
Director: Stanley Kubrick
Duración: 87 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Kirk Douglas, Ralph Meeker, Adolphe Menjou, George Macready, Wayne Morris, Richard Anderson, Joe Turkel, Christiane Kubrick, Jerry Hausner, Peter Capell, Emile Meyer, Bert Freed, Kem Dibbs, Timothy Carey, Fred Bell, entre otros.
" Resguardados en la seguridad de su pintoresco chateau detrás de las líneas enemigas, un grupo de generales franceses le da una orden directa al Coronel Dax (Kirk Douglas): tomar la colina a cualquier costo. Toda una misión suicida, el ataque está destinado al fracaso.
Para terminar de empeorar las cosas, los Generales ordenan el arresto de tres soldados inocentes bajo cargos de cobardía y amotinamiento. Dax, un abogado en la vida civil, llega para preparar la defensa de los acusados pero pronto se da cuenta que a menos de que pueda probar la culpabilidad de los Generales, sólo un milagro podrá salvar a sus clientes del escuadrón de fusilamiento.
Toda una obra maestra del director/escritor Stanley Kubrick y los guionistas Calder Willingham y Jim Thompson. Es una abrasadora mirada al mundo de la política militar y una inolvidable experiencia cinematográfica."
Steven Spielberg, mostrando su amor por Kubrick cuando le preguntaron por cómo definiría el cine, contestó: "No hay nada más maravilloso y perfecto para definir el cine que el final de Paths of Glory, cuando la que sería la futura esposa de Kubrick canta ante los soldados franceses".
Ciertamente, podría tratarse de una de las definiciones más certeras de la historia. Una escena donde la brutalidad propia de los soldados pasa a convertirse en pura sensibilidad, al ver a tan hermosa mujer, una prisionera alemana, cantar dulcemente, pasando en segundos de la barbarie casi obscena al más maravilloso silencio dentro de las tropas del bar.
No hay lugar para el heroísmo en esta película. No hay lugar para los vencedores, no hay lugar para la victoria, no hay lugar para la esperanza. Todos somos perdedores en las guerras.
Y más aún aquellas almas cegadas por el patriotismo, sentados en su despacho, dirigiendo a miles de hombres que servirán de carne de cañón desde su mesa.
No hay mayor cobardía que la del personaje interpretado por George Macready, que ordena matar a tres hombres escudándose en el miedo y la cobardía contra el enemigo. Pero mayor cobardía es escoger friamente, al azar, a tres hombres que pagarán por el resto del pelotón.
Tranquilamente, condenar a la muerte a tres hombres a los que se contempla como a hormigas a las que poder aplastar, parece un mero juego para el general francés.
En el otro extremo se encuentra el coronel Dax, maravilloso Kirk Douglas, un hombre justo, aunque no es ningún virtuoso, ni ninguna alma caritativa. Es sencillamente un hombre justo y sensato.
Su lucha es más propia de David contra Goliat, sólo que esta vez Goliat es invencible. Un juicio que es más un mero teatro, un circo, que un proceso donde se pueda hacer verdadera justicia.
Y aquí es donde comienza la agonía de los soldados. Una reflexión sobre la muerte, sobre la vida, cómo afrontar el inevitable destino. Resignarse o rechazarlo. El terror en la cara de unos soldados que se ven incapaces de huir del asesinato a sangre fría a manos de sus propios compatriotas por algo tan nimio como el valor.
Un valor que sólo puede juzgar un demente y casi fascista coronel, ansioso de poner en orden en su pelotón, sacrificando a chivos expiatorios como medida de advertencia.
Toda esta reflexión sobre la guerra está contada con el habitual estilo de Kubrick: sus grandiosos "travellings", unas escenas en las trincheras que casi parecen documentales, y un grito desesperado por la paz, que metió el dedo en la llaga de aquellos a los que involucraba esta cinta.
Siempre genial, siempre único, así era Kubrick.
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