
Director: Juan José Campanella
Duración: 129 minutos
País: Argentina/España
Reparto: Soledad Villamil, Ricardo Darín, Carla Quevedo, Pablo Rago, Javier Godino, Bárbara Palladino, Rudy Romano, Alejandro Abelenda, Mario Alarcón, Guillermo Francella, Sebastián Blanco, Mariano Argento, José Luis Gioia, Juan José Ortíz, Kiko Cerone, entre otros.
" Argentina, años 70. Benjamín Esposito es secretario de un juzgado de instrucción de Buenos Aires y está a punto de retirarse. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido treinta años antes, decide escribir una novela sobre el caso del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante años."
La obra de Campanella se quiere sustentar en dos grandes pilares, la trama policiaca y el drama romántico. La historia de amor entre Darín y Villamil puede conmover, pero la siento demasiado en paralelo con respecto al eje argumental, el crimen en sí mismo. No me parece que esté de más, sino que no complementa debidamente a la trama principal.
En cuanto a la historia del crimen podría denominarla generosamente de inconsistente, con diversos fallos que son más de veracidad que de otra cosa, como que busquen a alguien en un estadio de futbol abarrotado o que un secretario del juzgado hace de inspector de policía o que si un subordinado cuenta con muchas concesiones como para estar borracho medio día y mantener el puesto de trabajo o la escena del interrogatorio forzado por dos personas sin ningun tipo de autoridad para ello, por poner algunos ejemplos.
Sospecho que si se tratara de una película norteamericana muchos espectadores serían más incisivos con estas cuestiones, pero que sea argentina ayuda y mucho. Por lo demás este proyecto tiene todo lo que se le puede y debe pedir a una buena película. Campanella trabaja de manera más que eficiente con la cámara, los actores y con el tiempo. Y lo más importante es que sabe crear emociones. Parece sencillo, peor muy pocos directores entienden como hay que preparar la escena para que se pase del suspenso a la risa en pocos segundos.
Es un ejercicio cinematográfico que nunca se siente forzado, transcurre sin brusquedad, sin giros imposibles pero manteniendo siempre en vilo al espectador.
Es una cinta que sabe explotar sus virtudes y lo que es más importante, sabe satisfacer a su público.
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