Director: Steven Soderbergh
Duración: 147 minutos
País: Estados Unidos / México / Alemania
Elenco: Benicio Del Toro, Jacob Vargas, Andrew Chavez, Michael Saucedo, Tomas Milian, Jose Yenque, Emilio Rivera, Michael O'Neill, Michael Douglas, Russell G. Gones, Lorene Hetherington, Eric Collins, Beau Holden, James Lew, Jeremy Fitzgerald, Luis Guzmán, Don Cheadle, Enrique Murciano, Gary Carlos Cervantes, Miguel Ferrer, Carl Ciarfalio, Steven Lambert, Rick Avery, Catherine Zeta-Jones, Rena Sofer, Stacey Travis, Albert Finney, entre otros.
" El presidente de Estados Unidos nombra a un juez conservador para encabezar la creciente guerra de su país contra las drogas, solo para descubrir que su hija adolescente es una adicta al crack. Mientras tanto, dos agentes de la DEA protegen a un informante. Y además, la esposa de un capo de la droga que es encarcelado intenta que el negocio familiar siga funcionando."
Y bien, esta vez tengo enfrente a un filme que recibió una cantidad enorme de elogios, muchos de ellos que resultaron ser de lo más gratificante que pudieran entregarle a una obra en el año 2000. Pero veamos, ¿la producción cumple con las altas expectativas que genera? Hasta cierto punto.
Es más que evidente que no se trata de una película para observar con la familia un domingo por la tarde, ni tampoco pertenece a esa categoría de una cinta de acción entretenida, en las que todo es mero espectáculo y que se suelen acompañar con una cubeta llena de palomitas de maíz. A mi juicio, debe ser una de las obras más destacadas de aquel año, pero ciertamente no es una película apta para todo público. Después de verla, me quede decepcionado por una buena cantidad de situaciones, y creo que muchas personas que puedan tener la oportunidad de acercarse a ella se irán insatisfechas debido principalmente al estilo documental y la estructura inusual que utiliza en su narrativa.
En pocas palabras, Tráfico cuenta con grandes cualidades en su estructura cinematográfica, por las que casi sigue siendo un éxito en cuanto al aspecto de filmar en el cine y posee gracias a ello un estilo visual digno de muy pocas creaciones. No obstante, considero que en sus elevadas pretensiones no alcanza los niveles a los que se propone llegar, y por lo tanto no me parece acreedora a tanta alabanza a la que fue sometida.
El director de la película, Steven Soderbergh había sido nominado en aquel instante de manera consecutiva por dos de sus creaciones: la primera fue Erin Brockovich protagonizada por Julia Roberts, la segunda por esta epopeya sobre la guerra interminable contra las drogas. Aquella primera cinta mencionada es entretenida y encantadora, pero esta sobre la que escribo es mucho más compleja en su historia.
En realidad, en su estructura de narración aparecen tres tramas de forma separada, la primera detalla las aventuras de dos policías que residen en Tijuana (aquí es donde lidera la cuestión Benicio Del Toro) que se encuentran al interior de una fuerza policial corrupta, que sigue las ordenes de un General llamado Arturo Salazar, el principal contrincante del negocio de las drogas en México que pretende acabar con el cartel de Tijuana, y para ello necesita capturar a un conocido asesino.
En la segunda historia tenemos como protagonista a Michael Douglas, quien interpreta a un juez conservador de la Corte Suprema del Estado de Ohio que acaba de ser nombrado el nuevo zar antidrogas de la nación. Como podemos ver, tiene una tarea salvaje y compleja enfrente suyo, pero en su caso es aun más difícil ser el padre de una muchacha de 16 años, que obtiene buenas calificaciones en la escuela, aunque en sus ratos de ocio suele usar drogas duras y eventualmente se prostituye para conseguirlas cuando la oferta se agota. Amy Irving interpreta a su madre, una mujer que justamente experimentó con todo tipo de drogas vigentes en el mercado cuando era joven y está convencida de que su hija debería tener más libertad en esta área de su maduración como persona. Para su mala suerte, su esposo está muy en desacuerdo con ella.
Finalmente, la tercera historia se presenta un poco más enrevesada, ya que en ella se tratan las reacciones de una típica ama de casa que además esta embarazada. Su nombre es Helena, y toda su embrollada aventura comienza cuando descubre que su esposo, Carlos Ayala no es en realidad un ejecutivo, sino todo un patrón en el redituable negocio de las drogas. El hombre es detenido cuando los agentes encubiertos de la DEA Montel Gordon y Ray Castro liquidan a un cartel de drogas de mala reputación dirigido por Juan Obregón. Es así que, Helena con la ayuda de su abogado debe lidiar con las presiones de los exigentes enemigos de su esposo, así como con la propia agencia dedicada a la lucha contra el contrabando y el consumo de sustancias.
Otro dato, el fallecido Miguel Ferrer personifica al narcotraficante de rango medio que es capturado por los agentes de la DEA y desea inmunidad para testificar así contra los jefes de gran poder para quienes trabaja.
Como sea, el filme no goza de aquel tono desgarrador, compasivo y despiadado que si tenía por ejemplo Requiem for a Dream, una cinta que había sido lanzada por aquel momento, que también contenía tres historias diferentes aunque paralelas. Aquella película describia el uso de las drogas como un periplo que iniciaba como un trayecto de éxito personal, que solo tenía un final: la desolación y el castigo o las terribles consecuencias ante los actos realizados.
En este caso, Traffic realmente no se acerca al tema de los fármacos de una manera tan personal, más allá de que la parte de la trama que gira alrededor de la hija adicta de Michael Douglas alcanza a rozar la idea, y algunos de los actores participantes realizan un buen trabajo para obtener que las actitudes de sus personajes resulten admisibles en pantalla sobre ese problema; la realidad es que la cinta lo que acomete en términos de narrativa es hablar sobre la guerra que envuelve a las drogas dentro de los Estados Unidos como país, y cómo la cuestión es que se está ante una batalla que no es probable que se gane en el corto plazo (y tampoco en el largo, pero eso no lo mencionan).
Por lo cual, el filme no consigue capturar esas emociones, esas sensaciones que experimentan los personajes como si lo hizo la mentada Requiem for a Dream, empleando para ello estilos visuales muy elaborados y efectos de cámara que fueron innovadores en aquel instante.
Como resultado, esta obra en términos generales carece de ese elemento emocionalmente profundo que si atesoraba la honorable creación de Aronofsky.
Aunque Soderbergh si logra construir un estilo provocador, haciendo uso de una fotografía granulada y de alto contraste cuando se dedica a explorar la atmósfera angustiante de México. Incluso, suele prestarle atención a las escenas más breves en duración o más intrascendentes dentro del argumento. Por ejemplo, habría que tomar una escena donde el personaje de Del Toro se encuentra con una joven pareja casada que se está quejando porque les han robado el automóvil. Obviamente, muchos directores habrían dejado esta escena en la mesa de edición, o le habrían prestado menos atención porque no es tan importante como el resto de ellas. Sin embargo, con ello capta el estado de ánimo correcto, la confusión de los personajes, todo ello mientras favorece el desarrollo del personaje de Del Toro. En pocas palabras, cada escena tomada de modo individual, puede volverse interesante por sus propios méritos.
En particular, destacaría que un elenco de primer nivel contribuye con algunas buenas actuaciones en este filme. Y habría que reconocer que los actores realmente mantuvieron mi atención, lo que con un tiempo de ejecución de más de dos horas, se vuelve imprescindible.
En fin, una película bien construida, aunque su estructura bien puede causar algún tipo de confusión; con un mensaje anunciado de forma adecuada pero que se queda corto: lo más probable es que esa guerra no vaya a terminar jamás.
Es muy probable que es el tipo de película que después de verla, produzca ciertas ganas de discutir tus opiniones al respecto.
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