
Director: Alfred Hitchcock
Duración: 105 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Ray Milland, Grace Kelly, Robert Cummings, John Williams, Anthony Dawson, Leo Britt, Patrick Allen, George Leigh, George Alderson, Robin Hughes, Richard Bender, Sanders Clark, Jack Cunningham, Robert Dobson, Guy Doleman, Bess Flowers, Robert Garvin, Michael Hadlow, entre otros.
" Tony Wendice, un frío tenista profesional, quiere asesinar a su bella esposa Margot, de la cual sospecha que le es infiel, y para poder así conseguir su dinero. Para ello Tony chantajea a un antiguo camarada de la universidad para que entre en la casa en su ausencia y estrangule a Margot por detrás cuando ésta reciba una llamada telefónica."
Si comienzo escribiendo que esta es una obra maestra del género, no estaré exponiendo nada nuevo. Si continuo manifestando que Hitchcock tenía un don innato para absorber toda la curiosidad del espectador durante las proyecciones de sus películas, sería una afirmación poco original.
Pero lo que si voy a recalcar una y otra vez (si tengo la oportunidad), es que Don Alfred fue de los pocos directores, que con solo una pequeña habitación y unos cuantos actores, te creaba un espectáculo digno de elogiar. ¡Bravo maestro!
Sin lugar a dudas el crimen perfecto siempre será una idea que evolucione en el interior de la mente humana, por el simple hecho de concebir la posibilidad de quitar la vida a alguien sin tener que dar la cara a la justicia terrenal. Es muy complicado, aunque a veces escapen los bandidos por falta de pruebas.
Aquí el excéntrico director inglés utiliza su modus operandi habitual: un comienzo directo, donde nos introduce con agilidad en la historia, presentando a los personajes principales y dejándonos apreciar hacia donde avanzará la trama. El guión es perfecto, entendiendo esa perfección como la condición de que todas las piezas encajan como en un rompecabezas: un marido inteligente, perverso y con el tiempo libre suficiente como para tramar un plan maquiavélico, con el único objetivo de acabar con la vida de su esposa y cobrar una gran fortuna. Para ello ha llevado a cabo un trabajo digno de un detective privado, siguiendo a la persona elegida para tal acción. Elabora un plan con todo tipo de detalles, donde nada queda al azar y todo está perfectamente ensamblado para lograr un éxito sin precedentes.
Pero como en toda historia, una cosa es plantearla en la teoría y otra muy distinta llevarla a la práctica, es aquí donde comienza el juego del gato y el ratón por descubrir de un costado al verdadero causante del conflicto y del otro por evadirse de las responsabilidades después de cometer un delito.
Es evidente que las interpretaciones están a un nivel excelente, en especial Ray Milland interpretando a un marido pérfido y que atraviesa por toda clase de circunstancias, cuando en realidad está moviendo los hilos para salirse con la suya. Sin embargo, Grace Kelly y Robert Cummings no terminan de construir sus papeles con el peso que suponía la intensidad de la historia, es una verdadera pena. Parece más bien un duelo entre el mencionado Milland y John Williams.
A pesar de esto, sigue siendo una obra fundamental de la historia del cine.
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