Dormía, y a eso de las cuatro de la madrugada un ruido emergente desde el interior de mi cuarto me despertó, abrí los ojos desapaciblemente, sin embargo me mantuve quieto, del susto no fui capaz ni siquiera de encender la luz o moverme; segundo a segundo comenzaba a prosperar el ruido por lo que mis oídos podían comenzar a darle un significado... era como si crujiera todo mi casa, como si el viento se hubiese metido a mi habitación.
De pronto a través de mis párpados y aún no abriendo los ojos vislumbré esa luz destellante que se hace notar cuando de la oscuridad pasamos al alumbramiento y supuse que ya no estaba solo, que alguien más con una fuerza omnipotente había entrado en mi alcoba. Imaginé varias cosas, creí que podía ser un ángel o probablemente un extraterrestre, pero... ¿cómo podía saberlo? si ni siquiera había abierto los ojos, así que me propuse a hacerlo. Tuve miedo... mucho miedo, pero al fin los abrí.
Al principio no podía distinguir bien que era, pero ya menos encandilado y acostumbrándome a la fuerza de aquella luz; pude saber que en realidad ni era un ángel ni un extraterrestre, sino que era ella que había venido a visitarme, ella... sí... ella!. Con su estado menguante; fina, femenina, dulce, alicaída... como suele devenirse cada vez que pensamos en el amor. Sí, era ella y estaba desnuda ante mí, procurando ser ella misma. Entonces se posó sobre mi, casi rozando el techo de mi recinto, me habló y mis oídos se estremecieron...
- Muchos creen que le pertenezco al Sol... ¿Tú que crees?...
- Yo creo que no le perteneces a nada, ni a nadie, pero muchos creen que te poseen...
- Dime, ¿de qué manera crees que me poseen?
- De la misma manera que se anhela la felicidad, creo...
- ¿Crees?...
- Creo... sí, creo
- Entonces, no estás seguro...
- Creo que muchos buscan en tí fuerzas mágicas que aquí en la Tierra no existen...
- Fuerzas mágicas... ¿Cómo cuáles?
- Como la paz, como la felicidad, como esa soledad que no asusta ni molesta...
- Javier... te has aferrado a mí estado natural...
- Quizás, porque es lo que busco aquí y no encuentro...
- No le pertenezco a nadie...
- Lo sé... lo sé...
Entre los dos surgió un silencio...
- ¿Por qué viniste? - Le pregunté - no soy más que un simple humano con ideas subrrealistas y fantasiosas, poco creíbles y consistentes para los realistas de este planeta.
- Entonces, ¿crees que no soy real y que esto es sólo un sueño?
- ¿Cómo puedo saber si estoy despierto?
- Tus ojos están abiertos...
- Díme por favor, ¿por qué viniste?
Calló... y de pronto mi habitación nuevamente estaba oscura.
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