
Director: Samuel Fuller
Duración: 113 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Lee Marvin, Mark Hamill, Robert Carradine, Bobby Di Cicco, Kelly Ward, Stéphane Audran, Siegfried Rauch, Serge Marquand, Charles Macaulay, Alain Doutey, Maurice Marsac, Colin Gilbert, Joseph Clark, Ken Campbell, Doug Werner, entre otros.
" Cuatro jóvenes soldados de infantería se ven conducidos por su sargento a través de los campos de batalla de media Europa."
He revisado hace poco, esta vez en su versión extendida esta película y he llegado a la conclusión de que es tan fascinante que no tengo en cuenta los errores, sólo me interesa ese grupo enfrentado a la guerra y sus situaciones. Separada por distintos capítulos entre 1942 y 1945, este proyecto es nada menos que una clase de historia sobre el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, desde el norte de Africa a Sicilia, desde el día D a Bélgica, de Checoslovaquia hasta llegar a Alemania. Es la película donde uno descubre que los soldados utilizaban preservativos en los cañones de los fusiles para evitar que les entrara agua.
Fuller consigue emocionar con la odisea de estos soldados, gracias sobre todo a muy buenas actuaciones, sobresaliendo Lee Marvin, con un carisma de los que traspasa la pantalla, con esa mirada inflexible en la que puede vislumbrarse sensibilidad tras esas duras facciones, crea a un nihilista sarcástico como deja patente en la excelente escena del niño francotirador alemán, y es que este ejercicio cinematográfico está salpicado de escenas maravillosas, donde la crudeza de la batalla se alterna con escenas cargadas de poesía. Este es el tono de la obra, una amalgama cimpleta que hace que por momentos roce el realismo mágico. Hay secuencias memorables como el alemán que va a orinar a escasos metros del escondite del grupo, el pueblo italiano donde no queda un solo hombre, las flores en el casco del Sargento o la explicación que en uno y otro bando dan los que están al mando de la diferencia entre asesinar y matar. Y momentos brillantes como la emboscada de los nazis que se hacen pasar por muertos, y el batallón ayudando a dar a luz a una mujer en el interior de un tanque, sujetándole las piernas con tiras de municiones utilizando condones en los dedos a modo de guantes de enfermería y la envoltura de un queso como mascarilla. Genial la parte de la espía americana, (interpretada magistralmente por una de las actrices fetiche de Claude Chabrol) que se hace pasar por loca en un psiquiátrico tomado por el enemigo para eliminar alemanes, y grotesco el tiroteo con los enfermos mentales indiferentes. O la mujer belga que descubre a un nazi infiltrado por su forma de comer.
Samuel Fuller muestra el contraste entre la vida que empieza y todas las que terminan, y por supuesto sin olvidar las fiestas que arman los soldados entre descansos de la batalla.
Comentarios