
Director: Billy Wilder
Duración: 116 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Tyrone Power, Marlene Dietrich, Charles Laughton, Elsa Lanchester, John Williams, Henry Daniell, Ian Wolfe, Torin Thatcher, Norma Varden, Una O'Connor, Francis Compton, Philip Tonge, Ruta Lee, entre otros.
" Un afable personaje, Leonard Vole, es acusado del asesinato de una rica dama, la señora French, con quien mantenía una relación de carácter amistoso. El posible móvel del crimen es la herencia de todos los bienes de la difunta. A pesar de que las pruebas en su contra son demoledoras, el prestigioso abogado criminalista de Londres Sir Wilfrid Roberts acepta ser su defensa al creer en su inocencia."
Cada película que te atrapa, lo hace por algún factor que conecta contigo. Puede haber infinidad de ellos: una fotografía grandiosa, una banda sonora inolvidable, un guión convincente, actuaciones únicas o cualquier otro detalle que a uno le llame la atención de modo particular. O todo eso al mismo tiempo o alguno de esos elementos aunque no todos. En fin, no importa si es el conjunto o si es sólo algún componente que destaca con su propio resplandor. Hay realizaciones cinematográficas que se levantan casi por entero gracias a la intervención de algo que las encumbra.
Para mí, en esta película ese "algo" se llama Charles Laughton y el ingenio demoledor de su discurso. Porque realiza un papel asolador, repleto de humor negro y sencillamente magnífico. Como bien decía siempre Billy Wilder, probablemente sea el mejor actor de todos los tiempos, ya que su sola presencia era capaz de llenar la pantalla (y no es sarcasmo).
Laughton es la gran estrella de este drama de intriga policíaca y judicial, tragedia que a muchos no los ha terminado de complacer, pero que reconoceran que este gran actor la impulsa y la ayuda en gran medida a crecer, hasta llegar a lo más alto posible.
Billy Wilder filmó esta cinta hace 53 años, basándose en la obra homónima para teatro de la gran dama británica de novelas policíacas Agatha Christie con la colaboración del guionista Harry Kurnitz.
Aún con todas las imperfecciones del guión o las sobreactuaciones de algunos personajes la cinta destila ese saborcillo a clásico irresistible que resulta en una de las mejores experiencias que viví delante de una pantalla. Por momentos tuve la sensación de asistir a una nueva clase magistral de suspenso de la mano de Hitchcock, pero no, es Billy Wilder al mando. Y por esto no fuera poco añade su inconfundible sello, aquel del gusto por el humor inteligente y los deliciosos dobles sentidos de los que estaban hechos sus irrepetibles e inolvidables diálogos.
He de reconocer que mi admiración por este genio del séptimo arte es mayúscula. Seguramente se podrán contar con los dedos de una mano los directores que alcanzan un nivel sobresaliente como el suyo, el cual le permitía abarcar todos los géneros de manera extraordinaria.
Si uno está cansado de pasearse por las salas de cine buscando algo más que efectos especiales o 3D del siglo XXi o historias "novedosas" que ya hemos visto hasta el hartazgo, sólo tiene que echar la vista atrás y reecontrarse con el cine clásico, ese que no me vio nacer pero que sin duda me estaba esperando.
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