
Director: William Friedkin
Duración: 122 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Ellen Burstyn, Max von Sydow, Lee J. Cobb, Kitty Winn, Jack MacGowran, Jason Miller, Linda Blair, Reverend William O'Malley, Barton Heyman, Peter Masterson, Rudolf Schündler, Gina Petrushka, Robert Symonds, Arthur Storch, Reverend Thomas Bermingham, entre otros.
" Basada en un caso real de posesión que tuvo lugar en los suburbios de Washington. Regan es una niña de 12 años que vive con su madre y que se siente mal; sufre extraños síntomas, incluyendo la levitación y una fuerza sobrehumana. Los doctores intentan tratarla en vano, así que cuando se descartan las explicaciones médicas, su madre recurre a un sacerdote con estudios de psiquiatría. Éste se muestra convencido de que el mal ha rebasado lo físico y afecta a lo espiritual. Una vez seguros de que la niña está poseida, junto a otro sacerdote decidirá practicar un exorcismo."
Estamos sin ninguna duda ante la obra maestra del género de terror, quizá sea porque el protagonista de la película sea el mismo miedo, el causante de lo malo, del temor; el demonio. Basándose en una novela, que tiene su fundamento en hechos reales escrita por William Peter Blatty, el director del mismo nombre pero de apellido Friedkin lleva a cabo toda una reflexión de una temática que en esencia era difícil de plantear y aún más de llevarla a la pantalla. Pero Friedkin a mi parecer lo consigue sin caer demasiado en exhibicionismos gratuitos.
Antes que cualquier aspecto de la cinta, habría que destacar a un reparto de actores que están excelentes en el desarrollo de cada uno de sus personajes.
Primeramente Max von Sydow quien interpreta al Padre Merrin con un realismo casi pasmoso. Después Ellen Burstyn con una de sus mejores representaciones, cuando pasa de ser la actriz famosa y serena del inicio a la inquieta y neurótica madre del final. También aparece Jason Miller, el conocido Padre Karras, quien se envuelve bajo la piel de un personaje muy complejo y difícil de interpretar, ya que dentro de ese hombre hay un conflicto enorme, una lucha entre la fe y la razón.
Mención aparte merece Linda Blair, quien según mi punto de vista aquí despliega el único papel que vale la pena de toda su filmografía y que debido al estigma que le provocó este proyecto al ser reconocida únicamente como la "la niña del exorcista", su carrera jamás pudo despegar como ella hubiera deseado.
En cuanto a la obra como realización cinematográfica, su principal cualidad es que nos ofrece una visión muy adecuada teológicamente hablando, de lo que es un exorcismo y de lo que es una posesión. Por ejemplo, las indicaciones que señala el Padre Merrin antes de comenzar con el rito son muy convenientes, de acuerdo a lo que es originalmente esa ceremonia: "es importante evitar todo diálogo con el demonio, es un mentiroso y mezclará mentiras con verdades para atacarnos. Su ataque es psicológico y muy fuerte, así que no lo escuche."
Es una película que plantea el tema del mal con una seriedad y corrección teológica que es inusual en este tipo de género en el que se tiende más a fantasear. Es hasta cierto punto apropiado el presentar al demonio como el padre de la mentira y muy conveniente como se nos presenta su modo de actuar, utilizando a las personas por medio de la obsesión y manipulando recuerdos y sentimientos ajenos para hacer daño o engañar.
Consideraciones religiosas aparte, el filme está muy bien logrado, porque no se limita a dar sustos sin ton ni son, como suelen hacer la mayoría de peliculas de terror y uno de sus mejores argumentos es esa primera parte que algunos encuentran aburridísima y otros tenemos por imprescindible. En lugar de ir a lo fácil y empezar con la posesión en sí, el pulso casi clínico de Friedkin nos acerca al entorno de la familia poco a poco, a los primeros indicios de perturbación y más tarde a la posesión propiamente dicha, todo con la música mil veces imitada de Mike Oldfield. Ningún personaje es simple, ni prototípico y se agradece.
Puede parecer exagerado, pero cuando se trata de una creación como esta ya no hablamos de cine, estamos tratando con algo más complejo. Y la gente lo sabe. Porque la atmósfera de perversión, enfermedad y muerte que emana cada vez que la cámara entra en la habitación de Regan no la he vuelto a ver en ninguna película.
Es una gran ejercicio de cine. No obstante siempre caminará por el lado prohibido, ya que se puede ver, pero jamás disfrutar.
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