"El corolario de la violencia es la soledad."
Conozco gente que dice que soy una persona especial, que tengo una especie de locura que me hace ser original, extraño, cautivante; en algunos casos me hacen pensar que mi vida es una película o una novela de ficción, y que tengo que mantener el nivel de mi actuación como protagonista. Pero realmente mis frases son prestadas, mis ideas un vómito de las de Nietzsche y Cortázar, el tatuaje que llevo extraído de una revista de rock.
Mis charlas estúpidas sobre filosofía barata, música clásica pagana o novelas obligadas a leer en el colegio, eran una buena manera de mostrarme como una persona interesante. Sin embargo, tenía cronometrado exactamente el tiempo, según la persona, la cual se tragaría esta porquería para luego darse cuenta que sólo era eso, realmente pura basura.
Alardear de ser una persona independiente, de tener la posibilidad de alzar mi vaso y emborracharme hasta el amanecer. Era confrontado con la realidad de llegar a dormir a la casa de mis padres, y levantarme al día siguiente a las ocho de la mañana para el desayuno familiar.
Observar como escriben otros sujetos, poemas o cartas de amor, lo que se ofrezca no importa y darme cuenta que me parecía cursi, no obstante bastaba que yo hiciera lo mismo agregando unas cuentas frases sarcásticas para que pensara que lo mío no tenía nada que ver con mostrar sentimientos. Necesitaba de alguien que me salvara de esa soledad.
Los recuerdos al extrañar demasiado a alguien, permiten que se vayan depurando los defectos y únicamente se quedan las cualidades, logrando tener un pensamiento útopico, no real sobre ese ser.
Se idealizan sus acciones y en algunos casos se pueden anticipar sus reacciones de una manera totalmente divina, como el ejemplo en que el se piensa que si le llama por teléfono despertándole a la una de la mañana ella acudiría corriendo a la casa. Simplemente con decirle que se tienen ganas de verle, o de pedirle que suspenda la cita que tiene con la persona que le está esperando en la puerta de su casa con un ramo de rosas y una reservación en el restaurante más caro de la ciudad; exigir cosas absurdas teniendo como única razón: 'Cuando se quiere no hay imposible'.
Catalogando así al amor no de hermoso, sino de idiota.
Y así únicamente queda por decir que todo lo que yo le trataba de dar a entender, no lo entendía. O mejor dicho, lo entendia al revés. Por más que yo le planteara las cosas al revés para que las comprendiera como se las quería dar a comprender, igual las entendía al revés.
Es por eso que tuve la certeza de estar equivocado.
La dificultad para ser feliz es una constante, o la felicidad constante la verdadera dificultad; esto se debe, pienso yo, por la total disconformidad con lo que me ha dado la vida, o mejor aún, con lo que yo he podido conseguir de ella.
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