Se me ha pedido que desarrolle una anécdota personal referida al género, lo que éste ha dejado en mi, en mi forma de actuar y si he podido apreciar algunos hechos de violencia o actitudes machistas.
En realidad el primer lugar en el que me percaté de la existencia del machismo fue obviamente en mi familia. Cuando mis padres se casaron, mi padre le pidió a mi madre que dejara de trabajar porque él le iba a proporcionar todo lo que ella deseara y mucho más, con la condición de que permaneciera en casa cumpliendo con el papel proscrito por la sociedad: ser ama de casa. Y mi mamá accedió.
Para cierta decepción del lado de mi padre, su primer hijo no fue varón como él lo esperaba y nació mi hermana. A pesar de ser mujer, mi padre la quería bastante supongo que esto tiene que ver con el enorme parecido que ambos comparten; no obstante esa debe ser una de las primeras incongruencias de los machos, cuidan tanto a sus hijas como a su sombra. En muchas ocasiones motivados por la cuestión de que no desean que nadie manche el apellido.
Posterior al nacimiento de mi hermana mayor, fui engendrado yo. Mi madre me ha comentado que mi padre no quería tener más hijos y sin embargo llegué yo a la familia. Para reforzar su virilidad mi padre me nombró del mismo modo que él, probablemente tratando de cargarme inconscientemente de su éxito social.
Finalmente para completar el cuadro perfecto nació mi hermano menor. Aquí fue cuando hizo acto de aparición mi madre dando pie al machismo, ya que nos decía a mi hermano y a mí que no podíamos jugar con mi hermana puesto que ella era mujer, que las féminas solo pueden jugar con muñecas y esas cosas. De esa manera empezó a alejarla de nosotros, los niños de la casa, lo que posteriormente repercutiría en la conducta de mi hermana, sin embargo ese es otro tema.
Todo esto lo menciono para demostrar como la familia va engendrando esos modelos que a su vez se tomaron de la sociedad en la que vivimos. Cuando yo crecí y estaba atravesando por la adolescencia mi madre empezó a cambiar en algunos aspectos en cuanto a la igualdad entre los géneros, nunca supe cual fue el motivo de su transformación.
Sin embargo dejó de servirme la comida, de cocinarme, de lavarme la ropa, en pocas palabras dejó de ser mí empleada doméstica particular y yo comencé a abrir los ojos gracias a ese comportamiento que sin saberlo en ese momento promovía la igualdad.
Fue así como en ese momento de mi vida, sin tener noción alguna de los estudios de género que apareció en mí la idea de que ambos géneros teníamos derecho a recibir las oportunidades, que no deberían existir las tareas designadas a partir de la naturaleza de cada individuo.
Por eso no puedo manifestar abiertamente que estas clases de género hayan cambiado algo en mí, puesto que desde hace mucho tiempo yo tengo la firme idea de que somos iguales, que estamos en la misma posición y de ninguna manera me considero un macho.
Confieso que algunas veces he tenido comportamientos de ese tipo, pero es que cuesta mucho esfuerzo deshacerse de esas ideas que nos han inculcado desde el hogar, que han permanecido ahí desde que convivíamos con otras personas. Lo peor es que esos prejuicios se convierten en tabúes.
Y no estoy tratando de justificarme, sólo que el peso de lo social en cada uno de los sujetos que la conformamos es muy grande. Yo no creo que en el caso de la violencia las mujeres sean víctimas y los hombres sean victimarios, me parece que es una visión muy reduccionista de las cosas.
Estoy convencido de que las mujeres padecen en gran medida la violencia ejercida por los machos, pero de la misma forma pienso que esos mismos seres violentos sufren de alguna manera que por supuesto no es la misma que la de las chicas.
Por eso hay tantos hombres enfermos, sin saber que les ha sucedido a sus cuerpos que aparentemente eran tan fuertes sinónimo de solidez, de valentía, de energía, de masculinidad.
En muchas ocasiones se intenta explicar lo social de los humanos a través de comparaciones de lo social en otros animales como los primates y otros grupos de su especie. Es precisamente ahí en donde yo encuentro el error, no sé qué tan inteligentes nos consideremos nosotros como especie al lado de ellos; al parecer ellos no atraviesan por la clase de dificultades por las que nosotros sí.
Por otro lado, valorando lo que me dejó la clase en cuestión de aprendizaje y tópicos en los cuales tengo interés en profundizar es en lo relacionado a la teoría de lo queer que muchos interpretan como que son “mariconadas” o términos relacionados con el feminismo, que en nuestra sociedad machista es vista como una peste.
En ese asunto como en muchos otros relacionados con el género, la identidad y hasta la sexualidad, todo está cubierto con un velo gigantesco de ignorancia.
Por lo que he leído hasta el momento, ese término en nuestro idioma se fue degenerando hasta convertirse finalmente en lo que hoy conocemos como “marica” o “maricón”, todo ello por algunos autores que lo usaron en condiciones peyorativas.
Para mi punto de vista es una lástima que se aborde con ese proceder ese temática tan rica en contenido. Cuando bien podría profundizarse por la posición de difuminar los límites, del goce de la inventiva, de la creatividad, de la posibilidad de poder salir esos moldes que nos impiden utilizar todas nuestras capacidades como seres humanos.
En este semestre sucedió una cosa muy curiosa, ya que al mismo tiempo cursé la materia de violencia intrafamiliar y ésta de estudios de género, lo que hasta cierto punto generó que yo tuviera una visión un poco más amplia de los hechos.
Supongo que esto se pudo notar en algunos puntos de vista que he expresado a lo largo de este escrito.
Aunque tal vez en ambas materias se tocan los mismos puntos, algunas veces van dirigidos hacia diferentes metas. En realidad, una cosa lleva a la otra, la desigualdad entre los géneros solo causa entre otras cosas la violencia, en todas sus diversas manifestaciones.
Creo que para alcanzar realmente la igualdad, debemos ir más allá como lo mencionaba Foucault, para poder tener relaciones más satisfactorias; reinventarnos cada día, tratar de ser más humanos, crear nuevos tipos de relaciones, con tratos más amistosos y acercándonos más al arte y a la cultura.
Suena bastante utópico, pero nada se pierde con intentarlo, después de todo como seres humanos creo que todos deseamos vivir en paz y en armonía, esa debería ser nuestra única meta a alcanzar como especie.
En realidad el primer lugar en el que me percaté de la existencia del machismo fue obviamente en mi familia. Cuando mis padres se casaron, mi padre le pidió a mi madre que dejara de trabajar porque él le iba a proporcionar todo lo que ella deseara y mucho más, con la condición de que permaneciera en casa cumpliendo con el papel proscrito por la sociedad: ser ama de casa. Y mi mamá accedió.
Para cierta decepción del lado de mi padre, su primer hijo no fue varón como él lo esperaba y nació mi hermana. A pesar de ser mujer, mi padre la quería bastante supongo que esto tiene que ver con el enorme parecido que ambos comparten; no obstante esa debe ser una de las primeras incongruencias de los machos, cuidan tanto a sus hijas como a su sombra. En muchas ocasiones motivados por la cuestión de que no desean que nadie manche el apellido.
Posterior al nacimiento de mi hermana mayor, fui engendrado yo. Mi madre me ha comentado que mi padre no quería tener más hijos y sin embargo llegué yo a la familia. Para reforzar su virilidad mi padre me nombró del mismo modo que él, probablemente tratando de cargarme inconscientemente de su éxito social.
Finalmente para completar el cuadro perfecto nació mi hermano menor. Aquí fue cuando hizo acto de aparición mi madre dando pie al machismo, ya que nos decía a mi hermano y a mí que no podíamos jugar con mi hermana puesto que ella era mujer, que las féminas solo pueden jugar con muñecas y esas cosas. De esa manera empezó a alejarla de nosotros, los niños de la casa, lo que posteriormente repercutiría en la conducta de mi hermana, sin embargo ese es otro tema.
Todo esto lo menciono para demostrar como la familia va engendrando esos modelos que a su vez se tomaron de la sociedad en la que vivimos. Cuando yo crecí y estaba atravesando por la adolescencia mi madre empezó a cambiar en algunos aspectos en cuanto a la igualdad entre los géneros, nunca supe cual fue el motivo de su transformación.
Sin embargo dejó de servirme la comida, de cocinarme, de lavarme la ropa, en pocas palabras dejó de ser mí empleada doméstica particular y yo comencé a abrir los ojos gracias a ese comportamiento que sin saberlo en ese momento promovía la igualdad.
Fue así como en ese momento de mi vida, sin tener noción alguna de los estudios de género que apareció en mí la idea de que ambos géneros teníamos derecho a recibir las oportunidades, que no deberían existir las tareas designadas a partir de la naturaleza de cada individuo.
Por eso no puedo manifestar abiertamente que estas clases de género hayan cambiado algo en mí, puesto que desde hace mucho tiempo yo tengo la firme idea de que somos iguales, que estamos en la misma posición y de ninguna manera me considero un macho.
Confieso que algunas veces he tenido comportamientos de ese tipo, pero es que cuesta mucho esfuerzo deshacerse de esas ideas que nos han inculcado desde el hogar, que han permanecido ahí desde que convivíamos con otras personas. Lo peor es que esos prejuicios se convierten en tabúes.
Y no estoy tratando de justificarme, sólo que el peso de lo social en cada uno de los sujetos que la conformamos es muy grande. Yo no creo que en el caso de la violencia las mujeres sean víctimas y los hombres sean victimarios, me parece que es una visión muy reduccionista de las cosas.
Estoy convencido de que las mujeres padecen en gran medida la violencia ejercida por los machos, pero de la misma forma pienso que esos mismos seres violentos sufren de alguna manera que por supuesto no es la misma que la de las chicas.
Por eso hay tantos hombres enfermos, sin saber que les ha sucedido a sus cuerpos que aparentemente eran tan fuertes sinónimo de solidez, de valentía, de energía, de masculinidad.
En muchas ocasiones se intenta explicar lo social de los humanos a través de comparaciones de lo social en otros animales como los primates y otros grupos de su especie. Es precisamente ahí en donde yo encuentro el error, no sé qué tan inteligentes nos consideremos nosotros como especie al lado de ellos; al parecer ellos no atraviesan por la clase de dificultades por las que nosotros sí.
Por otro lado, valorando lo que me dejó la clase en cuestión de aprendizaje y tópicos en los cuales tengo interés en profundizar es en lo relacionado a la teoría de lo queer que muchos interpretan como que son “mariconadas” o términos relacionados con el feminismo, que en nuestra sociedad machista es vista como una peste.
En ese asunto como en muchos otros relacionados con el género, la identidad y hasta la sexualidad, todo está cubierto con un velo gigantesco de ignorancia.
Por lo que he leído hasta el momento, ese término en nuestro idioma se fue degenerando hasta convertirse finalmente en lo que hoy conocemos como “marica” o “maricón”, todo ello por algunos autores que lo usaron en condiciones peyorativas.
Para mi punto de vista es una lástima que se aborde con ese proceder ese temática tan rica en contenido. Cuando bien podría profundizarse por la posición de difuminar los límites, del goce de la inventiva, de la creatividad, de la posibilidad de poder salir esos moldes que nos impiden utilizar todas nuestras capacidades como seres humanos.
En este semestre sucedió una cosa muy curiosa, ya que al mismo tiempo cursé la materia de violencia intrafamiliar y ésta de estudios de género, lo que hasta cierto punto generó que yo tuviera una visión un poco más amplia de los hechos.
Supongo que esto se pudo notar en algunos puntos de vista que he expresado a lo largo de este escrito.
Aunque tal vez en ambas materias se tocan los mismos puntos, algunas veces van dirigidos hacia diferentes metas. En realidad, una cosa lleva a la otra, la desigualdad entre los géneros solo causa entre otras cosas la violencia, en todas sus diversas manifestaciones.
Creo que para alcanzar realmente la igualdad, debemos ir más allá como lo mencionaba Foucault, para poder tener relaciones más satisfactorias; reinventarnos cada día, tratar de ser más humanos, crear nuevos tipos de relaciones, con tratos más amistosos y acercándonos más al arte y a la cultura.
Suena bastante utópico, pero nada se pierde con intentarlo, después de todo como seres humanos creo que todos deseamos vivir en paz y en armonía, esa debería ser nuestra única meta a alcanzar como especie.
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