
Director: George Roy Hill
Duración: 129 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Paul Newman, Robert Redford, Robert Shaw, Charles Durning, Ray Walston, Eileen Brennan, Harold Gould, John Heffernan, Dana Elcar, Jack Kehoe, Dimitra Arliss, Robert Earl Jones, James Sloyan, Charles Dierkop, Lee Paul, entre otros.
" Chicago, años treinta. Redford y Newman son dos timadores que deciden vengar la muerte de un viejo y querido colega del gremio a manos del más poderoso gángster de la ciudad. Para ello urdirán un ingenioso y complicado plan con la ayuda de todos sus amigos y conocidos."
Hay pocas obras tan redondas como esta película en la historia del séptimo arte. A menudo, el guión suele ser masacrado por productores, directores y estrellas a su antojo. En este caso, la historia de David S. Ward era inamovible por la sencilla razón de poseer la rara cualidad de lo perfecto.
Todo el que observa por primera vez este film disfruta las dos horas que dura y se entusiasma con su enorme final. Los que adoramos esta película desearíamos no haberla visto nunca para sentir su magia como la primera vez.
Aún y todo se puede volver a ver mil veces. Ni envejece ni defrauda.
Robert Redford y Paul Newman estaban en la cima de sus carreras y sus interpretaciones son sobresalientes. Además, la actuación como contrapeso de Robert Shaw es endiabladamente buena. Pocas veces un malo te convence de serlo, y si encima consigue caerte bien, todo está dicho.
Al día siguiente de haber visto la película, Shaw puede caerme mejor porque pienso en que jugada le han hecho, y me crea cierta empatía, porque creo que a todos nos han timado alguna vez en la vida.
Toda la galería de personajes secundarios, unos treinta (lo cual es impresionante), van pasando ante los ojos en un momento justo y sin cansar, bien repartidos en el tiempo fílmico y con las frases justas y exactas. Todo el mundo tiene un papel atractivo de interpretar y cada uno es la pieza que compone el rompecabezas. Perfecto.
El vestuario y la decoración son impecables, otorgando a la obra un empaque de las que la mayoría adolecen. La música enlazada del piano típica de la segunda década del siglo veinte y el recurso de las cortinillas utilizado de forma magistral por Hill, consiguen adentrar al espectador en una époica tan dura como romántica. Un film magistral.
Una obra que no envejecera jamás y que encumbró a dos de los mejores actores de la historia del cine.
Finalmente me quedo con la frase:
" ¿Y qué querías que hiciera? ¿Acusarle ante los demás de hacer trampas mejor que yo?"
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