Yo soy yo y tú eres tú.
Yo hago mis cosas y tú haces tus cosas.
Yo soy responsable de mí; y tú eres responsable de ti.
No estoy en este mundo para vivir según tus criterios.
Ni tú estás para vivir de acuerdo con los míos.
Si nos encontramos en estas condiciones,
¡qué agradable y qué interesante!
Pero si no, será mejor que cada quien siga su camino.
Decir hasta qué punto se practican y si se piensa practicarlas en el futuro inmediato.
Fritz Perls
En eso estaba pensando, en que al fin lo he comprendido, en que ahora me vengo a enterar a qué se refería Perls. Sí, después de algunos años, después de muchos desaciertos, de mentiras, de falsedad, de bastantes descuidos, finalmente salí de aquella maldita confusión.
Y cómo es la bendita vida de excepcional, de singular, que en ningún momento deja de sorprenderme que en el lugar menos pensado, el día y la hora menos planeada la volví a ver.
Estaba tan concentrado en mi reflexión sobre las relaciones humanas que cuando pude reconocer su rostro, ya me había rebasado y yo no pude ni moverme; me quede pasmado y se fue.
Tal vez nunca le vuelva a ver, tal vez sí, lo que es indudable es que "no te dejo de pensar". Como sea fue un alivio saber que no había muerto, que sigue aquí, como yo, y que de alguna u otra manera sigue peleando por su futuro.
Me da gusto, si mi intuición no me falla que haya llegado tan lejos porque si soy sincero jamás lo pensé de ella. No porque fuese estúpida o algo por el estilo, sino porque la vagancia y su hermana la desidia siempre la gobernaron. Como en mi.
Por eso eramos camaradas o eso recuerdo yo. Hasta cierto punto fuimos inseparables, en aquellos días creíamos tanto en la lealtad como el sustento de una relación que casi se volvía una adicción.
Como sea, si se presenta otra oportunidad, esta vez si te voy a saludar y te gritaré tu nombre para que me escuches. Porque únicamente los insensibles entienden a gritos.
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