
Director: Wes Craven
Duración: 111 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Drew Barrymore, Roger Jackson, Kevin Patrick Walls, David Booth, Carla Hatley, Neve Campbell, Skeet Ulrich, Lawrence Hecht, Courteney Cox, W. Earl Brown, Rose McGowan, Lois Saunders, David Arquette, Joseph Whipp, Matthew Lillard, entre otros.
" Hace un año que fue asesinada la madre de Sidney, una atractiva joven. Ahora vuelve a atravesar una situación angustiosa, ya que mientras un terrible psicópata aterroriza el barrio, su padre está siempre ausente y su novio está a punto de cortar con ella."
El maestro del terror Wes Craven, a quien ya se daba por acabado en aquel entonces, se reinventó a sí mismo, curiosamente a base de reciclar los fundamentos en los que se apoyó durante las décadas de los 70 y 80's. El encanto de esta película es que a través de un excelente grado de autoconsciencia, consigue sobrepasar la pantalla. Y lo hace con una interesante fórmula que va más alla del cine, en otras palabras: el cine dentro del cine. Es como una clase magistral de terror en el séptimo arte de los últimos tiempos, o mejor dicho, una recopilación, como si se tratara de una biografía firmada por el propio Craven.
En las casi dos horas de metraje se encuentran casi todos los clichés del género, y estos son usados siempre a favor de un espectáculo ciertamente divertido. En la misma línea, el colofón lo ponen por una parte el destacable personaje de nombre Randy Meeks y sus reflexiones sobre el terror cinematográfico, y por otra los recurrentes guiños a otras cintas del género.
El evidente tono autoparódico de la cinta no impide disfrutar de una seria reflexión sobre las influencias que puede llegar a crear el cine, aparte de los esperados buenos momentos de terror. Un buen ejemplo de ello es el arranque del filme, que no podía ser mejor. Un antológico prólogo que pone los pelos de punta y que supone toda una declaración de intenciones por parte del autor. Porque asi es este proyecto de Craven, una cinta que en ningín momento olvida ni deja de rendirle homenaje a sus orígenes.
Irónicamente, la realidad se mezcló con la ficción, dando lugar a numerosos casos de jóvenes que emulaban al asesino. Esta fue una de las consecuencias trágicas de esta cinta, la otra la situaríamos en la corriente artística, ya que casi sin quererlo, Craven estableció las bases para un nuevo resurgir de la serie B, con una serie de títulos infumables entre sus filas, que en honor al buen gusto no se van a citar aquí.
A pesar de ello, no es más que la enésima demostración del poder de una película que te gustará o no, pero como ya se ha podido comprobar, creó escuela. Y esto ya no se lo quita nadie.
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