Director: Faith Akin
Duración: 121 minutos
País: Alemania / Turquía
Elenco: Birol Ünel, Güven Kiraç, Zarah Jane McKenzie, Stefan Gebelhoff, Catrin Striebeck, Francesco Fiannaca, Mona Mur, Sibel Kekilli, Ralph Misske, Philipp Baltus, Hermann Lause, Karin Niwiger, Demir Gökgöl, Cem Akin, Aysel Iscan, entre otros.
" Con la intención de liberarse de las estrictas restricciones familiares, una joven suicida de origen turco, establece un matrimonio de conveniencia con un hombre adicto de aproximadamente cuarenta años, un acto que conducirá a una explosión de amor egoísta."
Un filme que en su momento obtuvo el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín, que resultó ser a mi juicio un material sumamente llamativo y provocativo al mismo tiempo.
Por un lado, tenemos a Cahit Tomruk quien es un rockero del tipo punk de cuarenta y tantos años que habita en una completa neblina fabricada a base de alcohol y drogas. Se trata de un hombre de aspecto taciturno que se gana la vida recogiendo botellas de cerveza, después de que un concierto termina en un local ubicado en Hamburgo.
En el otro extremo aparece Sibel Güner, una chica de veintiún años que decidió llevar a cabo el acto de la deserción escolar, una joven cuya actitud hacia la vida se podría resumir mejor con el éxito de Cyndi Lauper, Girls Just Want to Have Fun. En otras palabras, ni siquiera se vuelve trascendente el hecho de que desee suicidarse; lo que ella realmente ansia es vivir (lo que sea que aquello signifique).
Tanto Cahit como Sibel son dos individuos alemanes de ascendencia turca que terminan encontrándose en la sala de psiquiatría de un hospital, luego de que ambos intentaran por separado y de manera fallida suicidarse. Ahora bien, desde luego que estos no suelen ser necesariamente los ingredientes adecuados para lo que podría denominarse como una historia de amor común y corriente, pero esta cinta, que toma su título en parte debido a la forma en que estos dos peculiares personajes se sumergen en sus deseos más primarios, goza de un aspecto que resulta de modo sorprendente muy romántico.
Pero veamos, en algún sentido la premisa que da vida a la trama es la humillación que provoca el matrimonio. En este caso es Sibel quien casi de manera coercitiva convence a Cahit para que se case con ella, todo ello con el propósito de alcanzar su emancipación y de paso librarse de las restricciones opresivas de su tradicional familia musulmana. Incluso, en un determinado momento le asegura y le promete que solo serán algo como compañeros de cuarto. Así que, a cambio de aceptar los votos, ella permanecerá fuera de su camino y como si de un regalo se tratase, mantendrá limpio el pequeño departamento en el que vive.
Entonces Cahit accede a la extraña petición. Se realizan toda clase de ceremonias ridículas y llenas de hipocresía, en una de ellas Cahit consigue la aprobación por parte de la familia de Sibel, y la únión, aunque basada en motivos muy cuestionables, recibe las bendiciones de todo el mundo. Cuando llega el momento de la boda, a pesar de algunos imprevistos, el resultado es muy positivo ya que tanto Cahit como Sibel parecen disfrutar bastante la cultura que de alguna forma los une. Y no importa demasiado que a ninguno de ellos, le apetezca honrar sus lejanas y anticuadas raíces.
Sin embargo, como no todo suele ser miel sobre hojuelas, no parece ser una verdadera sorpresa que en poco tiempo las cosas entre ellos comienzan a desintegrarse de manera abrupta.
Por lo que corresponde a Cahit, esto se debe a que sigue viendo con cierta frecuencia a Maren, la estilista con la que ocasionalmente se acuesta, mientras que Sibel se involucra en la entretenida actividad del sexo casual con una serie de hombres, cuyo único valor que ella parece apreciar en lo que hace es la experiencia que pueda adquirir de ellos. Por supuesto que, es obvio casi a niveles dolorosos que estos dos charlatanes no se hallan a la altura de la ambición en la que pretenden vivir, pero lamentablemente para ellos, son dos seres que no son conscientes de que sus acciones tendrán consecuencias.
De tal manera que el escenario está preparado para que aparezca en cualquier instante una colisión de proporciones tan grandes que destrozan la vida, ya que sus existencias tanto de manera individual como en forma compartida se despliegan cada vez más y más de modo desesperado y en un claro estado que se halla fuera de control. Llegados a ese punto del relato, el suspenso proviene no de preguntarse si se está esperando que algún accidente suceda, sino más bien cuándo y cómo ocurrirá.
En este sentido, la película, con su coro de estilo griego que con sus singulares melodías nos recuerda de forma periódica a lo largo del metraje que se está desarrollando frente a nuestros ojos una tragedia de proporciones épicas, no suele decepcionar. El escritor / director de la obra Faith Akin, concibió en aquel momento una cinta que no es muy diferente a un accidente de tránsito: a pesar de lo terrible que se perciba el evento, es imposible dejar de observarlo.
A mi entender, la naturaleza convincente que posee la película se debe en gran medida a sus dos protagonistas que resultan ser elementos clave en la narrativa. Como Cahit, tenemos a Ünel, quien domina una presencia parecida a Mick Jagger, aunque sea una versión ligeramente más disipada que la de la mencionada leyenda del rock. Es decir, es un hombre ya entrado en años que se niega a reconocer esa madurez que ha alcanzado, por lo cual se comporta como un niño que no reconoce límites y al que le da por las rabietas públicas de forma violenta cuando se siente importunado.
En lo que respecta a Sibel interpretada por Kekilli, es un personaje femenino que al mismo tiempo lo bautizaría como refrescante y repelente, una niña salvaje de deseos insaciables que reside en el cuerpo de una sensual mujer. Dicho de otra manera, el hecho de que en la historia de la actriz aparezca un antecedente como estrella del porno, no es desperdiciado en esta ocasión. Simplemente se trata de un rol cuyas habilidades giran alrededor del elemento físico, y Kekilli claramente se siente muy cómoda con su cuerpo, ya vestida o en carencia de vestimenta alguna.
Juntos, producen una tensión que, dadas las circunstancias de sus personajes, golpea en todos los niveles. No obstante, a pesar de la sensación de que estas dos personajes con diversos problemas viajan junto en un tren fuera de control con destino hacia la destrucción, existen entre ellos momentos de ternura muy genuina, por ejemplo cuando Sibel le prepara con todo detalle un platillo turco muy tradicional o decide cortarle el cabello a Cahit. Tales momentos apuntan a la aparente posibilidad de que pudiera conservarse la calma entre ellos, lo que provoca diversas interrogantes, más allá de que ambas personalidades están entretejidas en un tapiz de intrincados eventos.
Esta obra, cuyo título original literalmente significa Contra la pared presenta estos eventos cubiertos en un contexto de complejidades que incluyen las dificultades que enfrentan los inmigrantes para preservar su cultura mientras se reside en un país extranjero. En este caso, son los turcos que se han dirigido a Alemania en busca de trabajo, los que se encuentran en el centro del debate. Aki, que es un alemán de ascendencia turca, desarrolla la historia con sutiles referencias a estos problemas sociales. En otras palabras, como realizador te hace notar que estas dificultades existen, pero no te presiona para que te sientas abrumado por ello.
En cambio, se enfoca en las vidas caóticas de Cahit y Sibel, en si son o no capaces de cambiar sus propias vidas en lugar de cambiar al mundo, como nos sugiere un psiquiatra en el diálogo de una escena al comienzo de la cinta.
Como el estribillo final del extravagante coro nos expresa: Allá en la montaña, está ardiendo un faro.
Sí, es un faro de amor, incluso para todos aquellos inadaptados que habitan este inmenso planeta.
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