
Director: Francis Ford Coppola
Duración: 175 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Richard S. Castellano, Robert Duvall, Sterling Hayden, John Marley, Richard Conte, Al Lettieri, Diane Keaton, Abe Vigoda, Talia Shire, Gianni Russo, John Cazale, Rudy Bond, entre otros.
" Don Vito Corleone es el jefe de una de las cinco familias que ejercen el mando de la Cosa Nostra en Nueva York en los años 40. Don Corleone tiene cuatro hijos; una chica, Connie, y tres varones, Santino o Sonny, como le gusta que le llamen, Michael y Fredo, al que envían exiliado a Las Vegas, dada su incapacidad para asumir puestos de mando en la Familia. Cuando otro capo, Sollozo, al rechazar el Padrino intervenir en el negocio de estupefacientes intenta asesinar a éste, empieza una cruenta lucha de violentos episodios entre los distintos grupos."
El cine, tal y como lo conocemos, alcanza su techo, volviéndose insuperable gracias a esta magistral pieza de Coppola de la que, más allá de los grados de perfección que alcanza, podemos sacarle varias lecturas.
La primera es que se demuestra, una vez más, que un guión excelente es la base de toda gran película. La segunda es que, en casos como éste, las interpretaciones ayudan sin duda a redondear la perfección de una obra.
Con esta película se marca un antes y un después en la historia del celuloide. Señores, ante ustedes, lo más grande que nos dió el cine.
Para entender la importancia capital de esta cinta en la historia del cine es necesario adentrarse en ella y disfrutarla. Ya desde el comienzo, el director nos ofrece los principales rasgos de los personajes, y a partir de ahí, lleva adelante la historia, con un pulso narrativo impresionante y con un nivel de presentación al espectador realmente inalcanzable.
El filme cuenta con un reparto de lujo: genial James Caan por el temperamento que imprime al personaje de Sonny, correctísimo Robert Duvall por la templanza que otorga a Tom Hagen, sobria y acertada Diane Keaton por la inocencia representada en el rostro de Kay Adams.
Escalofriante Al Pacino porque es su personaje, Michael Corleone, el que sufre la mayor de las metamorfosis, efecto que se hace notar gracias a la superlativa actuación de este monstruo de las pantallas, que demuestra aquí que era un prodigio ya desde los comienzos, en esta ocasión con mirada de hielo y gesto neutro.
Insuperable Marlon Brando porque, como siempre que lo vemos, no le sobra ni le falta nada. Cada gesto, cada palabra de este magnífico Vito Corleone se ha transformado en un símbolo de la mitología cinematográfica. En la carrera de Brando ya estaba todo hecho, pero tras este filme alcanza la cumbre, y consigue la inmortalidad.
Coppola y Puzo nos enseñan cómo debe adaptarse una novela a la perfección, haciendo hincapié en lo que más importa de la historia, y dejando de lado el resto. El cineasta logra que la cinta quede para siempre en nuestra memoria ya que las escenas absorben de tal manera que uno se olvida de que está viendo una película. Algo difícil de explicar con palabras.
El director hace un exquisito uso de las técnicas fílmicas, rodando tiroteos y escenas de acción con total realismo, y mostrándonos todo lo que la historia tiene para dar, sin ocultar nada. También hace gala durante toda la proyección, pero sobre todo en la última media hora, de un montaje excepcional.
Nino Rota compone una banda sonora penetrante, emotiva e inmortal.
Todo es sublime, perfecto y extraordinario en esta auténtica joya del cine de todos los tiempos. Una de las películas más importantes que ha dado el séptimo arte, y el principio de la que es, para mí, la trilogía más fascinante de la historia.
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