debo confesar que no recuerdo haber terminado de ver una cinta y quedarme sintiendo cierto desconsuelo en una buena cantidad y cierta indignación en una porción considerable de mi ser. Tal vez anoche haya sido la primera vez que lo haya experimentado. Y esto se debió a que este filme se atreve a desafiar algunas cuestiones establecidas, mostrando la decadencia de la sociedad que todos sabemos que está aconteciendo, pero la mayoría de nosotros preferimos ignorarlo porque simplemente no nos está sucediendo de manera personal (todavía no).
Por lo cual, cualquiera que aún esté luchando por comprender los resultados en las elecciones presidenciales estadounidenses o lo que ocurrió con el referéndum llamado Brexit en el Reino Unido, le recomendaría ver esta película. Así es, los desdichados, los enfermos, los que luchan, los pobres y todos aquellos que ahora mismo no cuentan con ninguna esperanza de futuro para sus existencias; aquí se nos presentan de una manera sombría a través de personajes reales y verosímiles.
Es así que, mientras que el egoísmo de los votantes de edad avanzada, la falta de educación y el racismo son los factores ampliamente reconocidos detrás de las votaciones que mencioné, la obra separa de forma inteligente todos aquellos elementos, dejando al elefante abandonado en la habitación para que nos revele la verdad sobre el continuo declive de la sociedad, el aumento de la pobreza y la respuesta gubernamental a los problemas reales de la clase trabajadora.
Y quisiera agregar como dato curioso que una de las zonas más abandonadas de toda Europa es el noreste de Inglaterra que votó a favor del Brexit con la pequeña excepción de Newcastle, lugar donde curiosamente está situada la película. Después de enterarme de ello, comencé a entender por qué nadie tuvo ningún motivo para votar por mantener un sistema político evidentemente manipulado contra la clase trabajadora y su posterior destrucción.
Ken Loach es de modo definitivo un cineasta en el que vale la pena profundizar. El mundo que refleja en sus obras es tan simple y tan cercano a la realidad como puede ser posible de lograr en este arte, pero de igual manera está repleto de una amplia gama de emociones, las cuales el espectador indudablemente conoce y usa todo el tiempo y que le permiten acercarse a sus creaciones. Como ya aludí a ello al inicio, esta es una película en la que los pequeños momentos de la vida, donde el gesto o la decisión ordinaria concuerda con el personaje y la historia, e incluso cuando llegan a entrar en juego determinadas apuestas dramáticas más severas, se consigue mantener esa sensación realista y aterrizada acorde con el tono del mundo real, mientras tanto se siguen golpeando las entrañas de la audiencia para conmoverla, sin tropezar con el territorio melodramático o sentimental.
En cuanto a las técnicas empleadas para contar esta historia se refiere, son tan sencillas como el propio relato y esto es lo que las convierte en lo que eficaces y perdurables que resultan ser. Es decir, esta cinta es casi un ejemplo de libro de texto sobre cómo reflejar en la pantalla el verdadero contenido de una narración a través del medio con el que se cuenta, en este caso la imagen. Curiosamente, aunque tanto la historia como la forma en que esta se desarrolla se mantiene todo el tiempo lo más distendida posible, lo que realmente importa es que la experiencia del espectador se conserva en un nivel muy alto y esto se alcanza gracias a la efectividad en el trabajo de Loach durante toda la película.
En ese sentido, destacaría en primer lugar la tarea tan acertada en la elección de los actores, con ello como suele decirse comúnmente se efectuó la mitad del trabajo.Los dos roles principales están perfectamente definidos y no existen otras palabras para definirlo de mejor manera. Por la forma en que los actores comunican ciertas cosas con sus miradas, o la inocencia que logran transmitir con su simple presencia, al hecho de que finalmente son dos caras ampliamente desconocidas y, en última instancia, a las interpretaciones que ofrecen en las que ambos actores tienen que palpar distintos altibajos emocionales; sin embargo nunca se inclinan por llevar a acabo una actuación vistosa y se suscriben perfectamente al tono de la imagen general del filme, tocando dichos extremos con una sutileza increíble y haciendo uso de un notable trabajo físico.
Además, cabe agregar que la forma en que fue filmada y editada la película origina que tenga el sentido que busca tener. Por ejemplo, la cámara rara vez se mueve y, si lo hace es de modo gradual, sin cambiar su enfoque en el mismo plano. También, el director favorece tomas de ángulos más amplios donde se desarrolla toda la acción y con ello ahorra la edición de las partes más importantes, lo que se construye de la manera más directa posible, para no distraer innecesariamente al público ni a la propia actividad del personaje. El resultado de ello es una película en la que se ingresa al espacio donde habitan los personajes y se les conoce muy íntimamente. Avanzamos tanto con ellos, tanto como para preocuparnos por estas personas casi al instante y empatizar con su lucha, experimentamos sus dificultades con ellos. Si existiera alguna clase de filtro entre el espectador y la obra, en este estaría prácticamente descartado. En ese caso, esa es una característica con la que cualquiera podría acercarse al arco dramático, pero lo más atrayente de ello es que el tono y la intención de la obra es mantenerse firme y real, por lo que no se termina frente a un viaje épico o un drama clásico de grandes momentos; esto termina siendo una representación de la vida real que brinda una mirada interior a lo que es una realidad en la que no duda en creer y por la cual termina siendo absorbido el espectador.
Ahora bien, si tuviera que indicar algo que no me haya agradado o alguna flaqueza, diría que la película cuenta con dificultades cuando de transmitir el mensaje se trata. A veces no resulta muy creíble la forma en la que la dependencia del estado se retrata, e insisto con esto, solo a veces. Alguien podría afirmar que eso es la realidad y que así de locas suelen ser las cosas, pero como se trata de una película, tengo que admitir que a los personajes se les obliga a padecer demasiados momentos complicados gracias a las decisiones que toman personas que me parecían solamente imbéciles unidimensionales y que realmente no pertenecían a una cinta donde la realidad y sus complicaciones se nos muestran de una forma tan digna. Temáticamente esto realmente debilita a una película que intenta expresar un problema, y es cierto que lo consigue con mucha frecuencia; pero sin querer estropear nada, cómo se desarrollan algunos de los eventos y cómo se trata a algunos de los personajes secundarios, especialmente en la segunda mitad, desviar algunos de los temas más poderosos y efectivos sobre los que estaba atraído a favor del comentario social (y gubernamental) que además de resultar barato e ineficaz socava lo que en el resto del metraje es una imagen hermosa y conmovedora sobre las complejidades de la vida y en último lugar, un retrato de la pobreza y la clase media y baja muy tolerante, emotivo y honesto como pocas películas han logrado concebirlo.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, me encantaría realizar la siguiente afirmación: Sí, recomendaría esta obra sin dudarlo ni un momento. Pero al receptor de mi sugerencia también le diría que quedaría advertido, ya que su visionado no me parece un asunto que pudiese llamar placentero. Es más, casi estoy seguro que debe resultar molesta para una generalidad. 
Bueno, ¿a mi que más me da? Ya se sabe cuales son los gustos detestables de la masa.

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